Juegan cada hora contra el reloj. Aprovechan todas las ventajas que les ofrecen sus débiles oponentes para estirar a su favor los días, las semanas y los meses.
Saben que si logran escapar de las leyes durante algunos meses, el 2017 será un año que les sonreirá y las pesadillas habrán quedado atrás.
Los protagonistas de esta historia viven en Venezuela y Argentina.
Nicolás Maduro es el presidente más impopular de la historia de Venezuela: el ochenta por ciento de la población quiere que abandone ya mismo el Palacio de Miraflores.
Necesita que no le revoquen el mandato antes de mediados de enero próximo. Si alcanza esa orilla, el chavismo se asegura su estadía en el poder dos años más, ya que se habrían cumplido las dos terceras partes de su mandato (2013-2019).
Cristina Kirchner, por su parte, quiere ser senadora nacional dentro de un año, para conseguir fueros parlamentarios y zafar de las decenas de causas que se tramitan en su contra y podrían llevarla tras las rejas.
Tiene decidido ser candidata a senadora nacional por Santa Cruz ya que, aunque pierda, entraría a la Cámara Alta en representación de la minoría.
En la Patagonia Austral, no puede salir tercera. En cambio, en su provincia natal, la más poblada de la Argentina, podría quedarse sin nada tras ser superada por el massismo y el macrismo. Va a evitar semejante catástrofe.
En Caracas, el Consejo Nacional Electoral se burla de todo un pueblo y dilata desde hace diez meses el Referendum Revocatorio para ayudar a los rojo-rojitos a evitar una paliza en las urnas.
Cada semana inventa algo nuevo. Pone un palo en la rueda tras otro, mientras toda Latinoamérica mira la estafa con indolencia o impotencia.
En Buenos Aires, CFK nada en el barro y suma procesamientos pero sabe muy bien que, al final, la dejarán competir. Se va a esconder en la cueva gigante de corruptos que se levanta en Rivadavia y Entre Ríos.
Por las dudas, no viaja al Sur. Si algún magistrado (léase Claudio Bonadío) osara intentar apresarla, tiene preparado un rápido deslizamiento desde su departamento de calle Juncal hasta la Embajada de Ecuador, a escasas cinco cuadras de distancia. Cabe recordar que Rafael Correa es el único mandatario del ex eje bolivariano que tiene chances de reelección indefinida. Además, desde hace cuatro años le da asilo en Londres al creador de Wikileaks, Julián Assange. La mujer que no quiso "entregar" la foto de la entrega de los atributos presidenciales a Macri ni la de su propio marido fallecido, menos aún va a permitir que la retraten con chaleco antibalas, casco y los "ganchos" colocados.
En el Caribe, la oposición simula que tiene chances de hacerle morder el polvo al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) pero, en el fondo, sabe que la lucha está perdida y que el país seguirá barranca abajo 28 meses más.
En las Pampas, debemos resignarnos a ver cómo deambula en libertad y dando discursos la jefa de la peor banda de delincuentes que se recuerde en democracia.
Tenemos que aceptar que nuestros sistemas republicanos son de baja intensidad. La ciudadanía está pendiente de su propia supervivencia y su compromiso en general con este tipo de causas es escaso o nulo.
Winston Churchill dijo alguna vez: "Cada pueblo tiene el gobierno que se merece".