La lucha feminista, que a partir de #NiUnaMenos cobró una visibilización exponencial, llega al paro del jueves, el 8M, desbordando a las militantes y alcanzando a mujeres que comenzaron a replantearse su vida cotidiana, desde plantarse a la hora de repartir tareas en la casa hasta autopercibirse como víctimas de violencia o convertirse en activistas.
"Yo empecé a hacerle notar a mi marido que no tengo por qué hacer todo lo de los chicos yo, que son sus hijos y que tiene que hacerse cargo también. El fin de semana, por ejemplo, le dije que se levante él y yo dormí dos horas más", asegura Bárbara, una joven 31 años, licenciada en Comunicación Audiovisual.
Bárbara convive con su pareja hace once años; se conocieron estudiando en La Plata, se enamoraron y decidieron tener un hijo: "Nos fuimos a Trelew, de donde soy oriunda, y con la ayuda de ambas familias nos pudimos acomodar. Cuando terminé la carrera vinieron a buscarme del canal local para trabajar, pero yo elegí quedarme con los chicos", afirma.
Sin poner en cuestión esta elección, a la que sigue apostando, lo que la joven expresa es aquello que refleja un grafiti viralizado en el último tiempo en las redes donde se ve a una mujer limpiando con la leyenda: "Lo que llaman amor es trabajo no pago".
"Ahora no dejo que mi marido me diga que no trabajo, yo le respondo que trabajo 24 horas, que doy la teta a la noche mientras él duerme, y que me rompo el culo todo el día en la casa. Nadie valora este trabajo", expresa Bárbara.
Una Encuesta de Uso del Tiempo presentada por el Sistema de Indicadores de Género -elaborado por la Ciudad de Buenos Aires- arrojó que si bien hubo un incremento en el porcentaje de varones que hacen tarea doméstica (pasó de 67,5% en 2005 a 83% en 2016), la cantidad de tiempo que le dedican se mantiene estable en dos horas.
La historia de Fiorela (32 años) es distinta a la de Bárbara: hija mayor de seis hermanos, educada en una escuela religiosa, asegura que nunca se sintió "cómoda" en el rol que la sociedad le asignaba; sólo a modo de ejemplo, ella junto a sus dos hermanas conformaron un equipo de fútbol rompiendo el mandato de que las "nenas no juegan con pelotas".
"Cuando terminé el secundario empecé Ingeniería, la mayoría eran varones. En 2015 decidí cambiarme de carrera, empecé a estudiar Ciencias de la Atmósfera en la UBA, y a mitad de año pasa #NiUnaMenos. Un compañero me acercó a una organización que brinda asesoramiento sobre el uso de la pastilla para abortar y así arranqué la militancia", recuerda Fiorela.
La joven describe que si bien hoy no sigue militando, no duda en definirse como "feminista": "Creo que la mejor imagen que se puede usar es pensar que te sacás una venda de los ojos, entonces vas identificando todo el tiempo cosas que están mal, es una pelea cotidiana, desde tu casa, hasta la calle, el laburo, es decir, en todos los ámbitos", sostiene.
En referencia a la violencia los indicadores son contundentes: a partir de #NiUnaMenos hubo un aumento en la autopercepción de las mujeres como víctimas acompañado con una mayor posibilidad de denuncia dada por el entorno.
En la línea 144, hasta abril de 2015, los llamados por casos nuevos no superaban los 2.000 al mes, mientras que en junio -cuando se realizó la primera marcha de #NiUnaMenos- superaron los 4.500.
Los últimos datos brindados por el Instituto Nacional de la Mujer indicaron que las llamadas de personas que se contactan por casos de violencia de género por primera vez a la línea 144 en 2017 aumentaron 46 por ciento respecto de 2016.
Por su parte, la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, informó que pasó de 5.379 denuncias en 2010 a 10.719 en 2016; mientras que sólo en el primer semestre de 2017 se registraron 4.807 denuncias.
"El entorno siempre repercute en las singularidades. Poniendo un ejemplo extremo, si un país está en guerra sus habitantes estarán intervenidos por eso. En el último tiempo hay una mayor sensibilidad a pensar las problemáticas que atraviesan las mujeres, hay un mayor debate en la agenda pública y esto repercute en las subjetividades", señala por su parte a la agencia de noticias Télam la psicoanalista Patricia Alkolombre.
Y continúa: "Ahora bien, la forma en la que el entorno va a movilizar cada singularidad depende de esa mujer, de cómo piensa, decide, construye, y de su historia".
Para la especialista "existe un contraste entre los avances logrados que abrieron paso a las mujeres en muchas áreas y la coexistencia con vínculos y relaciones de poder alienantes, tanto a nivel conyugal como en el entramado social".