Fue muy simbólico y se prestó a diversas interpretaciones que el presidente electo fuera quien concurriera al departamento de su vice en Recoleta. No fue al revés; de hecho Cristina Fernández de Kirchner jamás fue a conocer siquiera la sede de campaña de la calle México, ni tampoco pisó las nuevas oficinas de Puerto Madero, donde funcionan los equipos que se preparan para asumir el 10 de diciembre. Fue Alberto Fernández el que se desplazó hasta el departamento de la calle Juncal y al salir aseguró por primera vez que el Gabinete estaba ya definido.
Es imposible no pensar a partir de esos dichos que el futuro presidente no haya ido allí a poner en consideración de su vice los nombres elegidos.
Sobre todo a partir de que después de esa reunión de la que Alberto F. salió diciendo que los nombres ya estaban, comenzaran a surgir dudas y modificaciones. Tan cerrado no estaba todo, o la exmandataria usó su poder de veto para algunos de los nombres que leyó en el organigrama que le mostraron.
El casillero principal, correspondiente a Economía sigue siendo la principal incógnita. Matías Kulfas es el que está más firme, pero ya no figura como ministro de Economía. Y Guillermo Nielsen, que hace unos días era número puesto en ese sitial, hoy no está claro cuál será su destino, si es que lo tiene en el equipo que anunciarán. En la medida que no surjan confirmaciones, las dudas alcanzan hasta a los que estaban más seguros.
Si hasta hay quienes ahora abren interrogantes sobre Felipe Solá, que desde hace tiempo se viene probando el traje de canciller. ¿Lo objetó Cristina? ¿Esas versiones tendrán que ver con la suspensión del viaje que debía emprender Alberto esta semana a Europa? Más misterio.
Ese encuentro en día feriado en el departamento de Cristina dejó más tela para cortar al trascender que allí estuvieron también Eduardo “Wado” De Pedro, futuro ministro del Interior, y fundamentalmente Máximo Kirchner. Porque para entonces ya sonaba fuerte su nombre como eventual reemplazante de Agustín Rossi. Molesto por tener que volver al Ministerio de Defensa, el santafesino blanqueó esa misma noche que el primogénito de los Kirchner era número puesto para sucederlo. No lo confirmó, y las fuentes consultadas en el Instituto Patria lo relativizaron. Pero será Máximo, ya es un hecho, según confirmó a este medio una fuente legislativa con acceso directo a Cristina.
Muchos sugirieron que la vicepresidente electa volvió “recargada” desde Cuba. Dispuesta a tomar un protagonismo deliberadamente menguado en la campaña. En rigor, Cristina está haciendo ahora exactamente lo que planeó en la semana previa a ofrecerle a su ex jefe de Gabinete reemplazarla al frente de la lista presidencial.
La expresidenta pasó en el Congreso 15 de los 25 años que lleva en la política nacional, por eso conoce muy bien la importancia del Poder Legislativo, al que en esta etapa nueva que iniciará a partir del 10 de diciembre pretende manejar...
Si algunas dudas quedaban de ello, se despejaron la última semana. La incidencia de Cristina Fernández irá más allá de la Cámara alta que presidirá, y donde va a digitar todos los cargos principales. La presencia de su hijo al frente del bloque oficialista de la Cámara baja es una prueba de que su incidencia se extenderá a Diputados, donde Sergio Massa tendrá que hacer esfuerzos para mantener el equilibrio, aunque vio con buenos ojos el desplazamiento de Agustín Rossi. Con Máximo Kirchner forjó una buena relación fruto de contactos mantenidos durante meses, mientras que con el presidente saliente del bloque FpV directamente no tiene relación. Es mutuo.
Pero además hay que recordar que buena parte de las listas legislativas del Frente de Todos fueron redactadas en el Instituto Patria, prueba del gran número de legisladores que reportan a Cristina.
Tan pragmática como fue al bajar un escalón en la fórmula presidencial para garantizarse el triunfo, la exmandataria accedió a relevar a Anabel Fernández Sagasti -su preferida para dirigir al oficialismo en el Senado- en beneficio del formoseño José Mayans, que reporta al inoxidable Gildo Insfrán. Con el gobernador formoseño Cristina ha tenido sus idas y vueltas, igual que con el pampeano Carlos Verna; pero precisamente ambos mandatarios se emparentan por la fuerte resistencia que ejercieron hacia Mauricio Macri y la administración Cambiemos, que los alineó con CFK.
Mayans ocupará el lugar que originalmente había tomado el cordobés Carlos Caserio, que se hizo cargo del bloque cuando la salida de Miguel Pichetto. Y desde entonces se alineó con Alberto Fernández, en detrimento de su relación con su gobernador, Juan Schiaretti. Incluso llegó a renunciar a la presidencia del peronismo cordobés, pero ahora está al borde de quedarse sin nada. Porque su resistencia a encolumnarse debajo de los designios de Cristina no fue una jugada suya personal, sino la interpretación del pensamiento de los gobernadores cuyos intereses él pretendía representar. Pero esa actitud le costó el puesto.
Alberto Fernández hizo con Caserio lo que ya se toma como “la gran Chivo Rossi”, según interpretaban estos días observadores imparciales. Quiso sacarlo del juego ofreciéndole un ministerio. El tema es que para este caso tuvo que deshacer cosas ya acordadas. Dicen que le ofreció al cordobés Transporte, un lugar ya asignado a otros que no seduciría tanto a Caserio. Pero además, tampoco están convencidos los kirchneristas que manejarán los hilos del Senado en que Caserio deje su banca, pues en ese caso la misma sería ocupada por una mujer que es hoy funcionaria de Schiaretti, o un hombre que reporta al gobernador cordobés. En ambos casos, el Frente de Todos se arriesga a perder un miembro, de ahí que lo mejor para el futuro oficialismo sería que Caserio baje sus pretensiones y se quede en su banca, para evitar perder un escaño. Tienen que definirlo ya.
Otro deseo de la expresidenta que está próximo a cumplirse es el de que el oficialismo en ambas cámaras funcione como bloque único. Es algo que parecía imposible de lograr, pero que sin embargo avanzó en los últimos días. Así será en el Senado, bajo la presidencia de José Mayans, donde entonces no habrá un bloque diferenciado de los gobernadores y otro del kirchnerismo, más otros alineados pero independientes. La consigna es “que estén todos adentro”, y los únicos que no la acatarán serán los santiagueños, aunque están totalmente alineados con el Frente de Todos. La experiencia será replicada en Diputados, donde hay una constelación de bloques que deberán unificarse, tal cual manda CFK. Bajo la presidencia de su hijo.
No es la única exigencia de la expresidenta. Las principales comisiones quedarán en manos de kirchneristas, en ambas cámaras. Presupuesto y Hacienda, Asuntos Constitucionales y sobre todo la estratégica Comisión de Acuerdos del Senado, encargada de la designación de jueces, estará en manos de legisladores referenciados en el cristinismo. Igual que la presidencia provisional del Senado, segundo lugar en la línea de sucesión. Será para Fernández Sagasti, se supone.
Del otro lado habrá un bloque que todavía no está definido si se llamará Cambiemos o Juntos por el Cambio, que tiene como premisa mantener la unidad. No es algo sencillo de lograr cuando se es oposición, pero así será al menos en los primeros tiempos; a aquellos que tengan inclinaciones secesionistas les sería muy difícil justificarlas ante una sociedad que votó bipartidismo. Sobre todo en tiempos de redes sociales hostiles e intensas. Con todo, no será así en todos lados: en la provincia de Buenos Aires, afloran divisiones dentro del actual oficialismo próximo a ser oposición.
A muchos de los actuales oficialistas en el Congreso de la Nación no les sienta tan mal volver al llano. Acostumbrado a ese terreno, más de uno se sentirá ahora más cómodo. Los diputados encabezados por Mario Negri comenzaron a ejercitar lo que viene el jueves pasado, cuando sesionaron en minoría para despedir el proyecto de “ficha limpia”, que pierde estado parlamentario. Los acompañaron diputados de una oposición lejana al Frente de Todos, con la que comenzarán a interactuar ahora que están todos del mismo lado. Por ejemplo la bancada de Consenso Federal, que encabeza Graciela Camaño. Son siete, pero más temprano que tarde algunos serán absorbidos por el Frente de Todos.
El mismo día en que debatían “ficha limpia” en soledad, estallaba lo del protocolo para embarazos, una polémica innecesaria en la que se metió el gobierno saliente, destinada a causarle problemas internos. Es la primera división interna notoria aun antes de pasar al llano. En el gobierno ven una maniobra deliberada de parte de sectores del radicalismo y detrás de ello imaginan la mano de Alfredo Cornejo. No por nada una de las voces más aireadas tras el episodio fue la de Martín Lousteau.
Como cuando el debate del año pasado, el aborto vuelve a generar una grieta transversal en Cambiemos.