La Real Academia Española define la palabra mafia como una organización criminal, secreta o clandestina, que defiende sus intereses con violencia, intimidación y chantajes. Los más de doce años de kirchnerato se apoyaron en una matriz mafiosa y corrupta. Por eso fue el gobierno que mayor cantidad y variedad de delitos cometió en democracia. Néstor y Cristina fueron los jefes de una estructura que fomentó y protegió a distintos eslabones mafiosos de una cadena nefasta.
No fue magia, fue mafia.
La mafia de los trenes. Es la más terrible de todas porque dejó en evidencia que la corrupción mata. 51 personas, una por nacer y casi 700 heridos fue el resultado horroroso. En este caso el triángulo mafioso fue integrado por funcionarios ladrones y ya condenados por la justicia como Ricardo Jaime o Juan Pablo Schiavi, empresarios como Claudio Cirigliano y sindicalistas. Todos estaban complotados para la circulación de coimas, subsidios inflados y ausencia total de mejoramiento de las vías, los vagones y los andenes. Por eso Julio de Vido, el ministro responsable está en pleno juicio oral y público acusado de estrago y fraude. Pese a tantas evidencias y condenas de la justicia, Cristina tuvo la cara de piedra de decir que el estado no tuvo nada que ver y que el único culpable fue el maquinista.
Es tan fría y distante Cristina que ni en aquel momento ni este último reportaje fue capaz de tener una palabra de pésame, de acompañamiento en el dolor para los familiares de las víctimas. Tal vez por eso, la madre de Tatiana Pontiroli la trató de “asesina” cuando se le encontró en una misa por la aparición con vida de Santiago Maldonado:
Es verdad que Marcos Córdoba no logró frenar el tren. Pero la formación del Chapa 16 chocó a 20 kilómetros por hora. Con otra infraestructura de seguridad y de prevención, a esa velocidad, no hubiera muerto nadie. ¿Quién es el irresponsable que no hizo esas inversiones y que utilizó esos fondos para enriquecerse? La mafia ferroviaria.
No fue magia, fue mafia.
La mafia del Pata Medina. Tiene todos los componentes de una película de Francis Ford Cóppola. Solo faltó que se desarrollara en Sicilia y no en La Plata y zona de influencias. La familia Medina completa y sus buenos muchachos robaron fortunas, extorsionaron a medio mundo, paralizaron obras con sus brazos caídos y personas intimidadas, las coimas, las drogas y las armas eran cosa de todos los días mientras el padrino fumaba su narguile. Un patrón del mal que batió todos los records. Le hizo perder a todos los ciudadanos platenses pero a los más pobres sobre todo, inversiones por 31 mil millones de pesos que destruyeron 20 mil fuentes de trabajo. Le recuerdo que las obras de construcción civil cayeron de 650 por año a 80. El metro cuadrado costaba un 40% por ciento de promedio más que en otros lugares. Manejaron 10 millones de dólares, se fundieron empresas pymes. La Plata se convirtió en el municipio de mayor desocupación con el 10,5%. Mientras armaron un imperio y se convirtieron en millonarios con yates, helicópteros, aviones bajo la protección y complicidad de Pablo Bruera, Daniel Scioli con quien hizo actos y de la propia ex presidenta Cristina. En las PASO, la mafia del Pata apoyó su candidatura.
No fue magia, fue mafia.
La mafia del Caballo. El mismo mecanismo de corrupción, patotas y extorsiones con lavado de dinero incluído se dio en el sindicato de Omar “El Caballo” Suárez que ya está preso. También fue uno de los preferidos de la ex presidenta igual que José Pedraza, quien también está en la cárcel por el asesinato del militante Mariano Ferreyra.
No fue magia, fue mafia.
La mafia de los pingüinos. Este es el entramado más complejo y antiguo porque hunde sus raíces en Santa Cruz, la cuna del kirchnerismo. Una banda que acompañó a Néstor y Cristina y los enriqueció mientras se enriqueció y estafó al país en miles de millones de dólares. Acá podríamos hablar horas y horas porque son los códigos del hampa que atravesaron más de una docena de años de gobierno nacional sin contar las manos en la lata que metieron desde que todo comenzó en la intendencia de Río Gallegos. Hay que contabilizar la cadena de hoteles K, las hectáreas de estancias y propiedades de Lázaro Báez que lo convirtieron en el tercer terrateniente de la Patagonia, su millar de vehículos y hasta el avión que por suerte hoy está al servicio de las fuerzas de seguridad. Algo de lo robado que vuelve al pueblo. Pero el cártel de Santa Cruz es mucho más que los Kirchner y los Báez. Aquí hay que contabilizar al jefe de operaciones, Julio de Vido que tiene que explicar los agujeros negros, los sobreprecios y las coimas de la obra pública, la energía, la embajada paralela con Venezuela, la compra de trenes chatarra y los subsidios para todos los amigos además del desvío de 264 millones de pesos en Rio Turbio. Por este tema, dos fiscales pidieron el desafuero de don Julio y que fuera encarcelado inmediatamente. Don Julio tuvo su propio estado mayor de la corrupción. Ricardo Jaime que ya está preso, Roberto Baratta que va camino a la cárcel, el corcho Rodríguez como símbolo de las megacoimas de Odebrecht y el resto de su familia y equipo. Y la gran estrella mediática. José López y la monja Inés Aparicio. Los nueve millones de dólares en el convento convirtieron a ambos en el símbolo televisivo más impactante de estos años junto a Martín Báez contando dólares sucios en La Rosadita.
La ex presidenta llegó a decir sin que se le cayera la cara de vergüenza que por un par de casos de corrupción no se puede caracterizar a todo un gobierno como corrupto. Un par de decenas de casos de corrupción con una conducción vertical permanente de los jefes políticos, es decir Ella y El. Fue memorable su actuación cuando le recordaron a José López, el llanto contenido y el vaso de agua que le alcanzan.
No fue magia, fue mafia.
La mafia de la justicia. La que se dedicó a proteger a Néstor y Cristina y a todos los funcionarios corruptos. Norberto Oyarbide ya quedó fuera de juego y Eduardo Freiler está a punto de dejar de ser juez. Pero la maquinaria de blindaje e impunidad se mantiene intacta con decenas de fiscales y algunos jueces todos bajo la conducción estratégica de la procuradora Alejandra Gils Carbó que en poco tiempo va a ser procesada por una coima de 8 millones de pesos por el juez Julián Ercolini. Tal vez por eso, hoy cambió de abogado y convocó al desconcertante León Arslanián.
Ni hablar de la mafia de los crímenes.
Del asesinato de Alberto Nisman que Cristina intenta desacreditar, mezclando todo y diciendo sobre la Gendarmería que los que no pueden encontrar a Santiago Maldonado no nos pueden decir que mataron a Nisman.
¿Y el triple crimen de General Rodríguez, vinculado a la efedrina kirchnerista?
Y el vínculo del gobierno K y de Aníbal Fernández con los narcos. La efedrina, los aportes de las droguerías a la campaña de Cristina y el aumento geométrico de la producción, venta, consumo, exportación y lavado de dinero de la droga. Hasta uno de los capos del Cartel de Cali, José Piedrahita Ceballos se instaló en Argentina y lavó 15 millones de dólares.
Insisto que si hablamos de las mafias kirchneristas no terminamos más. Pero para cerrar está el intento de apropiación de la fábrica de hacer billetes: El caso Ciccone. Va a juicio oral mañana y probablemente le voy a dedicar toda la columna a este malandra de estado.
Por eso no hay mejor definición que esta: No fue magia. Fue Mafia.