Cuando se realizaron las marchas ciudadanas de 2012, promovidas desde las redes sociales, e, inicialmente (y sólo inicialmente), sin intereses partidarios ni personales, la llamada oposición política argentina se encontraba en estado inerte.
Los acuerdos que les permitieron ganar las legislativas de 2009 ni siquiera habían llegado con vida a las presidenciales del año 2011.
Hacia octubre de 2012, apenas habían conseguido, al cabo de las dos primeras protestas, acordar en el senado un compromiso de no votar una eventual reforma de la constitución, y no mucho más que eso.
La foto del 8N de 2012, (que quedará en la historia de este país), actuó como detonante para que la timorata oposición comenzara a entender que al kirchnerismo se le podía disputar el poder. Estaba la gente, estaba la voluntad: sólo faltaban ellos.
Los dirigentes opositores hicieron raides por los canales de TV repitiendo todos el mismo slogan: “la gente nos pide que nos unamos”, y puede decirse que la gente, desde las calles, fue partera de una (efímera) esperanza.
Después vinieron las PASO del año ´13, cuando Sergio Massa revolcó las aspiraciones del FPV, y comenzaron a delinearse los posibles candidatos más firmes para la presidencial del ´15.
Pero esa oposición, en la que gran parte de la ciudadanía volcó sus esperanzas, conforme se acercan las elecciones confirma que, si estaba inerte antes de que la calle hablara, no era por otra cosa que por incapacidad propia. Lo que está mostrando la oposición, a escasos días de las PASO, verdaderamente avergüenza.
La “estrategia republicana”
Primero fue Elisa Carrió, quien aliada a Ernesto Sanz, y a Oscar Aguad, decidió impedir cualquier armado nacional del frente conocido como FA UNEN, porque tenían ya la decisión de ir detrás de la candidatura de Mauricio Macri.
Sonaba muy ilógico, en un principio, porque estaba claro que si se solidificaba con seriedad ese acuerdo multipartidario de la centroizquierda, no solamente se podía despojar a Macri del gobierno de la Capital Federal (pido disculpas, pero nunca le llamaré “CABA” a mi ciudad), sino que también se le podía disputar, al oficialismo, la nación.
Macri estaba desolado al cabo de la legislativa de 2013, por el advenimiento de Sergio Massa, y entre la elección, y febrero del ´14 salió a invertir auténticas fortunas comprando encuestas que lo mostraran como candidato a la presidencia con alta intención de voto.
Sin hacer absolutamente nada, Macri pasó en apenas un semestre, de tener un 8% de intención de voto país, a casi un 20%. Uno de los milagros que sólo puede producir ese poderoso caballero, Don Dinero.
Así como Massa había conseguido capitalizar el descontento popular para ganar Buenos Aires en la legislativa, Macri se proponía hacer lo mismo, pero en la presidencial. Máxime, cuando el propio Macri ya había invertido mucho dinero también en las últimas marchas ciudadanas; camiones con pantallas, remeras gratuitas, banderas, vinchas, cotillón de todo pelo y laya, espacios pagos de promoción en los medios del stablishment, y varios bolsillos de “organizadores espontáneos” convenientemente untados.
Y entonces Carrió se levantó de la silla y graficó su alejamiento de UNEN, y entonces empezó a decir que con Macri iban a hacer la república, y entonces el inexplicable Fernando Iglesias reapareció en la escena mediática con su tradicional discurso que oblitera cualquier cosa que tenga olor a popular, y de repente, casi como quien no quiere la cosa, el mismo tipo que había sido el límite moral de Lila en 2007, ahora era la esperanza blanca del futuro republicano y feliz.
O Macri se había vuelto decente de la noche a la mañana, o Lila ya jugaba con otra camiseta.
Pero, ¿por qué habla tanto de Lilita, si no tiene tantos votos como para que se la tenga tan en cuenta? Preguntará el lector, no sin algo de razón…
En primer lugar, porque ella misma se ha convertido en una suerte de vocera de la campaña “Macri Presidente”. Pero fuera de eso, porque no tiene los votos, pero sabe manejar los tiempos para protagonizar absolutamente todo; es la dirigente más mediática de la Argentina, habla en los medios 10 veces por cada 1 en que lo hacen los demás, y porque hay muchísima gente que no la vota, pero la escucha.
Asunto que Lila se dedicó a esmerilar a Sergio Massa, (lo tildó durante meses de narco y, cuando Massa le inició acciones, no se presentó a la audiencia de conciliación), y a ponderar a Macri, al punto tal que hasta, sin estar dentro de la UCR, consiguió direccionar a la Convención Nacional de Gualeguaychú, para que prevalezca la postura de Sanz, y se vayan detrás de Macri. La astucia de Carrió sólo la tiene Cristina Kirchner. Hay que decirlo.
Pero la famosa “estrategia” de Carrió, Sanz, Aguad y Macri, realmente parece haber sido hecha por alguien que no conozca a la Argentina. Alguien que jamás haya caminado la provincia de Buenos Aires, y que ni siquiera sospeche los carriles del razonamiento electoral de los sectores menos pudientes.
Buscan atraer el interés de la población con un marketing propio de clases medias altas, y no parecen haberse enterado que las elecciones se ganan con votos de la masa sudorosa, o no se ganan.
Decía una dirigente en Santa Fe, el día de las PASO: “Estos tipos se creen que toda la Argentina es Recoleta. Nosotros le regalábamos a la gente globos amarillos, mientras Radicales y Socialistas regalaban materiales de construcción, zapatillas, chapas, y plata”
Se trata de un frente básicamente antiperonista, donde las estrellas fulgurantes son los 4 o 5 únicos dirigentes que tiene el PRO, sin inserción en los sectores populares, sin presencia firme en Provincia de Buenos Aires (que es el 37.3% del padrón electoral), y con alianzas regionales mal realizadas, que quedan siempre supeditadas al capricho del líder Macri, (que es el que consigue y pone la plata), y que, al cierre de las listas, ya presenta cortocircuitos casi de manera cotidiana, aún cuando falta un mes y medio para las primarias.
En estas condiciones uno se pregunta: si no pueden ponerse de acuerdo para juntarse y tratar de hacer una buena elección, ¿cómo cuernos piensan gobernar el país durante 4 u 8 años?
¿Es que acaso esta estrategia de alejarse de los sectores populares, y concurrir sin la llamada “pata peronista”, y con radicales a regañadientes, perdiendo a muchos por el camino que terminarán con Massa, o Stolbizer, la diseñó alguien que no conoce a la Argentina?
Exactamente. No tenga dudas, amigo lector. La estrategia que hoy sustentan Macri y Carrió no tuvo origen en la Argentina, ni fue diseñada por argentinos. En una de esas, si cuadra, ampliaremos esto en futuras notas. O en una de esas ni siquiera valdrá la pena, vea…
De un año y pico a esta parte
Hace un año y medio atrás, los candidatos opositores Massa y Macri encabezaban las encuestas de intención de voto, y eran firmes candidatos al ballotage. Scioli, candidato del oficialismo, ahora confirmado por CFK, era tercero, y, aún en caso de mejorar y acceder a un ballotage, perdía irremediablemente contra cualquiera de los otros dos.
Esto era una cuestión de pura lógica. El candidato malo de un gobierno malo tenía que perder, y le tenían que ganar los candidatos que acababan de ganar las elecciones de medio término.
Pero entonces se aplicó la explicitada “estrategia republicana”, (esmerilar a Massa, conformar un frente antiperonista, y pretender convertir a Macri en un Raúl Alfonsín del Siglo XXI) y llegamos a los números de hoy: Scioli encabeza todas las encuestas, y hasta tiene chances de ganar en primera vuelta.
Vale decir: le quieren ganar al peronismo denostando y minimizando al único opositor que puede conseguir votos peronistas. Y hacen un frente antiperonista cuando el 65% de la población, o vota, o no tiene problemas en votar candidatos peronistas. ¿Se entiende más o menos la incongruencia, no?
Mientras tanto, en la pingüinera…
CFK movió sus piezas en silencio. Abajo el loco Randazzo, Scioli candidato oficial, y Zannini de vice, para que el modelo quede garantizado en línea de sucesión.
Zannini es una incómoda astilla en el Sillón de Rivadavia. Scioli la tendrá clavada durante su mandato, dure lo que dure.
Ella hizo un gesto de poder para afuera, y otro para adentro. Para afuera, dijo “por más que deba irme de la presidencia porque la constitución así me lo exige, abandono el cetro, pero no el poder”.
Y para adentro del PJ, “no se les ocurra venir a cooptar a Scioli, y llevárselo hacia la derecha, porque kirchnerista llega, y kirchnerista se queda”.
Aunque la mejor jugada de CFK, con esta movida, consistió en eliminar una PASO en su partido. Porque, ( a como están las cosas hoy), la foto de la noche de la primaria probablemente muestre a Scioli , individualmente, con muchos más votos que Macri, también individualmente.
Y aunque usted diga que los votos que puedan obtener Carrió y Sanz se le sumarán a Macri, créame que la foto de la diferencia pesa, y mucho, en el electorado que tradicionalmente vota “a ganador”.
A uno, que es férreo opositor, naturalmente le espanta la idea de esta gente perpetuándose en el gobierno. Pero hay que reconocerles que, al menos, ellos sí tienen una estrategia clara. La misma de siempre: Verticalismo a ultranza, y fidelidad al (casi nunca) sabio dedo del conductor ocasional.
¿Te gusta? Bien. ¿No te gusta? Ellos duermen tranquilos. Te ignoran. Y siguen adelante.
Asunto que…..
…la gente está como bola sin manija, y no sabe para dónde agarrar.
Caído en desgracia Sergio Massa, al cierre de esta nota hay como una necesidad imperiosa de que gane Macri, más para que pierda el kirchnerismo, que por las calidades del procesado jefe de gobierno porteño, y de su entorno.
Cuando se exponen las trapisondas de la historia de Macri, su procesamiento por contrabandista, las oscuras actitudes que jalonaron su paso por la vida, y se les hace notar que van a ir a votar para presidente a un tipo que, aún hoy, permanece procesado por la justicia, ya no defienden tanto ni al candidato, ni a ninguna otra cosa. La respuesta invariable con que finaliza la charla es “¿Y qué querés, que ganen los K?”.
Y uno, es como que más o menos los entiende.
La clase política argentina nos ha puesto en una disyuntiva cruel, y absurda.
O seguimos padeciendo a los delincuentes impresentables que nos gobiernan desde hace 12 años, o cambiamos hacia otros delincuentes corruptos haciendo de cuenta que tenemos la esperanza de que no nos roben tanto.
Pero el problema es que, con esta estrategia republicana, le han regalado otro tubo de oxígeno al kirchnerismo, que no entiende cómo puede ser que siempre sea la oposición la que vaya y lo saque de la sala de cuidados intensivos, pero que no desaprovecha tales ingenuidades políticas.
La negativa absoluta de los estrategas para formalizar un frente nacional opositor que integre a todas las expresiones no kirchneristas, termina presentando como candidatos a presidente a 3, en lugar de 1.
Porque Massa se vio obligado a ratificarse, aunque sea para sacar el 10 o 12% de los votos, porque Stolbizer contiene no sólo a su propia gente, sino también a muchos radicales intransigentes que no transaron con esa prepoteada alianza con Mauricio Macri, y, lo peor de todo, porque no advirtieron un fenómeno que, si bien no tiene una terrible envergadura, incide y muy probablemente incidirá, en las elecciones definitivas.
Porque así como existe un acendrado y muy fuerte antikirchnerismo, también existe un antimacrismo.
En efecto, dentro de la oposición hay una indeterminada cantidad de gente que bajo ningún concepto votaría a Mauricio Macri, y a la que le da lo mismo quién termine siendo el presidente, porque considera a Macri tan espantoso como a Scioli.
Y los estrategas republicanos jamás se detuvieron a pensar en esa gente. Y, muchísimo menos, en tratar de seducirla.
Carrió se lo pasa, por estos días, diciendo que ocurrirá lo mismo que en el ´83.
Parece no tener en cuenta dos asuntos.
El primero es que no existía, en el ´83, un antialfonsinismo. El segundo es que, pretender que Macri se convierta en otro Alfonsín, es como esperar que el mellizo Funes Mori juegue como Roberto Perfumo.
Los números…
Hoy, a 20 de junio del año 15, no hay ninguna encuesta de opinión que ponga a Mauricio Macri ganando la elección.
Absolutamente todas, hasta las más caras pagadas por el macrismo, lo dan debajo de Scioli, en un rango que va desde los 3, hasta los 9 puntos porcentuales.
Y como si esto fuera poco, la polarización que produjo la “estrategia republicana”, al eliminar el escenario de tercios que conformaban Macri, Massa y Scioli, hace que el que va primero, es decir, Scioli, esté peligrosamente cerca de los temidos 40 puntos que, con 10 de diferencia, le pueden dar la victoria en primera vuelta.
Y como si todo esto fuera, aún, inconvincente, están los 30 puntos que obtuvo el candidato del FPV, Perotti, en Santa Fe, un distrito que Macri necesita ganar de forma contundente, si es que quiere vencer en la presidencial.
30 puntos en el tercer distrito electoral que van, toditos, a las arcas de Daniel Scioli. Y fijan un nada desdeñable piso para el FPV en esa provincia.
Y lo tiene a Massa con aún alrededor de 11 , y la tiene a Stolbizer con alrededor de 7… Unos 18 porotos que Macri necesitaría para ganar, pero que, al menos en primarias, se van con otro rumbo, tan solo porque la "estrategia republicana" impidió que estuvieran dentro.
De último momento…
Al cierre de este articulejo, la provincia de Buenos Aires es un hervidero.
El eje de los problemas es el “destrato” que Macri, y el PRO, le están dispensando a sus aliados.
Jesús Cariglino, que pasó del Frente Renovador al PRO, está regresando al armado de Massa. Se dice que también lo estarían haciendo Narváez y el Momo Venegas.
La coalición cívica de Carrió denuncia al PRO por destrato en el armado de las listas, y anuncia que presentará listas propias en Prov de Buenos Aires.
Macri designó como candidato a vicejefe de gobierno provincial a Christian Ritondo, y cuando los radicales lo amenazaron con irse a Stolbizer, o a Massa, por este otro destrato, lo cambió por el radical Gobbi, para tres horas más tarde cambiarlo por el radical Daniel Salvador.
Tres candidatos distintos en 72 hs. Así como lo lee.
Y, como si fuera poco, en la provincia de Entre Ríos se agarraron a trompadas entre radicales y PRO, también a causa de las desavenencias en los cierres de listas, y “el destrato”.
El problema aquí es que, a los “elegidos”, las candidaturas les quedan demasiado grandes. Y la realidad es que, desde la oposición, no juntamos 11 medianamente presentables para entrar a la cancha.
Lo demostró Massa, que se creyó presidente 2 años antes, y lo demuestra Macri, que está perdiendo la elección, pero se comporta como si la fuera ganando por 30 puntos.
Comprenderá el lector que, ante este cuadro de situación, Cristina Kirchner debe estar desternillándose de la risa.
De ellos, de todos nosotros, y de la “estrategia republicana”.