Alfredo Enrique Nallib Yabrán murió oficialmente el 20 de mayo de 1998, un año y 4 meses después de haber mandado a matar al reportero gráfico José Luis Cabezas.
Hasta el día de hoy las dudas persisten respecto de la desaparición física del empresario postal, por una serie de hechos suspicaces que se sucedieron, uno tras otro, poco después de su aparente fallecimiento.
Supe referirme in extenso a todo ello en mi libro “La larga sombra de Yabrán” (Editorial Sudamericana, 1998), pero siempre me quedé corto, ya que el tiempo fue regalando nuevas anécdotas a su paso.
Antes que nada, aclaro: se trata de indicios, ninguna prueba fehaciente. Solo hechos que dan a entender que Yabrán no se suicidó ni mucho menos. A estos se sumarán en esta nota una serie de documentos que sorprenderán a propios y ajenos.
Pero primero lo primero: el acta de defunción del empresario postal no dice “Alfredo”, sino “Alberto”.
Luego, la jueza que investigó su “suicidio”, Graciela Pross Laporte, juró que le constaba que se trataba de Yabrán por los “ojos azules” del cadaver, siendo que tenía su cabeza completamente hundida, como un globo desinflado. Sin cuencas oculares siquiera.
Poco antes de desaparecer de la faz de la tierra, el 10 de mayo de 1998, el empresario postal le regaló a su mejor amigo, Carlos Galaor “Coco” Mouriño, el libro “El socio” de John Grisham y le pidió encarecidamente que lo lea. Se trata de la historia de un mafioso que es buscado por matar a un periodista y que finge su muerte para escapar a Brasil. ¿Un mensaje de lo que estaba planeando?
Hay más: un año después de su muerte, en 1999, revista Veintiuno —entonces dirigida por Jorge Lanata— publicó las fotos de un hombre idéntico a Yabrán en una playa de Cuba.
Luego, en 2002, apareció una huella dactilar del empresario postal en torno a una operación inmobiliaria en Estados Unidos. Cuando se estaba por cotejar, para verificar su autenticidad, el registro desapareció de la caja fuerte donde se encontraba.
¿Es lo antedicho evidencia de que Yabrán está vivo? Para nada, pero no deja de ser sugestiva la suma de indicios aportada, que no se da en ningún otro caso policial de la historia argentina.
Y a lo ya mencionado se suman una serie de documentos a los que accedió Tribuna de Periodistas, que revelan la aparición de un “nuevo” Alfredo Nallib Yabrán en sociedades que supieron pertenecer al empresario postal. Con los mismos socios y todo. Pero con otro número de documento: 21.789.193 (el de “Don” Alfredo era 5.878.733).
Lo curioso es que no se trata de ninguno de los hijos o nietos del empresario postal, sino de un perfecto desconocido, que apareció repentinamente en algunas empresas de la familia Yabrán, incluso en su “nave insignia”, Yabito.
Su nombre puede verse en el siguiente documento, referido a la empresa Astilleros SA, donde el pasado 22 de septiembre de 2020 este “nuevo Yabrán” fue refrendado como director titular, en un directorio plagado de personajes con los que supo trabajar “Don” Alfredo.
Se insiste: ¿Quién es este hombre cuya presencia es invisible en Google y las redes sociales? ¿Es acaso un pariente lejano del viejo patriarca? Si es así, ¿por qué aparece él en las empresas de la familia y no sus hijos, Pablo, Mariano y/o Melina, lógicos herederos?
La presencia de este sujeto es un verdadero misterio, que recuerda al mismísimo empresario postal, con todos sus ingredientes, incluso el hecho de que no existen fotografías suyas.
¿Será una suerte de regreso del otrora patriarca, casi 25 años después? Imposible saberlo. La familia ha decretado total hermetismo y ni siquiera se deja ver por Buenos Aires. Solo se mueven por puntuales zonas de Uruguay, principalmente Punta del Este.
Entretanto los documentos empiezan a acumularse en la redacción de este sitio y generan más preguntas que respuestas. Todas ellas, inquietantes (Continuará).
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