Diferentes factores explican que el tamaño del Estado aumente en prácticamente todo el mundo. En los países desarrollados, en general, prevalece el impacto del envejecimiento poblacional en la seguridad social, mientras que en los de desarrollo medio (donde se ubican los países latinoamericanos) hay que dar respuesta a necesidades sociales postergadas.
Pero el comportamiento de la Argentina no encuadra en ninguna de estas tendencias. Prueba de ello es que según el Monitor Fiscal 2014 del Fondo Monetario Internacional (FMI) se observa que entre los años 2006 y 2013:
-El gasto público total en los países avanzados pasó de 39% a 42% del PBI, o sea se incrementó en 3 puntos porcentuales del PBI.
-El gasto público total de los países de Latinoamérica pasó de 30% a 35% del PBI, o sea se incrementó en 5 puntos porcentuales del PBI.
-El gasto público total (nación, provincias y municipios) de Argentina pasó de 31% a 46% del PBI, o sea se incrementó en 15 puntos porcentuales del PBI.
Estos datos fueron dados a conocer por el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA), y están basados en fuentes oficiales.
Allí se muestra el extraordinario crecimiento del gasto público en la Argentina. Entre los 60 países avanzados y emergentes cubiertos por el análisis del FMI ninguno registra un crecimiento del gasto público tan exorbitante como el observado en la Argentina. Se ha llegado a un punto en el que el Estado absorbe prácticamente la mitad del ingreso nacional, situación solo observada en un reducido grupo de países de muy alto desarrollo como Finlandia (58%), Dinamarca (55%), Francia (53%), Bélgica (52%), Austria (51%), Suecia (50%) y Holanda (48%).
La gran diferencia es que en estos países el Estado brinda servicios de excelencia. Las escuelas públicas, el sistema de salud, el transporte público, la policía, la justicia trabajan con altos estándares de profesionalismo y calidad. Así, los ciudadanos pagan altos impuestos (especialmente, el impuesto a las ganancias) pero son recompensados con buenos servicios estatales. En la Argentina, se pagan altos impuestos pero las familias deben apelar a escuelas privadas, medicina prepaga, automóvil propio y seguridad privada.
Frente a la pobre calidad de servicios que brinda el Estado en Argentina la presión tributaria resulta exagerada. Los asalariados, cada vez más afectados por el impuesto a las ganancias, constituyen la manifestación más visible pero no la más importante de este fenómeno. Como la recaudación récord de impuestos no alcanza para financiar el impresionante crecimiento del gasto público, se cae entonces en la emisión monetaria, la inflación, la inestabilidad cambiaria y el creciente endeudamiento.
Resumiendo; ineficiencia del gasto público. Ante la evidencia de que se gasta mucho y mal el gobierno no toma medidas para reducirlo, al contrario, lo aumenta. Para peor, la recaudación impositiva récord es producto de la inflación y no de una mayor actividad. Ahora sin posibilidades de crédito externo sería el momento de replantearse la necesidad de reducir gastos. Por ejemplo: buscar la manera de no gastar 1000 millones en el futbol, reducir planes sociales como el que se les da a los estudiantes, y así los innumerables gastos superfluos. Pero, prima el discurso berreta, la compra de voluntades por unos pocos pesos, nunca la eficiencia en el manejo de nuestro dinero.
Gasto Público, incluye futbol para todos, jubilaciones para los montoneros, aumento a piacere de todos los políticos, viajes de forma constante por todo el mundo incluídas islas Seicheles, envio de diarios al Calafate, nombramientos de parientes e incapaces con los mejores sueldos.