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Toma de tierras, delincuencia y complicidad oficial

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Los delitos del pobrismo
Los delitos del pobrismo

Son ladrones. Pura y sencillamente. Ladrones. No son ni mapuches, ni originarios, ni pobres, ni desvalidos. Son ladrones, delincuentes, que avanzan con la complicidad penal de un gobierno delincuente.

 

Lo que está ocurriendo en el sur es una verdadera tragedia. Un avasallamiento de derechos que cuenta con el increíble respaldo y desidia de las autoridades federales.

Tierras que probablemente constituyan el rincón más bello del país están siendo arrasadas, con tala de árboles y fuego incluidos, por un conjunto de okupas que están vendiéndolas y permutándolas al mejor postor por las redes sociales.

Estamos en presencia de una muestra más de la decadencia corrosiva que el gobierno kirchnerista implica para la Argentina. No hace muchos días con total desparpajo, la ministra de seguridad afirmó que “la toma de tierras no es un problema de seguridad sino de hábitat”. De nuevo la misma sensación que en infinidad de días pasados cuando escribimos estas columnas: la sensación de no saber por dónde empezar a responderle. Es tal la catarata de argumentos que se agolpan en el cerebro para tapar el sinsentido de la ministra que, un vez más, uno no sabe por dónde empezar.

Las tomas son violentas. Atacan la propiedad de otros protegida por la Constitución y por el Código Penal. Se hacen con armas, de modo coordinado y bajo la jefatura de un comando que despliega un plan. Si eso no es un problema de seguridad (y además muy serio) no sé entonces para qué existe ese ministerio inservible.

El gobierno está del lado de los okupas y en contra de los propietarios. Toda la filosofía kirchnerista que está detrás de estas posturas es cómplice de la delincuencia y continua sin solución de continuidad cometiendo el delito mientras, por un lado, las tierras permanezcan ocupadas y, por el otro, no se actúe.

En cualquier país del mundo en donde una reserva como son los parques nacionales sea tomada y atacada por un conjunto de forajidos que talan sus árboles y los queman, no las fuerzas de seguridad, un ejército de seguridad, acudiría a restaurar el orden.

Del mismo modo, en cualquier país civilizado del mundo cuando la propiedad ajena es atacada y puesta en peligro, las fuerzas de la ley acuden en socorro de su legítimo dueño para que quede claro que ninguna fuerza prepotente podrá alzarse con un derecho.

Aquí en la Argentina está sucediendo lo contrario. No solo en el sur. En la provincia de Buenos Aires los episodios de tomas violentas usando niños como parapetos se suceden días tras día como si una marabunta gelatinosa hubiera decidido volcarse sobre las propiedades que muchos trabajadores consiguieron finalmente alcanzar después de, quizás, años de pelarse el traste.

El gobernador de la provincia, en cambio, se ha puesto del lado de los ladrones y ha mandado una ley a la Legislatura para que no se pueda desalojar a esa gente, con el agravante de que la podredumbre mental en el país ha avanzado tanto, que el proyecto fue aprobado con los votos de la oposición que lo acompañó.

Están viniendo con todo y por todo. Apuestan fuerte y lo hacen ya de manera desembozada, frente a la inacción, la sorpresa y la estupefacción de la sociedad honrada. Toda esa falta de respuesta causada por el impacto es incluso aprovechada a su favor. Todo con el encomio y el respaldo de las autoridades del fascismo.

El pobrismo papal está detrás de todo esto. Con órdenes expresas dadas a la Conferencia Episcopal y en contubernio con las llamadas “organizaciones sociales”, verdaderas “fasces” del régimen, han lanzado a una minoría marginal a la aventura del delito más abierto y sin escrúpulos.

Bajo el manto de “somos pobres que nos morimos” -típico argumento del Papa en contra de la riqueza, con resentimiento hacia los que prosperan y en complicidad con minorías violentas y corruptas, explotando a los pobres para que algunos se vuelvan millonarios y concentren el poder- estas andanadas de facinerosos se pavonean frente a la sociedad legal, prácticamente diciéndole en la cara “a mí me banca el gobierno y Cristina… ¿Así que vos creías que esto no lo podía hacer? ¡Mirá cómo lo hago igual!”.

El pobrismo católico, en conjunción con la fascinación patológica del kirchnerismo por el poder, constituye un cóctel explosivo de conveniencias mutuas. Ambos van tras una “mercadería mental” que les interesa por motivos diferentes pero a la que es imperativo mantener en la marginalidad más miserable.

Si para eso es preciso utilizar fuerzas de choque violentas que usurpen la propiedad de los demás, aterroricen a los ciudadanos honrados y corrompan las bases de la civilización y de la armonía social, pues se hará.

Aquí hay un proyecto en marcha que consiste en la pauperización de la Argentina; en convertir a su gente en una manada de venados zombies a los que se pueda dominar a los gritos; en destruir las bases morales del país; en aniquilar su ánimo, sus fuerzas y su temple.

Las herramientas para el logro de esos objetivos son varias. El Covid les ha dado una mano enorme con el encierro; un encierro que es perfectamente compatible con la tendencia a la depresión y a las ganas de renunciar a todo.

Ellos no descansan. Ellos no paran. Siempre avanzan. Destruyen. Desmoronan. Desmoralizan. Amedretan. Usurpan. Meten miedo. ¿Todo muy cristiano, no Bergoglio?

 
 

20 comentarios Dejá tu comentario

  1. estos delincuentes y terroristas estan avalados por politicos y abogados y los jueces ,avalados por este gobierno ylas tomas del ram en bariloche tambien tengan en cuenta que el ram le declaro la guerra a argentina y a chile no se negocia con terroristas

  2. La complicidad oficial es evidente desde el momento en que en medio de las mayores restricciones para circular, miles de personas llegaron en sus vehículos, invadieron un terreno y procedieron a instlar carpas y habitaciones precarias de materiales diversos. Además, alguien les suministró aplanadoras y maquinaria para marcar calles y zanjas, en un terreno que además de ser ajeno, está zonificado como rural de modo que por ley sus legítimos dueños tienen prohibido edificar viviendas. El intenednt de La Matanza dice que "tiene que actuar la justicia", y nadie lo corrige ni le repregunta. La justicia no está para actuar en un delito en proceso ni para ejercer un poder de policía y una responsabilidad que son de los funcionarios municipales y en las fuerzas de seguridad. Hechos como ese son motivo de sobra para expulsar de inmediato un gobierno municipal, y hablo de los tres poderes.

  3. Las declaraciones del payaso mayor son una prueba de lo que acabo de escribir. ¿Con qué evidencia el tipo asegura que los que optan por la delincuencia son os últimos o los que están peor? ¿Con qué evidencia asegura que los que toman casas y tierras ajenas están peor que la mayoría de los comerciantes y profesionales independientes? La mayor desigualdad actual es la impunidad de los delincuentes ante la expoliación y la desprotección de quienes no lo son. Cada vez más, del lado de los delincuentes o de los que se hacen ricos de manera ilícita, tenemos que contar a políticos, funcionarios y todos sus cómplices. Con muy pocas excepciones como la presente nota, el resto del periodismo sigue haciéndose cómplice de todo esto.

  4. DEsde el gobierno hace décadas que promueven la explosión demográfica de pobres con cargo al Estado y promueven la autoexclusión de toda posibilidad productiva desde el sistema educativo y desde la ideología. Las mismas razones ideológicas los lelvan a privilegiar a ineptos y delincuentes para ostentar una pretendida superioridad moral basada en su habilidad para fingir misericordia y condescendencia. Por eso liberan las fronteras y promueven la radicación y el subsidio a todos los pobres que quieran entrar desde países de la región que no mantienen ninguna reciprocidad porque cada vez ponen más trabas y exigencias para la radicación de argentinos. Obviamente la presión para las tomas es cada vez mayor y el objetivo de eliminar toda noción de responsabilidad exigible a los funcionarios también. Después aparecerán como siempre unos infelices tecnócratas que nos avisarán que hay déficit de infraestrucura y se lo van a atribuir a la economía, al neoliberalismo, o al FMI. ¿Cómo no vamos a tener un eterno dèficit de infraestructura si desde siempre vienen incumpliendo los deberes básicos del Estado y de toto gobierno que son administrar el territorio, resguardar y proteger el patrimonio público y privado, y principalmente gestionar en tiempo y forma la planificación del uso del suelo? ¿Cçomo no vamos a tener déficit de infraestructura si el manejo del crecimiento urbano hace décadas que está en manos de usurpadores y ocupas. Después van a pedir obras, pero la mala planificación no se remedia con obras, o si se intenta el costo es varias veces superior al de hacer las cosas a tiempo y bien. La democracia no sirve cuando se converte en un mecanismo para robar y consagrar la impunidad de lo peor de la sociedad desde las legislaturas, el ejecutivo y la administración de justicia. .

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