El Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) aseguró que hay “evidencias científicas” que indican que la legalización de la interrupción del embarazo “no genera prácticas sexuales más irresponsables sino menos abortos”, al tiempo que lamentó que en las discusiones sobre el tema prevalecen las opiniones subjetivas y la poca consideración a las evidencias científicas”.
“En esencia lo que está en discusión es si es pertinente que la sociedad le imponga a una mujer concebir un hijo contra su voluntad o si lo que corresponde es que se respete su decisión de interrumpir el embarazo”, planteó IDESA en su último informe semanal.
Al respecto, indicó que “desde hace muchos años en los países desarrollados el aborto tiene el tratamiento legal que ahora se propone en Argentina” y en ellos “es la mujer la que decide continuar o no con el embarazo”.
Por el contrario, “en los países en vías de desarrollo prevalecen normas más restrictivas, como las que actualmente rigen en la Argentina”, señaló, para luego advertir que “estas divergencias permiten evaluar de manera objetiva las consecuencias de adoptar diferentes estrategias”.
“El aborto es una experiencia muy traumática que difícilmente alguna mujer la considere trivial ni mucho menos que la disfrute. Pero ser obligada a procrear sin desear tener hijos puede generar, en algunos casos, una situación más traumática aún”, destacó la consultora, para agregar al respecto que “solo de esa manera se explica que en los países donde el aborto es ilegal muchas mujeres estén dispuestas a poner en riesgo su vida en intervenciones clandestinas con tal de interrumpir el embarazo”.
IDESA precisó que “las evidencias están mostrando que es poco probable que una mujer llegue a un embarazo no deseado porque el aborto sea legal y, además, que la legalización ayuda a que sean más eficaces las políticas orientadas a promover prácticas sexuales responsables y a darle contención y orientación a quienes enfrentan un embarazo no buscado”.
En ese sentido, reconoció que “merecen ser respetadas las posiciones fundadas en consideraciones éticas y religiosas que sostienen la oposición a la interrupción del embarazo” pero que “el mismo tratamiento merecen quienes consideran que no corresponde obligar a una persona a concebir un hijo que no quiere tener”.
“Respetar la voluntad de las personas, en línea como lo hacen los países más desarrollados, no solo es un acto de tolerancia sino también una manera de generar estrategias más eficaces para evitar los embarazos no deseados”, sostuvo.
IDESA citó en su informe un estudio de la revista The Lancet de 2016, financiado por los gobiernos del Reino Unido, Holanda, Noruega, Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud, en el que se destacó que entre 1990 y 2014 “la tasa de abortos en el mundo bajó de 40 a 35 por cada 1.ooo mujeres con edades entre 15 y 44 años”.
Las diferencias se ponen de manifiesto al comprobarse que “en los países desarrollados esta tasa bajó de 46 a 27 por cada 1.000 mujeres”, pero “en los países en vías de desarrollo pasó de 39 a 37”.
“Estos datos muestran que en el último cuarto de siglo la tasa de abortos tuvo una importante disminución en los países desarrollados donde se respeta la decisión de la mujer en relación a continuar o interrumpir el embarazo”, indicó IDESA.
Por el contrario, “en los países en vías de desarrollo donde el aborto tiende a estar legalmente penalizado, la tasa se mantuvo prácticamente constante”.
IDESA concluyó que “estas evidencias científicas sugieren que la legalización del aborto no induce a prácticas sexuales más irresponsables sino que, por el contrario, genera las condiciones para una menor proporción de embarazos no deseados”.
Asimismo, informó que entre 2010 y 2014 “el 73% de las mujeres que abortaron fueron mujeres casadas o en unión conyugal mientras que sólo el 27% fueron mujeres que no vivían en pareja”.
“Esto refuerza la noción de que la legalización del aborto no promueve el libertinaje sino que opera como último recurso en la planificación familiar”, finalizó.