El oportuno y cálido encuentro con el papa Francisco le permitirá a la presidenta Cristina Kirchner arribar con bríos renovados a la 69 Asamblea General de la ONU en Nueva York, donde espera potenciar sus críticas hacia los fondos buitre, a quienes responsabiliza por la mayoría de los males que azotan al país.
Un coro que recorrió desde el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, hasta el secretario de Comunicaciones, Norberto Berner, y con epicentro en Axel Kicillof, se encargó esta semana de repetir hasta el hartazgo que la culpa de todo lo malo que le ocurre a los argentinos la tienen los "buitres, Estados Unidos, los grupos concentrados y los medios hegemónicos".
Ni un atisbo de autocrítica pudo hallarse en ese discurso blindado, como si las medidas económicas fueran tomadas desde afuera, y no por el gobierno instalado en Balcarce 50.
Kicillof inició esa estrategia cuando habló semanas atrás ante los hombres top del mundo de los negocios en el encuentro del Consejo de las Américas, Cristina compró enseguida y a partir de allí, cada paso en falso es coronado con un "es culpa de los fondos buitre".
"Nada podemos esperar del mundo", dijo Kicillof en ese momento, describiendo cómo las compras a la Argentina se estaban desinflando.
En forma deliberada o no, el encargado de Negocios de la embajada de Estados Unidos, Kevin Sullivan, terminó siendo funcional a la estrategia de ubicar todos los problemas afuera.
Fue cuando recomendó a la Argentina "salir del default", lo cual le valió una advertencia lapidaria a través de Cancillería: "La próxima, se va del país".
La Casa Blanca no reaccionó ante la amenaza, tal vez porque Barack Obama está más concentrado en problemas como los yihadistas decapitadores del ISIS en Irak o el riesgo de que el ébola termine con la vida de millones de personas en África y llegue a Occidente.
Pero la diplomacia estadounidense no deja de hacer comparaciones odiosas entre el rumbo que va tomando la Argentina y el presente turbulento de Venezuela.
En medio de estos vericuetos, Cristina fue recibida por Francisco en el Vaticano con la calidez de siempre, y pareció aprovechar la oportunidad para mostrar a quienes, desde el acto en el estadio de Argentinos, emergen como sus verdaderos herederos, la dirigencia de La Cámpora que conduce en los hechos su hijo, Máximo Kirchner.
Tras la aparición y discurso sorpresa de Máximo en ese acto, La Cámpora promete profundizar su lugar en espacios muy bien remunerados del poder, y con esa lógica Cristina decidió llevar a varios de sus dirigentes a la cita con el Papa, para foguearlos a nivel internacional.
Entre ellos sobresale la figura de Andrés "El Cuervo" Larroque, diputado nacional, dirigente formal de la agrupación y, tal vez, el preferido de la mandataria como "cuadro político", una categoría vetusta de la política setentista que el kirchnerismo ha buscado rescatar como nadie.
Fiel al cálculo político, la presidenta no dejó pasar la oportunidad política de ser recibida por el Papa y hasta deslizó un inusual atisbo de autocrítica: "No dejamos de ser hombres y mujeres con virtudes, y con más defectos que virtudes", dijo en el aeropuerto Ciampino de Roma antes de partir hacia Nueva York.
El plato fuerte, igual, será su participación en la Asamblea de la ONU, cuya sede está ubicada a pocas cuadras del despacho del juez Thomas Griesa, considerado "archienemigo" por el gobierno argentino, tras destartalar la "estrategia" diseñada en el litigio con los fondos especulativos.
Cristina espera tener un rol destacado en ese mitin de naciones, porque considera que el caso de la deuda argentina fue el "disparador" para que el debate por la reestructuración de deuda soberana llegue al seno de Naciones Unidas.
Incluso pidió auxilio al Papa y confió que Francisco "se mostró muy contento con esta situación".
Si bien es dudoso que el pronunciamiento de la ONU tenga algún efecto retroactivo sobre el complicado estado de la deuda argentina, Cristina está dispuesta a capitalizar políticamente la votación de ese organismo internacional porque la considera un "hito".
El encuentro con el papa le dio oxígeno, y por ello se encargó de aclarar que Francisco "no está preocupado por la gobernabilidad" en la Argentina, si no por los graves sucesos que conmueven al planeta.
Otra vez, el problema es el mundo, no la Argentina. "El Papa está muy preocupado por la situación del mundo, eso sí lo manifiesta constantemente", insistió Cristina.
Pero también reveló que el papa alude en forma constante a la encíclica Evangelii Gaudium, en la cual Francisco se refiere a la situación de los países endeudados.
"Parece escrito para la Argentina pero en realidad habla de la deuda de los países, los intereses, el agobio para los pueblos, el crecimiento exponencial de las riquezas", sostuvo la mandataria.
El escenario adverso en la economía.
Con un déficit fiscal récord, un mercado cambiario indomable en el cual el blue llegó a 15 pesos, cero creación de fuentes laborales, suspensiones, cierres de comercios, inflación sin freno y desequilibrios a granel, empiezan a surgir preguntas en el plano político sobre la estrategia que viene.
¿Se prepara Cristina para convertirse en jefa de una oposición implacable tras el 10 de diciembre de 2015 con expectativa de retomar el poder cuatro años después? ¿Cree todavía el gobierno posible remontar un escenario electoral adverso como consecuencia de la magra coyuntura económica? ¿Hay algo de cierto en que la jefa de Estado prefiere al liberal Mauricio Macri al frente del país tras su mandato de ocho años en lugar del fiel Daniel Scioli?
Serán preguntas que se irán develando en los próximos meses, pero por ahora los precandidatos anotados en el oficialismo deberían saber que no cuentan con la bendición a libro cerrado de la Casa Rosada, porque el deseo es que "Ella" siga manejando los hilos de la política en el país.
Entre todos los anotados, tal vez el que primero haya entendido esa lógica sea Scioli, convencido igual de que esta vez sí, un gobernador bonaerense pasará de La Plata directo a la Rosada.
Florencio Randazzo, Sergio Urribarri y Julián Domínguez son algunos de los adherentes al modelo anotados en la carrera, aunque a juzgar por las encuestas su rol no iría más allá del que cumplen los actores de reparto, en las PASO del año próximo.
En algún momento hasta se encargó medir a Axel Kicillof, con resultado adverso: su imagen negativa supera a la positiva por varios galopes porque la opinión pública lo vincula con buena parte de las desventuras económicas de estas horas aciagas.