Esta semana, en su programa de televisión, Viviana Canosa se mostró tomando un líquido de una botella y aseguró que se trataba de “CDS”, una sustancia química peligrosa para la salud, según dictaminaron varias agencias estatales de salud en todo el mundo.
La escena ocurrió el último miércoles, en el final del programa “Nada Personal”, que se emite por Canal 9. Canosa puso al aire una frase que reza: “Dejen de prohibir tanto, porque ya no alcanzo a desobedecer todo”, y anunció: “Voy a tomar un poquito de mi CDS”. Acto seguido, tomó líquido de una botella de plástico y sostuvo: “Oxigena la sangre, me viene divino. Yo no recomiendo. Yo les muestro lo que hago”.
En el mismo sentido, circula en Facebook una nota publicada en el sitio web de radio Facundo Quiroga, de Resistencia, Chaco, en donde se replica una entrevista realizada a Isidro Fuentes, quien dice ser biólogo molecular. En la misma, Fuentes asegura que la ingesta de dióxido de cloro puede “curar” el cáncer, la COVID-19 y hasta podría generar que en el futuro que “el 80% de los medicamentos no hagan falta”. Esto es falso y además peligroso para la salud de las personas, según determinaron varios especialistas y agencias estatales y privadas de salud de la Argentina y de otras partes del mundo.
Según Fuentes, quien actualmente está afincado en España, al ingerir este producto, que se fabrica con clorito de sodio, algún ácido cítrico (vinagre o limón) y agua, el mismo actúa como un gas dentro del organismo y hace, supuestamente, que ese gas se libere destruyendo “cualquier enfermedad”. “La enfermedad puede ser un cáncer, una infección o múltiples problemas”, indicó. “Es un medicamento universal que sirve prácticamente para todo. Al COVID lo cura muy fácil, en pocas horas. Cura cosas más graves que el COVID”, aventuró Fuentes en esa entrevista.
La nota de radio Facundo Quiroga tuvo más de 45.600 interacciones en Facebook según Crowdtangle, herramienta que sirve para medir el alcance de los contenidos en esa red social. Las declaraciones de Fuentes se replicaron en diferentes grupos de Facebook de Argentina, Perú, Ecuador, México y Bolivia. Sin embargo, no hay ninguna investigación científica que avale las facultades curativas que le atribuye Fuentes. De hecho, todo lo contrario: puede ser peligroso.
El equipo de RedDES —conformado para refutar fake news— se contactó con el dueño de la radio, Francisco Saforcada, pero hasta el momento de la publicación no había recibido respuesta.
En primer lugar, la Organización Mundial de la Salud (OMS) determinó que hasta ahora ningún medicamento ha demostrado prevenir o curar esta enfermedad.
Ernesto Resnik, biólogo molecular y biotecnólogo argentino que reside en Minnesota, Estados Unidos, donde trabaja en el desarrollo de anticuerpos monoclonales contra la COVID-19 en una empresa de biotecnológica, señaló a ReDES que la idea de que el dióxido de cloro cura el coronavirus “es una locura” y la catalogó como “pseudo ciencia”. “En general, lo que venden es tan diluido que casi no hace nada, pero aun así puede ser peligroso, dependiendo de las cantidades que se use”, indicó. Omar Sued, presidente de la Sociedad Argentina de Infectología y director de Investigaciones Clínicas de Fundación Huésped, aseguró por su parte que el dióxido de cloro no cura ninguna enfermedad y lo único que puede causar es diarrea, gastritis y hasta problemas renales en algunas personas.
En un conversatorio virtual vía Zoom sobre la COVID-19 realizado el 1 de agosto, destinado a un grupo de periodistas del nordeste argentino, Sued explicó que el dióxido de cloro es una forma diferente de lavandina. Atilio García, subsecretario de Promoción de la Salud del Chaco, señaló que este químico es una sustancia tóxica y quienes lo usan pueden terminar lesionados. “El dióxido de cloro es tóxico”, aseguró García al ser consultado por ReDES. El funcionario explicó que en este tiempo de pandemia hay mucha información circulando respecto a medicamentos supuestamente milagrosos que sólo le hacen “daño a la gente”.
“Especial cuidado”
En la Argentina, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) prohibió en 2017 el uso, comercialización y distribución de este producto, ya que consideró que “no ha sido evaluado ni aprobado”.
En sintonía, distintas sociedades científicas advirtieron sobre los riesgos para la salud del consumo de este químico. Por medio de un comunicado, la Asociación Toxicológica Argentina, la Sociedad Iberoamericana de Salud Ambiental, el Departamento de Toxicología de la Facultad de Medicina de la UDELAR (Uruguay) y la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria, entre otras, señalaron que el dióxido de cloro o clorito de sodio publicitados como tratamiento médico, no tienen ninguna evidencia científica que apoye su seguridad o eficacia, y además representan un riesgo cierto para la salud.
“Recomendamos tener especial cuidado a la hora de adquirir productos en sitios web o tiendas, que los venden para prevenir, aliviar o curar la COVID-19, compuestos que no están autorizados por las autoridades sanitarias, ni por agencias internacionales como FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU) y la AEMPS (Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios), entre otras, no habiendo probado en ningún momento ser seguros, ni eficaces para dicho propósito, a la vez que ponen en grave riesgo la salud de quienes los consumen”, indicaron las entidades.
Por su parte, la Red Argentina de Centros de Información de Medicamentos (RACIM) instó “enfáticamente a la población” a no comprar ni consumir productos hechos a base de clorito de sodio debido a la toxicidad que producen.
El origen
El norteamericano Jim Humble fue el primero en difundir a mediados de los noventa los supuestos beneficios del dióxido de cloro. En su libro The Miracle Mineral Solution of the 21st Century (La solución mineral milagrosa del siglo XXI), publicado en 1996, Humble, con conocimientos en minería, relata que fue contratado para extraer oro de unas minas en Guyana y durante ese trabajo en la selva tropical parte de los trabajadores enfermó de malaria.
Según señala la agencia de noticias boliviana Fides, Humble contó que en el lugar no se contaba con medicinas o atención médica y lo único que tenía era una sustancia conocida en ese momento como “oxígeno estabilizado”, que llevaba siempre en sus viajes para potabilizar el agua. Este elemento del oxígeno estabilizado era clorito de sodio, que, al ser desestabilizado, se convierte en dióxido de cloro, pero él asegura en su bibliografía que en ese momento no lo sabía. Así que se lo dio de beber a los enfermos. Y, según cuenta, pocas horas más tarde sanaron. Así nació lo que denominó la “solución mineral milagrosa” o MMS, por sus siglas en inglés.
En tiempos de pandemia por el coronavirus SARS-CoV-2, y ante la incertidumbre que genera este nuevo patógeno, volvió con fuerza este pseudo medicamento de la mano de algunos “gurúes” que lograron cierta notoriedad apalancados por las redes sociales, bajo la proclama falaz de que el dióxido de cloro “cura la COVID-19”.
Sus principales impulsores son el alemán Andreas Ludwig Kalcker (cuyos videos virales ya fueron desmentidos en Chequeado) e Isidro Fuentes, cuyas aseveraciones también fueron desacreditadas en el sitio español 65ymas.com y Colombiachek.com.