Our Ranch, Brand Artisan, Ganancias Deportivas, Omega Pro, Intense Live, Telar de la Abundancia, Pietra Verdi y Goods Ranking. Son solo algunos de los nombres de las tantas estafas piramidales que se han vuelto célebres solo en los últimos dos años.
No se trata de ninguna novedad: son engaños que existen desde hace 100 años, cuando un ignoto italiano definió los lineamientos de lo que luego se volvería famoso: el “esquema Ponzi”. Fue en 1921.
Desde entonces hasta ahora han florecido infinidad de timos, de todo tenor. Siempre basados en el mismo principio: una “pirámide” en la cual ganan los pocos que están en la cúspide, en detrimento de los que están abajo.
La historia siempre arranca igual, con grandes promesas de ganar mucha plata, y termina igual, con miles de estafados, que perderán todo lo que pusieron, y más.
Con la llegada de las redes sociales y la tecnología, la estafa ha mejorado mucho: la captación se hace más sencilla y también se disemina más rápidamente. Sin mencionar que los grupos ahora se arman directamente en Whatsapp.
La última moda refiere a plataformas online donde se invita a aportar dinero, bajo la promesa de ganar intereses descomunales en poco tiempo.
Quienes lo hacen desconocen a quién le están transfiriendo sus fondos, por lo cual es imposible después recuperar esa plata.
No obstante, lo hacen sin chistar, llegando a vender sus vehículos y propiedades, soñando con que lograrán recuperar con creces lo aportado.
Pero ello no ocurrirá, porque los milagros no existen, y el dinero no se multiplica sin más ni más. Entonces, llegado el caso, todo se pierde. Y los estafadores desaparecen, muchas veces organizando nuevos engaños.
Entretanto, los estafados intentarán ir a la Justicia a lograr recuperar sus fondos, pero se encontrarán con un problema: jueces y fiscales consideran que este tipo de cuestiones no son relevantes.
Es un error garrafal, porque ello permite la impunidad a quienes cometen este tipo de delitos. Que encima, hay que aclararlo, sí configura un delito. Está tipificado en el Código Penal y se llama estafa.
Por si ello no fuera suficiente, el Estado tampoco hace nada. Ni campañas de prevención, ni de alerta, ni nada por el estilo.
Ello configura un cóctel explosivo, que termina perjudicando a los mismos de siempre. Y todo culmina en un círculo vicioso que comienza una y otra vez. Pero nunca termina.
Dicho sea de paso, a prestar atención a dos nuevas estafas que ya mismo están “limpiando” a cientos de incrédulos: A-ho y BabyShop. Después no digan que no sabían.
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