Cada vez que puede, Cristina Kirchner pide diálogo, ya sea dentro del seno de su propio partido-gobierno o de cara a los referentes de la oposición. La palabra que utiliza es esa, sin margen de error.
Según la Real Academia Española, el diálogo es una “plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos”.
Es curioso, porque en ese mismo contexto —del insistente pedido de la presidenta— no hay manera de entender que Daniel Scioli no acepte debatir. Más aún si, como dicen algunos, la negativa a hacerlo provenga de la propia Cristina.
¿Qué teme el kirchnerismo? ¿Por qué no acepta la posibilidad de discutir abiertamente lo que hará en su eventual gobierno Scioli?
Es importante el debate, porque allí se sabrá qué hay en la cabeza de los principales candidatos a gobernar el país por los próximos años, algo que ninguno ha definido todavía con total claridad.
¿Qué harán con el dólar? ¿Devaluarán? ¿Cómo combatirán la inseguridad? ¿Y la inflación? Eso es lo que quiere saber la ciudadanía.
El insistente escape a la posibilidad de discutir es una constante de este gobierno, una práctica que define al kirchnerismo per se.
Es un síntoma de algo mucho más grande —y peligroso—, la imposibilidad de los propios funcionarios del gobierno de expresar lo que realmente piensan.
No ningún secreto: si alguno opina ligeramente distinto a Cristina, jamás lo dirá, porque sabe que será desterrado del “Olimpo K” inmediatamente.
No pocos ministros y secretarios están en contra de que Amado Boudou permanezca en el gobierno, pero jamás lo dirán, porque temen la furia cristinista.
Son los mismos funcionarios que detestan a Aníbal Fernández por sus vínculos con el narcotráfico. Tampoco lo dirán, jamás.
En este contexto, ¿de qué diálogo habla Cristina? ¿Cómo se puede construir consenso si no hay discusión? ¿Cómo avanzar en alguna idea, la que fuere, si no se acepta la crítica y, peor aún, no hay autocrítica?
Sorprende la insistencia “escapista” del kirchnerismo a cruzar ideas… pero más todavía cómo la sociedad se ha acostumbrado a ello.