El lunes 18 de noviembre, Alberto Fernández se reunió con Cristina Kirchner y su hijo Máximo, poco después de que la expresidenta apurara su llegada de Cuba a Buenos Aires.
El “meeting” se intentó mantener en secreto, pero no se pudo, aún cuando el ahora presidente de la Nación ingresó por una puerta lateral al domicilio de su compañera de fórmula.
Lo que jamás supo Alberto es que, quien filtró la información fue el vástago presidencial, Máximo. Ya se verá por qué.
Como sea, en ese encuentro se armaron los bosquejos de lo que sería el gabinete definitivo, el que se presentó el viernes pasado con bombos y platillos.
Allí, Cristina y su hijo vetaron tres nombres: Diego Gorgal, el hombre de Sergio Massa que había sido pensado para encabezar el Ministerio de Seguridad; Pablo Yedlin, referente del gobernador tucumano Juan Manzur para la cartera de Salud; y Florencio Randazzo, de quien Alberto fue jefe de campaña en 2017.
Lo curioso no fue el veto, que luego trascendió públicamente, sino la manera en que este se hizo público.
Según pudo reconstruir Tribuna de Periodistas a través de puntuales fuentes de información, todo se manejó a través de un listado de nombres, cuya copia tenían por igual Alberto, Cristina y Máximo.
Allí empezó la discusión para saber quiénes serían los “bendecidos” y quiénes serían los “vetados”. La expresidenta llevó la batuta en ese momento y tachó a los ya mencionados.
Entonces, ocurrió lo inesperado: Máximo pidió permiso para salir de la reunión —hay quienes aseguran que pidió ir al baño— y bajó a reunirse con los periodistas que estaban en el lugar. A todos ellos les “filtró” una copia de la lista de ministros, poniendo énfasis en los “tachados”.
“Al que diga que esto se lo dimos nosotros, no lo atendemos más”, dijo, palabras más palabras menos. Acto seguido, volvió a la reunión.
Ello explica por qué hubo medios de prensa que tenían publicados los nombres de los ministros casi al mismo tiempo que culminaba el encuentro entre los tres referentes del neo kirchnerismo.
También explica otra cuestión: la cara de Alberto Fernández al salir del departamento de Cristina. Como bien dicen, una imagen vale mil palabras.