En su cuenta de Twitter, el economista Carlos Melconián hizo una perfecta síntesis sobre la economía actual con solo 16 palabras, y dijo: "El cepo mató a la economía. Derrumbó la inversión y recortó el salario y el consumo".
La sintética frase, en realidad, no resiste el menor análisis. Es así de simple, los hechos, o la triste realidad, se encargan de demostrarlo.
De hecho, tanto el "cepo al dólar" como otras medidas, como por ejemplo, el congelamiento de precios no son causas, sino consecuencias, y ese es el principal error.
¿Cuáles son las causas? A esta altura de las circunstancias son archiconocidas por todos: retraso cambiario e inflación, debido a una emisión descontrolada cuya causa, a su vez, es el excesivo gasto público (déficit fiscal).
Evidentemente, la economía argentina está enferma, pero los médicos que la están atendiendo están más enfermos todavía, y empiezan su mala praxis en el diagnóstico.
Lógicamente, como cualquier estudiante de medicina sabe, si alguien se equivoca en el diagnóstico, inevitablemente todo tipo de tratamiento o medicamento va a fracasar, incluso, como dice el dicho popular, hasta puede ser peor el remedio que la enfermedad, como es evidentemente en este caso.
Es sabido que economía y política van de la mano. Sin una economía exitosa es casi imposible tener resultados políticos positivos. Tarde o temprano, guste o no guste, todo gira indefectiblemente en derredor al aspecto económico. Ergo, el error primero es político.
El otro grave problema del kirchnerismo es que para ellos, lo importante no es encontrar la solución de un problema, sino poder encontrar a alguien para echarle la culpa.
Desde sus comienzos, allá por mediados de 2003, el kirchenrismo no gobierna, libra una batalla con fantasmas que ellos mismos inventan, y los van mutando o cambiando. Así pasaron a ser el foco del problema —según el kirchnerismo, obviamente— desde los supermercadistas hasta el excardenal Bergoglio, pasando por los medios, empresarios y los productores rurales, entre otros.
Cuando el kirchnerismo entienda que el problema del dólar, como absolutamente todos los problemas son consecuencias de una causa, y que esa causa es la inflación, y que a su vez esa misma causa es generada por el propio Gobierno, ya que fue este el que generó un fenomenal gasto público de tal modo que su resultante fue el déficit fiscal después de diez años de crecimiento sostenido, y corrija las causas en lugar de atacar las consecuencias, puede ser que empiecen a solucionarse la dificultad.
Pablo Dócimo
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