Hace muchos años que conozco a Cristina. Ya le dije que soy el periodista que más veces la entrevistó cuando era diputada y senadora. A esta altura estoy convencido que es una mentirosa serial y compulsiva que tiene la cara de piedra y el estómago de acero. Dice falsedades sin que se le mueva un músculo. El detector de mentiras debería encender todas sus alarmas cuando es capaz de decir, muy suelta de cuerpo:
– No recuerdo eso de que en Argentina había menos pobres que en Alemania.
No es necesario (diría Carlos Menem con quien Cristina compartió 7 veces la boleta electoral). Para que decir esa mentira tan evidente. Ella tranquilamente podría haber dicho: “Bueno, fue una exageración producto del apasionamiento del debate. Un intento de defender al gobierno frente a tantos ataques”. Pero no. Dice que no se acuerda y encima quiere que nosotros lo creamos. De todos modos, el periodismo es un servicio y estamos aquí para ayudarla, reina Cristina. Para refrescar su memoria:
Fue su lenguaraz, Aníbal Fernández el que dijo que había menos pobres que en Alemania y fue usted la que planteó al mundo que en Argentina había menos de un 5% de pobreza. Están los videos y los audios en youtube para el que quiera escucharlo.
¿Ahora se acuerda, doctora? Faltó que dijera que teníamos menos pobres que en la Luna y Júpiter juntos.
Bueno, mejor pasemos a otro tema. No hay peor sordo que el que no quiere oír.
En otro momento acusó al gobierno de Macri de querer desplazar a la procuradora Alejandra Gils Carbó.Y por eso dijo que no había estado de derecho.
Dan ganas de reír si no fuera para llorar. Ya es una costumbre decir que “en la Argentina no hay estado de derecho” Al procurador Esteban Righi, un auténtico camporista de la primera hora, usted lo sacó de un plumazo. No le duró un round. Por defender a un atorrante y delincuente como Amado Boudou, el vicepresidente que usted eligió, tiró por la ventana a Righi que con su silencio permitió una de las mayores humillaciones de su carrera política. Y Alejandra Gils Carbó sigue en su cargo vivita y coleando pese a que es su jefa de operaciones contra el gobierno en la justicia y que el organismo que ella encabeza pagó una coima de 8 millones de pesos en la compra de un edificio. Gils Carbó sigue precisamente, porque hay estado de derecho.
Pero el colmo del maquillaje y la ficción fue cuando hizo puchero y pidió un vaso de agua porque se le quebró la voz cuando se acordó de José López. “Lo odie como pocas veces he odiado”, dijo de alguien que viene siendo la mano derecha de Julio de Vido, el cajero del proyecto kirchnerista desde que empezaron allá en Rio Gallegos.
Lágrimas de cocodrilo o pucherito de pinguina, con el mismo gesto de una actriz quebrada por el dolor que puso en la iglesia de Morón, con la foto de Santiago Maldonado en sus manos.
Pero el colmo de la hipocresía, el cinismo y la manipulación fue cuando aseguró que “no es justo decir que nuestro gobierno fue corrupto. No puede explicar su colosal enriquecimiento ni el de sus amigos, socios, cómplices o testaferros empresarios y es casi imposible encontrar un funcionario decente en su gobierno. Ahora se le descubrieron 5 millones de dólares más en 22 plazos fijos que no había declarado. Esa es la verdad y por eso la justicia, pese a su lentitud, tiene decenas de procesados camino al juicio oral como usted y varios detenidos como Víctor Manzanares, su contadora doctora, Lázaro Báez, Ricardo Jaime, confeso corrupto, José López el que se ganó su odio, el general Cesar Milani, su jefe del ejército preferido y otros personajes menores que integraron la banda delictiva, como el cuñado de De Vido.
Y tal vez lo más provocador de su parte es disfrazarse de corderita patagónica y decir que nada tienen que ver con el asesinato de Alberto Nisman. Fue usted la que ordenó dejar de investigar a Irán, fue usted la que le hizo firmar a Timerman el tenebroso pacto clandestino de impunidad y fue usted la que designó a Sergio Berni que convirtió la escena en un chiquero donde casualmente no se encontró la huella de nadie. Y fue y es usted la principal acusada por el fiscal Nisman de encubrimiento agravado de los terroristas de estado que volaron la AMIA. Y fue usted la que no tuvo ni una palabra de pésame para la familia del muerto.
Para el final dejé la mentira más grosera. Usted dijo que durante su gobierno no hubo persecución y que los medios del estado fueron democráticos.
Bad information, arquitecta egipcia. Su gobierno y el de Néstor fueron los más autoritarios desde el retorno de la democracia. Utilizaron todo el aparato del estado para atacar a periodistas, jueces y políticos que no se arrodillaron ante el altar de su cristinato cleptocrático.
Carpetazos extorsivos de los servicios de inteligencia, inspecciones integrales eternas y extorsivas de la AFIP, afiches para que los chicos escupieran a colegas, un bizarro y musoliniano juicio presuntamente popular en la Plaza de Mayo, apriete a dueños de medios y a empresas anunciantes que produjeron censura y autocensura y escraches y palizas callejeras que lamentablemente sufrí en carne propia. Hasta un abuelito que usted calificó como “amarrete” fue víctima de su rayo láser desde los atriles y las interminables cadenas nacionales.
En otra parte del intercambio de preguntas y mentiras usted justificó estos ataques porque la insultaban groseramente: le decían “Yegua, puta y montonera”.
Usted debería saber, como exitosa abogada que nunca ganó un juicio, que una cosa son las órdenes desde el aparato del estado para agredir y estigmatizar al que piensa distinto y otra, muy distinta, es un cartel o una pintada suelta con insultos de alguien anónimo. Usted fomentó y jamás condenó los latigazos autoritarios que propinaron sus ministros y más fieles seguidores.
Fíjese que recién ahora dice una obviedad grande como una casa de que el gobierno de Macri “No es una dictadura”, pese a que su tropa lo canta todo el tiempo y su amiga Hebe de Bonafini lo dice a cada rato. Y encima intenta confundir al asegurar que en este país no rige el estado de derecho y lo compara con la dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela.
Esto no se lo van a perdonar ni sus propios seguidores. Ellos aman al chavismo que se cayó de maduro aunque hayan llenado las cárceles de presos políticos y las calles de asesinados a sangre fría por el régimen.
La desafío, doctora, a que encuentre a un solo periodista profesional incluso de los críticos más implacables como es mi caso que la haya dedicado insultos groseros como los que usted dice:
Yo jamás dije, ni diría que usted ni nadie es una yegua, puta y montonera.
Si dije y lo repito que usted el 22 de octubre se juega su libertad ambulatoria y la posibilidad de tener que devolver la fortuna que robaron que hasta ahora aseguraba el futuro de sus hijos y nietos y de toda la descendencia de la dinastía Kirchner.
Si dije y lo repito que usted tenía joyas dignas de una monarca que después de una denuncia de Graciela Ocaña dejó de usar. Collares, anillos, pulseras, oro y más oro que no había declarado y que no se sabe con qué dinero y donde se compró. ¡Qué bueno sería preguntarle sobre eso y tener a mano el video con esas ostentosas joyas para mostrarle en cámara si usted es capaz de decir que no se acuerda en donde escondió ese oro sucio de corrupción.
Si dije y lo repito que usted llevó al peronismo a la peor actuación de su historia con el 34% de los votos. Peor que Aníbal, peor que Herminio.
Si dije, digo y seguiré diciendo que usted ha sido la presidenta más autoritaria, soberbia, dañina y corrupta desde el regreso de la democracia en 1983. Si dije todo eso. Y no me arrepiento. Me siento orgulloso pese a cierto periodista pecho frío que me critica por no ser moderado. Si todos hubiéramos sido moderados, hoy gobernaría el chavismo cristinista, reinaría la censura y la moderación se la tendrían que meter en el bolsillo.