¿Por qué Cristina Fernández permitió el desafuero y la detención de Julio De Vido? Una historia de rencores y traiciones que asoma a la superficie.
No sabemos si José López lo dijo en su declaración como arrepentido o lo confesó “off the record” a la Justicia con el fin de dejarlo como la frutilla del postre para más adelante.
Claudio Bonadío y Carlos Stornelli sólo le ofrecen información de secreto de sumario a dos grandes multimedios, La Nación y Clarín, y el resto del periodismo tenemos que husmear entre los rumores que se filtran accidentalmente. Y una de esas versiones nos llegó de fuentes fidedignas que siempre nos contaron verdades que el tiempo confirmó.
Esta vez la bomba es mucho más poderosa de lo que se contó hasta ahora.
Nos cuentan que López comentó que los 9 millones de dólares que llevó al convento de General Rodríguez fue producto de una “mejicaneada” que le hizo Julio De Vido a Cristina Fernández.
Al parecer, llevó el dinero aquella madrugada de apuro y después sería retirado por su jefe, el ex ministro todopoderoso del kirchnerismo.
Eran bolsos que debían ser entregados a la entonces presidenta, pero por diferencias insalvables entre De Vido y Cristina, el ex funcionario pensaba quedarse con esos millones y no entregarlos a su jefa inmediata.
Cristina se enteró de que nunca los recibiría y su odio hacia Don Julio explotó mal, a tal punto que cuando el Senado trató el desafuero de De Vido la orden de Cristina a su gente fue que voten por la destitución, que luego le costó la cárcel.
Es lógico que nadie puede denunciar que le robaron dinero de la corrupción, pero soltarle la mano a De Vido fue la forma de vengarse de la ex presidenta.
Una vez que López decidió hablar, ya no hay secretos para esconder, a lo sumo dejar para el final de su confesión lo que hasta ahora era el misterio del convento, los bolsos y el origen de esos millones sucios.
Si López lo confesara ya en el sumario —si no lo hizo hasta ahora—, habrá que ver si De Vido ratifica la versión para mejorar su situación procesal.
Ya se sabe que un arrepentido sólo adopta esa condición señalando a sus superiores y no hacia abajo. De Vido puede ratificar si en verdad intentó robarle la porción de dinero que le correspondía a su única instancia superior: la presidenta de la Nación.
Probarlo no le será sencillo, pero es la última carta que le queda a Don Julio y además debería reconocer su propia traición.
Con López ocurre aquel dicho de “hubo que darle una cachetada para que hable… y después varias más para que no siga hablando”.
Pero De Vido quedó con la sangre en el ojo cuando Cristina apoyó su desafuero y los que están insertos en el lodo del robo y la traición serial no tienen límites ni pudores.
Ni Neftlix podría novelarlo con más suspenso.