Durante mucho tiempo se sostuvo que el gobierno de Néstor Kirchner fue “Soja y Suerte”. Puede uno decir que el gobierno de Mauricio Macri es, hoy, “Deuda y Medios”.
El ministro de hacienda, Alfonso de Prat Gay, suele proferir frases controversiales. En ocasiones, lisa y llanamente habla estupideces (“El aumento de tarifas son dos pizzas”), pero en otras utiliza términos propios del ambiente financiero y económico global, con los que la población no está familiarizada, (“Limpiar la grasa del estado”) y se pone solito unos metros en offside. Recientemente dijo algo que cualquier hombre de negocios comprende y suscribe: “La deuda se paga con deuda”. El propio Franco Macri alguna vez expresó hace muchos años en similar sentido algo así como “Las deudas no se pagan, sino que se administran”. Esto es algo bastante entendible cuando se trata de una gran empresa, donde el 100% del recurso financiero está orientado a la producción de mayores recursos financieros. Vale decir: Una empresa importante, siempre crece, y si las cosas no les van bien se asocia, se divide, se diversifica, y, en el último de los casos, hasta se vende. En ese contexto, la toma de deuda es una línea de crédito que se utiliza siempre, se administra siempre, y no se termina de pagar nunca. Considera Prat Gay que la deuda que se toma debe ser refinanciada en el futuro con nueva deuda, pero tomada a tasa menor, y así sucesivamente, refinanciando siempre a menor costo para el tomador de deuda, como si de una empresa se tratara. Claramente, lo que no considera Prat Gay que esto es un país, y no una empresa.
Que en realidad ningún país del mundo puede ser visto como si fuera una empresa, pero muchísimo menos la Argentina, con una deuda social extraordinaria expresada en índices de pobreza, indigencia, carencias abrumadoras en infraestructura, educación, trabajo, y con una disparidad abismal entre los sectores altos, medios altos, y los de menores recursos.
Un país es algo muy distinto a las empresas de estos CEOS. En un país el recurso financiero debe ser redistribuído en todas las áreas de la socioeconomía, porque en simultaneidad con producir utilidad para la nación, debe mejorar la vida del recurso humano. Esto es algo que a los liberales argentinos les cuesta muchísimo trabajo comprender, pero ya sabemos que la condición humana de los liberales argentinos hace décadas que está severamente cuestionada, y la bibliografía existente sobre personajes como Martínez de Hoz, Alsogaray, Cavallo, y otros liberales, solo contribuye a sembrar mayores dudas de que, en realidad, alguna vez hayan sido argentinos, y humanos.
En un país de las características de la Argentina, debe gastarse muchísimo dinero que no regresa multiplicado sino que es inevitable gasto liso y llano, y la única manera de que los economistas en funciones puedan administrar la deuda contraída (la preexistente, más la nueva), es creciendo de manera inusitada, a tasas de las conocidas como chinas (algo así como desde un 5.5% hacia arriba, lo cual suena realmente demencial (nada hace pensar que esto pueda ocurrir en la Argentina de los próximos años), y al mismo tiempo empobreciendo y empequeñeciendo el gasto en el recurso humano, eliminando todo lo posible el gasto social.
En estas condiciones, la política de Prat Gay (que es la política de Macri, claro) endeudando obscenamente a una Argentina que ya debe algo más de 200.000 millones de dólares (cerca del 30% del PBI) y llevándola a valores más cercanos al 50% de dicho PBI, sólo puede terminar en una (otra) catástrofe de mediano plazo.
Donde dice “catástrofe” léase “default”, que es lo que acontece cuando usted contrajo compromisos que exceden largamente su capacidad de pago, y no tiene chance de cumplir con sus obligaciones (2001 –Post Convertibilidad - Rodriguez Saa – Su Ruta).
La Argentina ha contraído deuda nueva desde la asunción de Mauricio Macri por más de 50.000 millones de dólares, y continúa emitiendo deuda de manera casi permanente, mientras su PBI, lejos de crecer acorde a la deuda tomada, está bajando.
Mientras el consumo interno se está derrumbando como no se ha visto desde la catástrofe del 2001, y mientras no se genera un solo nuevo emprendimiento ni puesto de trabajo.
El macrismo se pasó toda la campaña diciendo que cuando ellos asumieran, la enorme confianza que despertarían en el mundo haría que la Argentina automáticamente pudiera tomar deuda a valores similares a los de otros países, como Bolivia; (si, Bolivia, que es denostada cuando hablan de política, pero a la que ponen como ejemplo cuando hablan de economía), que se endeuda al 4%.
Bien. El cambio inspirador de confianza internacional asumió el 10 de Diciembre de 2015. Lo del 4% sigue corriendo, pero para Bolivia: Acá, nones.
De toda la deuda tomada por la Argentina en lo que va del año 2016, apenas una toma de YPF y otra de Nación obtuvieron tasas del orden de ese 4%, por solo U$S 1700 M en total, y porque se comprometieron lapsos muy cortos (2019 y 2022) que, en estos casos, no son demasiado significativos.
El resto de las tomas de deudas, que han sido , como ya dijimos, superiores a los 50.000 millones de dólares, han comprometido tasas elevadísimas y nada cercanas a las bolivianas, como U$S 1250 Millones de Bs Aires al 9.37%, o U$S 2750 de Nación al 8%. Naturalmente, como se trata de los neoliberales herederos de M. de Hoz y Cavallo, y como se trata de los Macri, (nada menos que de los Macri), en los listados ya existe deuda tomada por empresas privadas tales como Arcor (U$S 350M al 6%), Cablevisión (U$S 500M al 6.5%) , e IRSA (U$S 360M al 9%), entre otras, que , repitiendo la historia de vida y enriquecimiento espurio del grupo Macri, sabemos perfectamente que nunca van a ser pagadas por esas empresas, sino que serán cargadas a todos los argentinos.
Así las cosas, es imprescindible advertir que lo que está haciendo el gobierno de Macri, y el postulado de “deuda se paga con deuda”, podría y solamente “podría-ser-analizado-y-con-bastante-desconfianza” en un país floreciente, con una lluvia de inversiones locales y extranjeras, con déficit fiscal nulo, con demanda de empleados por exceso de oferta laboral, con un mercado interno creciente y ágil, sin inflación, y con un crecimiento del PBI del orden del 5.5 al 7%.
La Argentina de Macri es prácticamente el opuesto exacto a esa Disneylandia, pero se endeuda como si lo fuera.
Y lo peor es que la nación y las provincias no están tomando deuda para producir, sino para pagar gastos. El famoso Plan Belgrano, tan exaltado en campaña, hasta con José Cano pomposamente designado a su frente, ya es objeto de burlas en las redes sociales, y de severas protestas en las provincias donde supuestamente llegarían sus beneficios. Los fondos destinados al Plan Belgrano también se están yendo a pagar gastos.
La famosa obra pública que iba a reactivar todo en el segundo semestre, llega al décimo mes de la administración Macri en el mismo estado de parálisis que exhibe desde el 11 de diciembre pasado.
Y el déficit fiscal, caballito de batalla de todos los economistas empleados o feladores vocacionales de Macri durante años, lejos de achicarlo, lo han incrementado.
“En apenas un par de meses se las ingenió para quedar como un soberbio aprovechador con Rusia, como un mentiroso fabulador con Gran Bretaña, y como un embustero incumplidor con China".
En medio de este panorama negro, el presidente Macri se manda tres terribles goles en contra de puro burro amateur, y maldispone a Rusia con la financiación de la represa Chihuido, y le para a China las represas Cepernic y Kirchner, consiguiendo que la represalia oriental pegue donde más duele: Efectivamente, al momento de escribir estas líneas, China ha suspendido las compras de aceite de soja argentino, como represalia a la inverosímil actitud del presidente Macri, que en apenas un par de meses se las ingenió para quedar como un soberbio mal educado con Rusia, como un mentiroso fabulador con Gran Bretaña, y como un embustero incumplidor con China.
Prat Gay quiere pagar la deuda que está tomando con deuda a por tomar en el futuro. Si la Argentina no se pone en marcha en serio para Marzo / Mayo de 2017, y los números malos siguen subiendo, mientras los números buenos siguen bajando, esto va con rumbo de desastre; la deuda nueva no va a ser tomada a tasa menor, y sencillamente, se van a encontrar con que no tienen la plata que necesitan pagar.
En 2001 la Argentina entró en default por un capital total de 82.000 millones de dólares. El gobierno de Mauricio Macri detuvo al país, empeoró todos sus indicadores, y en 10 meses ya tomó deudas por 50.000 millones de dólares.
La parte de la deuda la explicamos. La de los medios verdaderamente no hace falta: La actitud rastrera, mercenaria y feladora de los principales medios de comunicación y de los periodistas más renombrados para con el gobierno, es una de las mayores vergüenzas que podemos recordar en la Argentina de los últimos 50 años.