La presunta operación contra el fiscal Carlos Stornelli, que derivó en la exposición del “abogado” Marcelo D’Alessio por pedir coimas a un empresario, puso en jaque a dos de los principales medios del país: Clarín y Página/12. Más puntualmente a sus “periodistas estrella”: Daniel Santoro y Raúl Kollmann.
Uno y otro quedaron expuestos por su participación en el escándalo de marras. Cada uno a su manera, ciertamente.
En el caso de Santoro, aun debe explicar debidamente sus vínculos con D’Alessio, a quien introdujo en diversos ámbitos —tanto periodísticos como políticos— como un experto “todoterreno”.
Ello aun cuando ya venía siendo cuestionado y hasta cargaba con una denuncia por extorsión desde el año 2013, muy similar a la que lo jaquea en estas horas. Incluso, Santoro solía decir en “off” a quien quisiera escucharlo que D’Alessio era colaborador de la DEA, lo cual se comprobó una patraña.
Entonces, aparece la duda inevitable: ¿El periodista actuó a sabiendas o sin saber a quién estaba promoviendo? Cuesta creer que se trate de lo último, ya que, como se dijo, D’Alessio, cuenta con un historial de desaciertos e intentos de extorsión.
Santoro se escuda diciendo que se trata de una de sus tantas fuentes de información, pero… ¿a qué otros informantes promovió a relevantes cargos oficiales y llevó consigo a programas de televisión? No hay que olvidar, siquiera por un momento, que fue Santoro el presentador entre Stornelli y D’Alessio.
Respecto de Kollmann, se deja ver en el otro extremo del escándalo, ya que su voz aparece en las escuchas telefónicas en las cuales el malogrado Roberto Baratta da indicaciones para armar la operación contra Stornelli.
Al igual que Santoro, el periodista escribió un breve descargo asegurando que es normal que un periodista hable con fuentes que están en prisión.
No se equivocó: es cierto que uno debe hablar con informantes de todo tipo. Lo que jamás debe hacerse es aceptar que esas fuentes den instrucciones al periodista. Es lo que ocurre con Kollmann, en esta y otras causas: siempre aparece obedeciendo lo que alguien le ordena que haga. Ya lo ha demostrado sobradamente en la causa AMIA, también en torno al caso García Belsunce y otros.
Pero Santoro y Kollmann no son casos aislados: aún hay varios que deben explicaciones y “meas culpa” por haber ensalzado a D’Alessio.
Aparte de Clarín, también se esperan las disculpas del grupo América e Infobae, entre otros. ¿Aparecerán en algún momento? Difícilmente.
Así son los grandes medios: se quejan de las fake news y los pequeños portales de información, pero jamás se hacen cargo de sus pifies.
Todos parece adherir a aquella añeja frase del saber popular, “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”.