Desde hace más de un mes diario Página/12 dejó de reflejar las clásicas columnas dominicales de Horacio Verbitsky. Mucho se especuló al respecto, e incluso hay quienes aseguran en las redes sociales que el columnista fue eyectado de ese matutino.
El propio periodista se encargó hoy de aclarar los tantos en el emblemático pirulo de tapa de Página, confirmando de alguna manera las sospechas:
Luego de 30 años de contacto semanal con muy contadas interrupciones, mi columna dominical ha dejado de aparecer en Página/12. Esto ha motivado un aluvión de mensajes inquiriendo por las razones de la ausencia. Estas líneas son para agradecer el afecto y calmar la inquietud.
Las urgencias de un año político me impidieron tomarme las vacaciones correspondientes hasta la conclusión del proceso electoral. Por este único medio informo que dedicaré el próximo año a cuestiones pendientes que demandan mucha atención.
En primer lugar, dos libros en preparación y la reedición de los veintitantos anteriores. Liberado del contrato con una editorial que saboteó la difusión de mis trabajos sobre la historia política de la Iglesia Católica en la Argentina, he acordado la publicación integral de toda mi obra con la editorial Siglo XXI.
Además, desde fines del año pasado estoy encarando nuevos proyectos en un entorno audiovisual y digital, de los que los tendré al tanto para no perder el contacto, que yo valoro tanto como ustedes.
A su vez, el dueño de Página, el siempre oscuro Víctor Santa María, también dejó su opinión debajo de la de Verbitsky:
Tal como lo expresa Horacio en su texto, y ante las numerosas consultas recibidas por todos nosotros en función de su decisión de tomarse un tiempo para sus proyectos editoriales, reafirmamos con más fuerza que nunca nuestro compromiso con la línea editorial que Página/12 supo construir a lo largo de sus 30 años de vida y redoblamos el esfuerzo de manera de seguir ofreciendo por todos nuestros canales de comunicación la otra mirada, tan necesaria e importante en estos tiempos de cerrojo informativo.
¿No suena al clásico “no aclares que oscurece”?