El tema del pago a los fondos poseedores de bonos que fueron emitidos con la cobertura legal de los tribunales de Nueva York, ha demostrado la ausencia de una capacidad de gestión en el Ejecutivo y también en la oposición. En un momento determinado solo se escuchaban voces de desconcierto, especulativas de las consecuencias derivadas de la respuesta presidencial.

El argumento que sobresalió en el ramillete de los especialistas en la materia y en el coro de espectadores que fijó su atención en la disputa presidenta vs. Buitres, es el de la impericia en la gestión.

Los mencionados espectadores asumen su condición sin darse cuenta que el espectáculo lo van a pagar ellos y se entretienen solamente con los comentarios sobre cada pasaje del conflicto.

Creo que es hora de preguntarse, como lo hice hace tiempo, si los resultados de la gestión son errores atribuibles a la incapacidad para prever, al desconocimiento administrativo que opera desde la altura de la soberbia sin importarle las consecuencias que sufrirán los mandantes, o bien, es un programa de acción destinado a satisfacer la ambición de poder. Como la doctora sabe, para hacer política hace falta “platita”, y si se pretende asumir un liderazgo internacional la cantidad a disponer debe ser mucho mayor.

La lista de desaciertos, de operaciones sospechables o de “errores” en designaciones, adjudicaciones o acusaciones es extensa y muy conocida.

También es conocida la nómina de laderos o socios que hicieron posible el desarrollo de fortunas aún no explicadas ni descubiertas en todo su volumen.

Pero supongamos por un momento, basados en la paranoia que hemos sabido desarrollar a medida que cada mandatario que sucedió a uno anterior resultó ser más corrupto que éste, supongamos, decía, que todo el desarrollo de medidas incomprensibles sea un estudiado modelo económico de acumulación personal diversificada sin inclusión social.

El ministro del rubro nos advirtió: "Quédense todos tranquilos, esto está estudiado en profundidad" y nosotros no dudamos de su palabra.

El objetivo primario sería el de hacer todo lo posible para comprometer la estructura productiva del país, jugar y ganar con el tipo de cambio aprovechando las informaciones clasificadas, aceptar sobreprecios en todas las operaciones de la administración pública, respaldar a los funcionarios cualquiera sea su grado de corrupción, incrementar la deuda externa y la interna, direccionarse hacia el monopolio del juego, etc.

Cuando la situación se vuelva crítica y el país entre en recesión, empezar a utilizar los fondos personales previsoramente acumulados para “hacer política” y comprar a precio vil: estancias fundidas por las medidas tomadas en materia agropecuaria; empresas ahogadas por la imposibilidad de ingresar insumos importados sin sobreprecios, emprendimientos sin posibilidad de absorber créditos con tasas usurarias que corresponden a una inflación provocada por la emisión sin respaldo. Y un consumo que disminuye porque la tasa de ganancias ahoga a los trabajadores activos y a los pasivos, y porque las ayudas “sociales” no se adecuan al aumento de precios, provocando una recesión difícil de remontar.

Como vemos, es un panorama útil para todo inversor nativo que haya sido previsor e incluso que cuente con una serie de sociedades inscriptas en el exterior como para justificar la “inversión externa”.

En realidad sería reeditar a gran escala lo realizado cuando la circular 1050 hundió en la desesperación a los deudores hipotecarios que debieron ceder sus propiedades a precio vil a quienes les hacían el favor de comprárselas.

Todo parece ser un simple ejercicio de imaginación, que fue desatado al leer el Informe de Consultora Oximoron, redactado por Carolina Mantegari, en especial para JorgeAsisDigital.

El mencionado informe señala que se contrató para encarar “la estrategia del pedal” al abogado Paul Clement, “que le fue recomendado a La Doctora por George Soros”. Todos conocemos la tarea filantrópica del mencionado financista exitoso, que obtiene sus ingresos de juegos especulativos contra monedas sobrevaluadas contando con informaciones anticipadas por funcionarios (de nivel top) de su mayor confianza.

Cualquiera puede imaginar los consejos que le habrá dado Soros a su amiga, y posible socia, para encarar el futuro inmediato y el mediato.

Creo que en esos consejos no estamos incluidos como beneficiarios. Posiblemente la fiebre por la regularización de la deuda externa (no de la interna) y por la toma de nueva deuda imprescindible para un país que ha sido saqueado, tenga su explicación en la necesidad de intermediar en toda operación financiera (Repsol, Club de Paris, fondos a los que ahora queremos pagar, juicios menores en el exterior, etc.) y obtener la gratificación de que los acreedores les reconozcan el esfuerzo, antes del cambio en la titularidad del Ejecutivo.

La alegría con la que Kicillof volvió de Francia o justificó su gestión con Repsol, creo que está plenamente justificada. Los opositores no pidieron explicaciones sobre las comisiones que habrían recibido los intermediarios. Tal vez porque no querrán que se las pidan en el futuro, o para que no les pregunten sobre las del pasado.

Todo aspirante a suceder a la Presidente sabe cuál es el nivel de corrupción que puede soportar el pueblo argentino, lo tomará como piso y se esmerará en superarlo.

Debo reconocer que es la primera vez que coincido con los “equipos de difusión” que empapelaron la Capital con afiches en la que se proclamaba a una “Argentina unida en una causa nacional”. Tienen razón, están empezando a despertar: “Basta buitres”.

Ignacio Beltrán