No es nada nuevo ni novedoso, simplemente es su naturaleza. El kirchnerismo tiene un problema concreto y real con la libertad de expresión.
Cada tanto lo manifiesta. Principalmente a través de proyectos de ley que buscan cercenar la libre opinión. Siempre disfrazados con la palabra “democratización”.
Ahora, la novedad está dirigida a controlar las redes sociales. Mejor dicho, lo que allí se expresa. So pretexto de que estas “intoxican la democracia”.
El oficialismo no ha dicho concretamente cómo es que ocurre tal cosa, pero evidentemente está convencido de que ello sucede: un grupo de personas, detrás de un teclado, destrozan el republicanismo.
O sea… ni la corrupción, ni el nepotismo, ni los secretarios millonarios, ni el vacunatorio VIP, ni los encuentros en Olivos lesionan la democracia, pero sí lo hacen las redes sociales. De tan estúpido, el planteo sorprende.
Pero, como se dijo, eso es solo la excusa. Lo que no le gusta al Frente de Todos es que la gente pueda expresarse libremente. Porque ello dificulta sus planes de seguir abusando del poder y, eventualmente, seguir en el gobierno allende 2023.
Nada nuevo bajo el sol: es lo que hacen dictadores como Vladimir Putin en Rusia o Daniel Ortega en Nicaragua. Así se empieza. Luego llega todo lo demás. Por añadidura.
Lo que sorprende es que sea el siempre moderado Gustavo Béliz, hoy secretario de Asuntos Estratégicos, quien impulse la “patriada”. Se trata del mismo que sufrió los embates del kirchnerismo en 2004, con Néstor Kirchner poniéndose del lado de Antonio Stiuso, el mandamás de la exSIDE que lo arrinconó a través de una serie de operaciones de prensa.
En aquellos días, Béliz pegó el oportuno portazo al Ministerio de Justicia acusando que el expresidente había sido financiado en su campaña presidencial por la hoy Agencia Federal de Inteligencia.
Poco antes, le había advertido a Néstor: “Vos podés creer que si pinchás teléfonos para tener información sos más poderoso, pero un día vas a ver que sos esclavo de quien los pinche”. Ello provocó la furia del marido de Cristina. Pero luego terminó sucediendo justamente lo que Béliz vaticinó. Y Stiuso terminó divorciado de los K.
Tal vez por eso sorprende lo que ocurre en estas horas. Por la persona que impulsa el control de las redes sociales, quien por mucho menos dejó su cargo en el primer gobierno kirchnerista.
O tal vez no debería sorprender tanto: Béliz es el mismo que intentó presionar en noviembre de 2003 al entonces juez en lo Penal Económico Julio Cruciani en el marco de una investigación por un fraude multimillonario en la Aduana.
“Nadie resiste el archivo”, dice una conocida frase del saber popular. Y las redes sociales son parte de ese archivo que tanto incomoda a los K.
© Tribuna de Periodistas, todos los derechos reservados