No importa el mérito. Tampoco los “pergaminos”. Menos aún la trayectoria. Solo basta con el apriete. De esa manera, se podrá acceder a 50 mil pesos, contantes y sonantes.
Mucho más de lo que gana un docente, o un jubilado, o la mayoría de los trabajadores de comercio.
No es chiste: Axel Kicillof anunció que otorgarán subsidios de hasta 50 mil pesos para evitar las tomas de tierras en la provincia de Buenos Aires.
Cediendo de esa manera a la extorsión de los impresentables de siempre, los conocidos amigos de lo ajeno.
La decisión de Kicillof es un llamado a simular usurpaciones a granel, solo a efectos de conseguir 50 mil pesos de manera gratarola. ¿Quién no lo haría acaso?
Es dinero que no se otorgará una sola vez, sino que se dará durante 3 o 6 meses. Se insiste: no es chiste.
Ciertamente, el kirchnerismo se supera a sí mismo. Una y otra vez. Sorprendiendo por la brutalidad de sus propios desaciertos.
En lugar de motorizar y motivar el mérito ciudadano, siempre apelan a premiar la vagancia. A “igualar para abajo”. Hermoso ejemplo para las gestiones venideras.
Por eso, cuando muchos se preguntan por qué la Argentina no para de desbarrancar desde hace décadas, la respuesta es más simple de lo que se cree. Está incluida en decisiones como la aquí descripta.
Que se suma a los desaciertos de las últimas décadas, impulsados —sin solución de continuidad— por los sucesivos gobiernos.
Es muy bonito admirar a los países del primer mundo por los logros alcanzados, sociales y económicos. Pero está claro que el camino que han elegido es el opuesto al argentino.
Allí, la “meritocracia” es dogma y la responsabilidad ciudadana es superlativa. Todo lo contrario a la Argentina.
El sendero a seguir es claro y sencillo. Luego no vale llorar por la leche derramada.