Y un día volvió 678, para destrozar reputaciones y complacer a la reina. Que es Cristina, claro. Porque, ¿a quién más están dirigido esos informes cargados de venganza y rencor?
El regreso de aquel programa injuriante es la postal de la desesperación del Frente de Todos, que se sabe en retirada. Y dinamita todo a su paso.
Más allá de que denota tal motivación, el regreso de 678 no es nada auspicioso. Porque ha demostrado que solo sirve para arruinar a los “enemigos” del modelo K, a través de informes tendenciosos y, generalmente, falaces.
Magnificando los presuntos errores del periodismo crítico y tapando la corrupción del kirchnerismo, que es mucha y abrumadora. Siempre debajo de la misma alfombra.
Uno ha sufrido aquellos embates, a través de crudos informes que se motorizaron en puntuales momentos profesionales, como en 2012, cuando uno logró que Amado Boudou fuera imputado por enriquecimiento ilícito. Expediente que derivó más tarde en su prisión efectiva.
Ello provocó un infame documento, plagado de falacias contra este cronista. Acusándolo de los peores delitos que alguien pueda cometer. Generando la inquietud de la familia, preocupada siempre por la seguridad personal de uno.
Por eso, cuando se anuncia el regreso de 678 no hay manera de no atragantarse. Es un deja vu maldito, que no traerá nada bueno. Ni nada nuevo. Solo anacrónico odio y rencor.
Eso sí, se descarta que habrá más virulencia. Porque la "presa", cuando se sabe a punto de morir, se defiende con todas sus fuerzas. Atacando con sus armas más implacables.
Lo hace de manera tan torpe, que muchas veces se termina matando a sí misma. Como ocurre con el escorpión, que en momentos de peligro se clava su propio aguijón. No se sabe si por torpeza o adrede.
Sea como fuere, aquel es el destino que le espera al kirchnerismo. El del escorpión, claro.
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