Como lo viene haciendo hasta ahora, el kirchnerismo ha demostrado ante este nuevo conflicto, con los mal llamados “fondos buitres”, todos sus defectos.
Incapacidad, precariedad, mentiras, soberbia y falta de profesionalismo es lo único que demostró el gobierno argentino, además de las consabidas bravuconadas a las que estamos acostumbrados por parte de Cristina Fernández. Bravuconadas que después nos debemos comer, como cuando Axel Kicillof había asegurado que a REPSOL no solo no había que pagarle un peso, sino que ellos nos iban a indemnizar a nosotros, o el arreglo con el Club De París, que implicó un aumento de más de 3.000 millones de dólares a la deuda original.
Y siguiendo a rajatabla el estilo K, no solo se está haciendo todo mal, sino que además, como siempre, se le echa la culpa a los otros.
Vamos a enumerar, entonces, de manera clara y sencilla, algunos detalles como para demostrar lo que aseguramos al principio de la nota, o sea, la incapacidad, precariedad, mentiras, soberbia y falta de profesionalismo del gobierno para solucionar conflictos.
1) En primer lugar, debemos destacar que en realidad, los fondos buitres no existen. Lo que si existen son distintos tipos de acreedores, que tienen en común la posesión de bonos de deuda que el Estado Argentino emitió.
La diferencia entre los distintos tipos de acreedores es que unos tienen menos capacidad de resistencia y prefirieron acordar los términos que el gobierno impuso unilateralmente, mientras que otros poseen más capacidad económica y corporativa y, por consiguiente, mayor capacidad para litigar.
2) Si el gobierno que cataloga de buitres a los tenedores de deuda, ¿no está reconociendo que cuando emitió esos títulos estaba vendiendo carne podrida y, al admitir que ellos compraron deuda a muy bajo precio, no hace otra cosa que reconocer su absoluta incompetencia?
3) Si los títulos llegaron a valer tan poco, ¿por qué el mismo gobierno no los compró, cancelando así su obligación a una mínima fracción de su valor original?
4) No es un dato menor que las anteriores negociaciones fueran efectuadas, prácticamente, “de prepo”, sin mediar negociaciones previas, provocando una severa pérdida de capital a quienes adhirieron a esos canjes.
5) Se concedió esta jurisdicción (justicia estadounidense) porque bajo jurisdicción local, era imposible tomar deuda en esos volúmenes, a esas tasas y en plazos.
6) La deuda, es plenamente legítima ya que tanto ésta y el gasto del Estado fueron aprobados por el Congreso.
Lo cierto es que todos sabíamos que el litigio estaba perdido y que la única posibilidad era prolongar los tiempos, pero no debemos dejar pasar por alto la corresponsabilidad de, prácticamente, todo el espectro político argentino, que festejó cuando se repudió la deuda que ahora está en litigio. Ese mismo Congreso, las mismas fuerzas políticas, y los mismos hombres fueron los que celebraron al mejor estilo hinchada de fútbol la declaración de un default que nos condujo a este conflicto. Prácticamente todos los sectores estuvieron representados en esa fallida maniobra que ha destruido la credibilidad del Estado argentino.
Tampoco demos olvidar que los problemas actuales son herencia inmediata de los festejados canjes de 2005 y 2010.
Un último detalle, es que si no se hubiese tomado esa deuda no se hubiera podido aumentar el gasto público, y por consiguiente, el sobreendeudamiento fue el resultado natural y directo del crecimiento sin pausa de ese gato.
Es muy fácil caer en la tentación de embanderarse con un falso nacionalismo, pero debemos comprender que este populismo kirchnerista, para lo único que ha servido fue para terminar con menos créditos, ingreso de capitales e inversión, cosa que estamos palpando a través de la pronunciada recesión actual.
Pablo Dócimo
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