Si bien la economía aún no terminó de despertar, el Gobierno confía en salir finalmente de la recesión a través de un efecto cascada basado en pilares como la producción agropecuaria, la obra pública y los acuerdos de Vaca Muerta y del sector automotriz, entre otros, con el fin de ir motorizando una mejora capaz de fortalecer la creación de empleos y la reducción de la pobreza.
El presidente Mauricio Macri aprovechó el acto en una automotriz en El Palomar para jugar con las palabras en torno de esos temas clave.
"Más allá de que la economía empieza a dar sus primeros pasos en la línea del crecimiento, todavía para mucha gente no arrancó", reconoció primero, dándole la razón a quienes cuestionan el modelo en curso.
Pero enseguida remató: "Hay mucha gente a la que hace veinte años que no le arranca, hace diez que no encuentra una posibilidad".
Así, en una misma jugada, Macri ensayó una autocrítica y disparó al corazón de los opositores que vienen ironizando sobre tardanza en llegar de los "brotes verdes" y la "lluvia de inversiones" prometida.
Fue una forma de decir que hace al menos 20 años que un amplio sector de la sociedad carece de oportunidades para salir a flote, y se mantiene sumergido en una pobreza que se reproduce de generación en generación.
¿Esta política permitirá a parte de los 14 millones de argentinos en la pobreza recuperarse? Es el gran desafío que enfrenta el hombre que le arrebató al kirchnerismo su sueño de eternizarse en el poder, aunque fuese a partir de alguien a quien no consideraban de su riñón, como Daniel Scioli.
Es una incógnita saber qué está pensando realmente Macri sobre el escenario económico, pero sabe que necesita transmitir optimismo, cueste lo que cueste.
Algo se sabe de lo que viene sosteniendo puertas adentro a su equipo.
Dicen que el Presidente está siguiendo con más detalle la gestión y que, enterado de que tiene a demasiada gente manejando los temas económicos, repite con cada vez mayor énfasis la necesidad de ser homogéneos en la aplicación de las políticas.
Algo ya había anticipado en la asunción de Nicolás Dujovne cuando, medio en broma, medio en serio, le pidió al flamante ministro de Hacienda que no estuviese tan serio, que dejara la cara larga para otro momento.
Quienes siguen el día a día de la Casa Rosada aseguran que Macri está menos tolerante con los errores, tal vez porque entienda que la luna de miel se acabó hace rato, en línea con lo que muchos argentinos podrían considerar con vistas al año electoral.
El gobierno mantiene varios frentes abiertos, en especial en el terreno social, como se vio con los reclamos sobre la 9 de Julio frente al Ministerio de Desarrollo Social.
Pero tampoco termina de convencer su política económica, con el lanzamiento de planes que a veces terminan teniendo resultado opuesto al buscado, como ocurrió con "Precios transparentes".
Es que la idea de cambiar de un día para el otro el perfil de un consumidor habituado a comprar en cuotas, por otro que aprovecha supuestos descuentos por pagar al contado, sólo terminó, al menos hasta ahora, provocando una caída en el consumo.
Otro frente abierto está vinculado con la disputa con los gremios docentes, en especial en la provincia de Buenos Aires.
En el mayor distrito del país, hace dos semanas que no se pueden normalizar las clases, y tanto gobierno como gremios parecen ir encaminándose hacia un conflicto de largo aliento.
En un lugar incómodo, María Eugenia Vidal se ha convertido en garante y defensora de un caso testigo para el gobierno.
Macri necesita que la gobernadora le ponga un freno a las demandas docentes como parte de una estrategia para mantener un techo bajo en las discusiones salariales que se vienen.
Es otro escenario que deja más dudas que certezas, y con un paro ya lanzado para el 6 de abril, un dato negativo que siguen de cerca los inversores.
Un tema que preocupa al establishment fue sintetizada en el último informe de Merril Lynch: "Macroeconomía prometedora, política bulliciosa".
Dicen que los observadores que envió esa subsidiaria del Bank of America al país para realizar el reporte se fueron tan entusiasmados por las medidas económicas como decepcionados por los magros resultados alcanzados para contener la protesta social.