El kirchnerismo está jugando al límite con Daniel Scioli. Se sabe que no es el candidato preferido por la Presidenta y que el kirchnerismo duro lo resiste. El problema es hasta dónde llegar haciendo explícitas las diferencias. ¿Cruzó un límite Florencio Randazzo al acusarlo de ser un candidato del establishment? La respuesta de Scioli es de manual: “Fueron Néstor y Cristina los que me pidieron que los acompañe como vicepresidente y gobernador bonaerense”.
Scioli aspira a arrancar la carrera presidencial apoyado en la base electoral del oficialismo. Pero sabe que, aunque es importante, no alcanza para ganar. Su discurso es claro: defender las políticas de inclusión por cuanto los sectores sociales beneficiados votan en función de defender los avances logrados, hacer valer su experiencia dado que gobierna desde hace casi ocho años una provincia que en casi todos los indicadores representa casi el 40% de Argentina y marcar la diferencia en el estilo y los modos, que a esta altura son mucho más que cuestiones de forma y tienen un contenido político sustancial.
En el sciolismo creen que el gobernador es el mejor candidato si lo que se busca es reconciliar a la sociedad luego de la fuerte polarización que se produjo durante la época kirchnerista. Aceptan que Macri y Sergio Massa pueden hacer más cambios pero nadie supera a Scioli en la tarea de reducir el nivel de conflicto. Pero aún no se sabe cómo terminará la puja con el kirchnerismo duro y por eso por primera vez en el sciolismo se comienza a pensar en un Plan B. ¿Dejarán en el oficialismo correr al candidato que mejor mide o se apoyará al que más defienda los colores aunque pierda, como parece haber hecho CFK con la designación de Mariano Recalde en la Ciudad? La respuesta a ese interrogante va variando de acuerdo a las decisiones que se toman.
Los últimos días trajeron malas noticias para Scioli dado el desplazamiento de Juan Carlos Mazzón y la confección de lista de candidatos del FpV en la CABA que puso en evidencia que la Presidenta no será prescindente en el proceso electoral. Si decidió quien será el candidato a jefe de Gobierno, ¿porque no seguiría el mismo camino para designar al que busque sucederla? Los interrogantes son muchos. ¿Qué ocurriría si el kirchnerismo duro concluye que obtiene los mismos votos con Scioli que con un candidato propio y que no gana con ninguno de los dos? En ese escenario, el atractivo de Scioli disminuye. A su vez, ¿se arriesgará la Presidenta a que Florencio Randazzo la represente en las primarias con el riesgo de perder?
No parece compatible con la trayectoria política de Cristina que sabe, además, que al peronismo no se lo conduce desde la derrota. Si la Presidenta juega, lo hará para ganar y en ese caso, ¿cómo hace Scioli para enfrentar con alguna posibilidad una primaria del kirchnerismo contra Cristina Kirchner?
Por eso es difícil imaginar una primaria en el FpV entre Scioli y un candidato K. Uno de los dos, sobra. Veremos cuál. Eso sí, no lo sabremos pronto porque Cristina postergará, como siempre, las definiciones todo lo posible. Le resultó un método infalible para continuar en el centro de la escena. Y si algo no debe hacer la oposición es subestimar la capacidad para sostenerse del kirchnerismo. Cada vez que lo hizo, se equivocó.