Según la Real academia Española, dos de las acepciones de la palabra lealtad son:
1. f. Cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien.
2. f. Amor o gratitud que muestran al hombre algunos animales, como el perro y el caballo.
Si somos leales a una persona, entonces no seremos mejores que un perro o un caballo. Nos habremos rebajado a una condición inferior con respecto al otro, nos habremos rebajado voluntariamente al status de animal.
Si somos leales a nuestros principios, si somos leales a la ley fundamental de “el respeto al prójimo”, del respeto al ser humano como institución, del respeto a su individualidad y libertad; entonces habremos entendido lo que implican de verdad los tan manoseados y desfigurados derechos humanos.
Le debo una sola cosa a los hombres y ellos me la deben a mí: RESPETO. La lealtad a otro tarde o temprano me llevará a enfrentarme a mis principios y a mis intereses y deberé elegir a quien traiciono; al otro o a mí mismo.
La lealtad implica sumisión, la sumisión hacia otra persona se llama esclavitud, la sumisión a la idea de que "mis derechos terminan donde empiezan los del otro" nos lleva a la libertad.
Es tiempo de que asumamos nuestra responsabilidad para con nuestra vida. Es tiempo de que dejemos de buscar un padre protector que tome nuestras decisiones. No más caudillos, no más líderes, solo vos y tus elecciones.
Seamos leales a nuestra libertad y a la responsabilidad que conlleva, luchemos por nuestro derecho a ser felices, nuestro derecho a ser los dueños de nuestro destino.
Vos elegís, lealtad al otro y delegar en él las decisiones y asumir las consecuencias; o ser leal a tus principios y tomar el control de tu vida. Vos elegís, someterte o ser independiente, esclavitud o dignidad.
Yo ya elegí, yo prefiero “una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila”.