Quiero hacer una alerta: es muy importante cuidar la vida de los arrepentidos. Sería una doble tragedia explosiva que José Francisco López, Claudio Uberti, Ernesto Clarens y Carlos Wagner aparecieran ahorcados en su celda o muertos por haber consumido veneno en la comida, por ejemplo. Digo doble tragedia porque siempre la muerte de alguien lo es y también porque en este caso tendría la dimensión del encubrimiento y el intento de lograr impunidad para la banda criminal que se dedicó a saquear al país en la mayor corrupción organizada desde el estado en todo el mundo.
Hay que cuidar la vida de los que se jugaron la vida confesando delitos gravísimos y confirmando que todos los bolsos repletos de dólares sucios iban a parar a las manos de Néstor y Cristina.
Tal vez alguno piense que estoy exagerando. Pero hay algunos crímenes nunca aclarados y otros muy sospechados que salpican la trayectoria mafiosa de la familia Kirchner. No es una casualidad ni una frivolidad que tanto José López como Claudio Uberti y Norberto Oyarbide hayan expresado su temor por lo que les pudiera pasar a ellos y a su familia. El ex juez dijo que lo había agarrado del cogote y en un momento agregó: “Si me tienen que matar que me maten”. Uberti pidió custodia y Cristina le dijo que era un funcionario de cuarta categoría. López ahora integra el programa de testigos arrepentidos y su paradero siempre será secreto. Es para preservar su vida. Para que nadie lo mate y para que nada raro le pueda pasar. Son testimonios del corazón del poder cleptocrático y verdaderos pilares de la investigación. El pánico que José López mostró desde el primer día cuando apareció con casco y chaleco antibalas fue muy notable. López fue parte principal de ese sistema delictivo y por lo tanto sabe que es lo que los K son capaces de hacer.
El cumplía órdenes de Julio de Vido, el Gerente de las Coimas y la Corrupción, que manejó 126 mil millones de dólares y del matrimonio K. Son pingüinos ladrones o mejor dicho buitres ladrones de la primera hora. Cuando don Julio que está preso y no va a salir jamás, se quiso ir del gobierno de Cristina por tanto maltrato y desagradecimiento, Cristina no anduvo con vueltas: “De acá solamente te vas con los pies para adelante”. Ese lenguaje del hampa traducido significa: sabes tanto que si te queres despegar te vamos a matar. Me hizo acordar cuando Cristina dijo que “Hay que temerle solo a Dios y un poquito a mí”.
José López está preso hace dos años y hoy está custodiado por un grupo de elite llamado “Los Lobos” y muy poca gente sabe dónde pasa sus días. Igual que Leonardo Fariña. Cristina dijo que Uberti era de cuarta. Pero, ¿Que puede decir de José López que le llevó cataratas de dinero ilegal de las extorsiones a su casa durante 27 años? ¿Escuchó bien? Hace 27 años que José se ensucia las manos para enriquecer al matrimonio Kirchner. Empezó allá lejos y hace tiempo, en el año 1991, como vocal en Vialidad en Río Gallegos. La foto de aquel entonces lo muestra flaco, con el rostro fresco y las ambiciones a flor de piel. Hizo toda la carrera delictiva de la mano de Néstor y Cristina. Fue el encargado de cobrar y pagar las coimas y los sobornos, solamente en el área de la Obra Pública. En el transporte, el capo era Ricardo Jaime, en la energía Roberto Baratta y en los peajes y los negociados con Venezuela, Claudio Uberti. Los Kirchner eran y son ladrones, pero muy organizados.
El que primero se quebró fue el lugarteniente de José López. El arquitecto German Nivello confesó que le llevó millones a Baratta de parte de su jefe. Pero el también gozaba de un nivel de vida espectacular difícil de justificar, como una fiesta familiar en el Hotel Faena.
El momento estelar de Lopecito fue cuando llevó los 9 millones de dólares al convento de General Rodríguez. Su alma generosa los quiso donar a las monjitas que no eran monjitas en el monasterio que no era monasterio. Lástima para él, que lo hizo a la madrugada, que llevó un arma y que lo filmaron y lo agarraron in fraganti, con las manos en la masa.
Los Kirchner lo quisieron hacer pasar como el único ladrón. Como la única oveja negra de los pingüinos impecables. El no mintió: dijo que era plata de la política. Pero calló por miedo a que lo maten o que le pase algo a su familia. Se cosió la boca. Hay fuentes del servicio penitenciario que cuentan que José López se quebró mientras estaba mirando mi programa en TN. El martes pasado puse al aire el video en el que Cristina, casi gana el Martin Fierro a la peor actuación cuando finge que se quiebra, hace como que llora y dice que lo odió a José López. Que pensó en esos pibes revolucionarios que se tatúan al rostro de ella o de Néstor al lado del de Perón o del Che y a partir de ahí lo odió. Nos quiso engañar como que ese solo robo manchaba el gobierno sano y limpio de ella y su marido. Otra mentira gigantesca y sobreactuada.
No lo puedo confirmar porque me lo contó el pariente de un carcelero que estaba a dos metros de López. Dice que López a los gritos dijo: “Así que me odias Cristina, ahora me odias y me dejaste solo después que te llevé una fortuna colosal durante 27 años. Ahora vas a ver…”. Y al otro día pidió ir a vomitar todo lo que sabía con el fiscal Carlos Stornelli. Fue un torbellino de declaraciones durante horas.
Parece una serie de “El Padrino patagónico” o del “La patrona del mal”. Pero todo es real. No es ficción. No fue magia. Fue mafia.
Yo le hablé del miedo a morir. Es algo muy superior al robo o a la estafa. El crimen suele ser producto de situaciones inmanejables de transas o comportamientos que deben ocultarse a riesgo de que se desmorone todo lo que construyeron. Son pases de factura, venganzas, castigo a las traiciones.
Conviene alumbrar lo que pasó. En una ocasión el valijero arrepentido Leonardo Fariña expresó también su miedo a ser asesinado. En realidad él dijo “limpiado”. Y puso como ejemplo la muerte de Vittorio Gotti: “Averigua como murió Gotti y después me contás sin son capaces o no de limpiar gente”.
Vitttorio Gotti murió el 6 de abril de 2004 en un sospechoso accidente en la ruta de Punta Arena. Conocía cada curva de memoria y falleció junto a su esposa después de una pelea feroz con Néstor y Lázaro Báez por la empresa constructora de su propiedad. Esa compañía después fue el germen de la portentosa Austral Construcciones. ¿Sabe quién gerenció la empresa en la transición? Ernesto Clarens, ¿Le suena? El pirata de las finanzas de Néstor que ahora también es arrepentido.
Raúl “Cacho” Espinosa fue asesinado de un balazo en la puerta de su casa. Fue el 30 de enero de 2003 y a su lado, aterrada estaba su esposa embarazada de 5 meses. “Cacho” le gritaron para asegurarse que era él y lo liquidaron de un tiro. Típico de los crímenes por encargo porque no le robaron nada. Diez días antes Espinosa le había contado a Elisa Carrió como la empresa pesquera Conarpesa a la que él había pertenecido financiaba la campaña electoral de Néstor Kirchher, entre otros delitos. Escuche bien: la causa, que era una brasa ardiente en Chubut, pasó por las manos de 24 jueces. Hoy no se sabe nada. Todo prescribió.
Eduardo Taiano, el fiscal que en tres oportunidades evitó apelar las causas que sobreseían de enriquecimiento ilícito al matrimonio Kirchner por inexistencia de delito, sufrió el día clave el secuestro de su hijo. Los expedientes se cerraron, se garantizó la impunidad de Néstor y de Cristina y el hijo de Taiano fue liberado sin que le robaran un centavo. Lo mantuvieron en cautiverio hasta que su padre firmó lo que firmó. El propio Juez Norberto Oyarbide, en aquella oportunidad explicó que Taiano no apeló y lo podría haber hecho para mantener abiertas las causas. Otro fiscal, Guillermo Marijuan, sufrió las amenazas a sus hijas. Le avisaron que las iban a matar y le dijeron que recordara lo que le pasó al hijo de Taiano con su verdadero nombre pese a que jamás había trascendido públicamente.
Sebastián Forza, Leopoldo Bina y Damián Ferron fueron fusilados y arrojados a un zanjón. Se conoció el caso como el Triple Crimen de General Rodríguez. Habían estado vinculados al tráfico de efedrina y a los aportes de campaña de las droguerías a la campaña electoral de Cristina. Los tres detenidos actualmente por esos crímenes y por la triple fuga que protagonizaron son los hermanos Martin y Cristian Lanatta y Víctor Schillaci. En el actual juicio oral, Martin dijo que “Aníbal Fernández era el responsable intelectual de triple asesinato y el ideólogo de la fuga”. Lanatta trabajó como puntero de Aníbal en Quilmes y luego en el RENAR (Registro Nacional de Armas) cuando lo presidía Andrés Meiszner, hijo de Jose Luis y socio de Aníbal en el estudio jurídico. Los Lanatta otorgaban a cambio de coimas permisos especiales para portar armas. Anibal y Meiszner padre fueron las máximas autoridades del club Quilmes y luego fueron derrotados por paliza en las elecciones donde sus rivales sacaron el 77% de los votos. Ambos fueron piezas claves en el armado junto a Julio Grondona de Fútbol para Todos con la bendición de Cristina. Meiszner estuvo preso por el Fifagate.
Alberto Nisman fue el fiscal asesinado de un balazo en la cabeza según la pericia de la Gendarmería. Es muy conocido el caso pero digamos que había denunciado a Cristina y otros cómplices por haber protegido a los terroristas que volaron la AMIA. Horas antes de exponer ante el Congreso, Nisman apareció muerto en su departamento.
Los temores a morir expresados por Oyarbide, Uberti, López y De Vido entre otros, tienen fundamento.
Creo que ya es hora de que hablen algunos protagonistas claves que callaron y que fueron honestos como Sergio Acevedo y el juez de la Corte Suprema de Justicia, Horacio Rossatti.
Podrían sumar algunos datos sobre el mecanismo perverso. Acevedo renunció como gobernador de Santa Cruz cuando le quisieron imponer una obra con coimas y se fue a trabajar de profesor en Caleta Olivia y abandonó la vida pública, tal vez por temor a sufrir represalias. Rossati era ministro de justicia y cuando lo obligaban a construir cárceles con las mismas coimas que el resto de las obras públicas, renunció y se fue a su casa. Dos gestos de dignidad que hoy podrían tener un aporte importante a las investigaciones.
Para que Nunca más haya corruptos en el gobierno. Y para que nunca más nadie tenga miedo a ser asesinado o a que los suiciden. El miedo es el peor veneno de la democracia. Y el miedo a morir es el paso previo a las tiranías.