Algo destacable, y en lo que generalmente coincidimos todos sobre Perón son sus frases. Frases que vaya uno a saber si fueron creadas por él, pero que pasaron a la inmortalidad porque el General las decía habitualmente como si fuesen las máximas de San Martín.
Una de estas sentencias, que forma parte de "Las 20 verdades peronistas" dice: "Primero la patria, después el movimiento y por último los hombres".
En realidad, estas frases hechas, son maquetineras y muy lindas en teoría, pero en la práctica no solo casi nunca se concretan, sino que por lo general ocurre todo lo contrario, como la que acabamos de citar. Lo que vimos en estos últimos días en cuanto a las confecciones de las listas de diputados y senadores de cara a las PASO es un claro ejemplo de ello.
Primero, los peronistas, y con Cristina a la cabeza, se preocuparon por los hombres, después por el movimiento y nunca, jamás, por la patria.
Rosca política, negociaciones, lucha de intereses y, principalmente la búsqueda de fueros quedaron evidenciados más que nunca, cuando en realidad, la suerte ya está echada.
Por ejemplo, ¿en qué cambiaría si en lugar de Taiana Cristina Fernández hubiese elegido a Zannini, Kicillof, Scioli o Kunkel como segundo en la lista de pre candidatos a senadores por su nuevo partido "Unidad Ciudadana"? En nada, absolutamente nada, porque quien va a votar a Cristina la va a votar sea como sea, por más que vuelva a conformar una lista con el mismísimo Boudou o Luis D’Elía.
A quienes piensan votar al kirchnerismo, nada les va a hacer cambiar de idea, por más que por cadena nacional aparezca un video mostrando como mataron a Nisman, solo por citar un ejemplo. Nada les va a hacer cambiar de opinión, y mucho menos si por la mismísima cadena nacional se les muestre, y demuestre, donde están los miles de millones de dólares y euros que robaron. Quien va a votar al kirnerismo ya está convencido, y es imposible convencer a un convencido.
Ellos están seguros de que el kirchnerismo hizo las cosas bien, y que todo lo demás es diabólico, con Macri a la cabeza como si fuese el mismísimo satanás personificado, diciendo que es la reencarnación del neoliberalismo de los 90, cuando su ignorancia y/o conveniencia no les permite ver que en realidad, quienes no solo mejor representan a los 90 son el kirchnerismo, sino que además todos ellos, en los 90, fueron menemistas.
Se puede estar de acuerdo o no con la gestión de Cambiemos, que dicho sea de paso cometió, comete y seguirá cometiendo muchos errores. También se puede estar de acuerdo o no con las propuestas de otras fuerzas políticas, pero lo realmente inentendible es no ver el desastre que nos legó el kirchnerismo, que más que herencia es una hipoteca que costará varias décadas levantar.
El solo hecho de que se hayan ido del poder dejando las reservas del Banco Central en cero es la mejor demostración de que el modelo, además de haber sido un rotundo fracaso, fue una gran mentira. Mentira que muchos, por comodidad, compraron, sin importarles el daño que le estaban haciendo al país. No hay medias tintas, no hay subjetividad que valga, no hay otra conclusión posible.
Que las reservas del Banco Central hayan quedado en rojo, cuando además, se hayan robado, entre otras cosas, los fondos de la ANSES, son la conclusión de todo. Es el resultado final que demuestra el fracaso. Esto es realidad, no es materia opinable; por lo tanto, es inentendible que todavía un sector muy importante de la población tenga decidido seguir votando a Cristina.
Esta decisión, nos involucra a todos, porque somos todos nosotros, en definitiva, quienes con nuestro voto amos a determinar que es lo que queremos, porque cuando logremos votar con criterio analítico, sin egoísmo, pensando en el futuro de nuestros hijos, en el bien común, con cultura cívica y sin absurdos fanatismos, cuando votemos usando un mínimo de inteligencia, con sentido patriótico, habremos hecho del voto nuestro derecho tal cual debería ser.
El voto es nuestra arma, si la usamos bien defendemos nuestro presente y futuro. Si la usamos mal, idealizando, no analizando, cometemos un delito, matamos el presente de todos y el futuro de los demás.
En octubre se votará por un país corrupto o por otro decente. La corrupción no es una fatalidad, sino una decisión, y la sociedad debe combatir la impunidad que la hace posible.