El orgasmo emocional que el adicto experimenta, es un placer patológico del que no podrá sustraerse a pesar que conoce la consecuencia negativa. Este tipo de sensaciones lo harán sentirse vivo por ese instante y cada vez necesitará obsesiones más intensas para lograr la satisfacción plena.
Con el tiempo y bajo la influencia de su fantasía que lo lleva a pensar que sentirá una satisfacción extrema, se encamina hacia el objetivo buscado y cuando lo logra y no experimenta lo que fantaseaba sentir, se frustra. Ese fracaso lo lleva entonces a buscar sensaciones más fuertes que lo sacudan mentalmente.
Uno de los más claros ejemplos del orgasmo emocional, es la actitud de un joven adicto que busca en situaciones de riesgo cargarse de adrenalina. Primero saldrá con una navaja a buscar problemas, más adelante asaltará a alguien que considere que no se puede defender, luego buscará un arma de puño para lograr su deseo, pero si se siente frustrado en su objetivo por la resistencia que produce el oponente, apretará el gatillo.
Otro típico ejemplo se puede ver en jovencitos que aún no han probado droga alguna, pero juegan a dejar sin oxígeno el cerebro, provocando una especie de desvanecimiento intermitente, lo que les induce un placentero pero peligroso éxtasis. Con el tiempo y la búsqueda de sensaciones más fuertes iniciarán un recorrido por el alcohol, las pastillas y las drogas ilegales; para una década después recalar en los espacios de rehabilitación.
Vemos también en el adicto que vive en su mundo ideal y cualquier persona que le sugiera desviar ese rumbo es considerado enemigo o mejor dicho el que lo desvía de su orgasmo emocional y por tanto alguien al que hay que expulsar de su vida.
El orgasmo emocional se caracteriza por dos estados anteriores: en primer lugar la obsesión por lograr un objetivo y la acción dirigida a obtener lo deseado en forma patológica e irrefrenable, lo que desemboca en la frustración y el desgano en caso de no obtenerlo. Si lo ha logrado, el placer patológico provocado por ese orgasmo emocional lo satisface momentáneamente y una vez saciado de placer se hunde nuevamente en el desgano, buscando entonces sensaciones más potentes con idéntico fin.
Conversando con el Dr. Juan Alberto Yaría sobre el orgasmo emocional, él me decía: “Para el adicto lo sexual ya no es tan importante..., busca lo autoerótico..., la cultura ya no es necesaria..., trabajar para que..., sexo para que..., mujer para que..., hijos para que..., las drogas rompen las bases mismas de la cultura y de la sociedad.”
Y agregó: “El flash supera al orgasmo en los primeros momentos...aunque luego esa sensación se va perdiendo y por los efectos de la tolerancia se aumenta la dosis a ver si se puede volver a reencontrar con aquella sensación inicial que nunca más sentirá. El individuo en este punto ya es adicto.”
En ese diálogo recordamos a Nora Wolkov que afirma: “el flash adictivo es un simil del orgasmo, pero sería un orgasmo superlativo ya que la dopamina que se estimula es de mucha mayor cantidad que cualquier placer sexual. “En la adolescencia esto es mucho más importante por la potencia hormonal de esta edad y por la inmadurez del desarrollo neurobiologico del lóbulo frontal (capacidad inhibitoria y de pensar). Las consecuencias negativas no percibidas dependen de esta misma circunstancia y esto se va acentuando con el tiempo por la fuerza de la dependencia y el imperio de la tolerancia. La búsqueda del riesgo también tiene que ver con esto.”