Volvió el kirchnerismo, en forma de “albertismo”. Eran “mejores”. Eso proclamaron. Lo dijo el propio Alberto Fernández el 10 de diciembre pasados. Sin que nadie se lo preguntara.
Acto seguido, llenó el Boletín Oficial de cuestionables designaciones, plagadas de personajes que cargan con verdaderos prontuarios. He ido publicando sus nombres, uno por uno. Y aún me faltan varios.
¿Por qué volver a contratar en ostentosos cargos a tipos que ya se la robaron toda? ¿Queda acaso algo por llevarse? ¿Cuál es el mensaje que se busca dar? No se entiende.
El neo kirchnerismo, como suelo denominar al gobierno de Alberto y Cristina, gusta tener un discurso progresista y honesto, pero en los hechos hacen todo lo contrario.
Porque no vuelven los chorros de menor cuantía. No. Vuelven los que hicieron verdadero daño. Los que no solo chorearon, sino que fueron parte de un sistema virtualmente mafioso enquistado en el Estado.
Y los ponen en cargos de enorme relevancia. Tipos como Carlos Zannini, Claudio Moroni, Agustín Rossi… ¿qué pueden aportar luego de todas las que se mandaron?
Parece un mal chiste. Porque encima a Rossi lo vuelven a poner como ministro de Defensa, el mismo cargo que tenía cuando se le “perdió” un misil. Ni más ni menos.
Y en tren de sorprendernos, el gobierno aportó en las últimas horas la frutilla del postre: Susana Trimarco. ¿Es joda?
A esta mujer le he dedicado todo un libro que desnuda sus trapisondas. Hay allí todo un capítulo abocado al choreo de la guita del Estado. Dicho sea de paso, aún no ha logrado explicar ni justificar unos 23,5 millones de pesos que el kirchnerismo le dio solo en 2015.
Ni hablar de sus mentiras y contradicciones, que quedan expuestas en mi obra de manera irrefutable. Porque cito sus discursos públicos, que se contraponen a sus dichos en el expediente judicial. Por si acaso, cito cada foja del mismo, para que cualquier hijo de vecino lo pueda comprobar.
Trimarco no ha dudado en inventar e inflar supuestos rescates de chicas en situación de trata para que le den dinero. Me lo han dicho empleados que trabajan con ella. Están citados en mi libro. Así y todo, sigue impune.
Durante el macrismo, le cortaron el chorro. La mujer entró en estado de desesperación.
Ahora, vuelve a respirar aliviada. Porque el albertismo la vuelve a ponderar. Y otra vez le van a “bajar” millonadas de plata, que salen de mis impuestos. Y los de ustedes.
Indigna realmente. Porque son situaciones ya vividas y padecidas. Siempre en nombre del progresismo que no es.
¿O ya nos olvidamos de Hebe de Bonafini, Schoklender y “Sueños Compartidos”? Ese dinero jamás volvió y los principales responsables jamás purgaron pena alguna.
Trimarco es peor aún, porque se ha inventado toda una historia sobre su propia hija, que refuto científicamente en mi libro. De esa manera logró volverse millonaria.
De no tener siquiera calefón en su casa, hoy se mueve hasta con guardaespaldas y choferes, en camionetas 4x4 que ninguno de nosotros podría comprar. Su casa es una verdadera mansión, ubicada en algún lugar desconocido de la provincia de Córdoba.
Y en ese contexto, allí va el albertismo, a recibirla con los brazos abiertos. ¿Qué decir ante semejante situación? ¿Debería sorprenderme o no?
Ciertamente, creo que la palabra no es “sorpresa”, sino “indignación”. Cuando un gobierno respalda a impresentables de la talla de Trimarco, el mensaje es claro. No volvieron mejores, ni por asomo.
Hoy tuve el honor de reunirme con el Sr. Jefe de Gabinete @SantiCafiero, para impulsar la lucha contra la Trata de Personas en la Argentina. Vamos a trabajar en forma conjunta con proyectos serios y concretos. Gracias por el compromiso y la buena predisposición. #NOalaTrata pic.twitter.com/c3Vq3Fho6q
— Susana Trimarco (@SusanaTrimarco) 23 de enero de 2020