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El peligro del discurso del odio, de un lado y del otro, y las similitudes con un caso mexicano

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En 1994, México vivió lo mismo, y peor, porque fue asesinado un candidato a presidente. Ellos no aprendieron nada, ¿y nosotros?
En 1994, México vivió lo mismo, y peor, porque fue asesinado un candidato a presidente. Ellos no aprendieron nada, ¿y nosotros?

El discurso es algo más que palabras concatenadas a efectos de pronunciar una frase determinada. Es una acción que suele generar una reacción posterior, que siempre es imposible de medir.

 

Básicamente porque no se puede controlar el efecto que tendrá sobre aquellos que lo escuchan. Algunos no le prestarán atención, otros sí, y habrá incluso quien interprete que debe actuar en consecuencia.

Entonces, cuando los políticos, de todos los partidos se la pasan hablando de violencia, y de muertos, y de lo que puede pasar, y que todo es inminente, alguien puede tomarlo en serio, al pie de la letra. Y actuar en consecuencia.

Máximo Kirchner, líder de La Cámpora, fue uno de los que en las últimas horas habló de aquella posibilidad, y acusó a la oposición de buscar un muerto.

Desde la oposición venían sosteniendo algo similar, en el contexto del vallado de la periferia de la casa de Cristina Kirchner. Se hablaba de que la violencia que ostentaban los militantes podía resultar con un muerto en las calles.

No fueron los únicos: los medios de comunicación hicieron lo propio. No todos, pero sí dos de los canales más vistos de la TV argentina, C5N y La Nación Más. Ambos los extremos de la grieta.

El primero, ultra kirchnerista, viene profundizando el discurso de odio en los últimos días acaso para tapar los problemas judiciales que aquejan a la vicepresidenta.

El segundo, en la vereda opuesta, viene haciendo lo propio, con periodistas que en lugar de informar editorializan sobre la violencia “inminente”.

¿Cómo sorprenderse entonces con lo sucedido? ¿Quién puede ahora hacerse el asombrado por el intento de asesinato de Cristina Kirchner? Más aún: ¿Alguien se hará cargo, de un lado y del otro?

Lo más triste es que, a pesar de la gravedad de lo sucedido, nada cambiará. Porque ahora unos acusarán a los otros y viceversa. Sin darse cuenta de que la culpa es de todos.

Si acaso debe servir para algo lo ocurrido este jueves, es justamente para meditar acerca del discurso del odio, que no sirve para nada, ni jamás ha servido. Solo para llevar a la Argentina a su noche más oscura en los aciagos años 70.

En México ocurrió algo casi calcado, allá lejos y hace tiempo, en los idus de 1994, cuando un candidato a presidente llamado Luis Donaldo Colosio fue asesinado de un disparo en la cabeza mientras se encontraba charlando con sus acólitos.

Un hombre de unos 25 años logró sortear a los miembros de su seguridad y efectuó el disparo mortal. Seguido por otro impacto que le dio en el abdomen.

Colosio encabezaba un evento que, si bien exponía la crisis y el hambre que vivía México, abogaba por la esperanza de avanzar en transformaciones y llegar a la comunión de los ciudadanos. Para no dejar dudas al respecto, el meeting se había denominado “acto de unidad”.

Finalmente, México no aprendió nada de aquello sucedido hace casi 30 años. Y la Argentina, ¿lo hará?

 
 

25 comentarios Dejá tu comentario

  1. Lo más extraño es que hay dos tomas del hecho. En una toma alguien se estira entre la gente y le apunta sosteniendo un arma con la mano derecha. En la otra toma, tan de cerca que sólo se ve a Cristina, alguien le pone una pistola en la cara pero sostenida con la mano izquierda. Todo trucho, se peleaban por tener el corte final. Una pregunta para el periodista de investigación ¿El hecho de mostrar semejante incongruencia es discurso de odio?

  2. Hay un breve cuento sobre la Mentira .... Me parece genial en este momento recordarlo Se encontraron la verdad y la mentira , Buenos días- dijo la mentira .. Y la verdad salió afuera a comprobarlo, Es verdad penso y devolvió el saludo .. Lindo día y ese mar se ve tan delicioso - dijo la mentira y la verdad salió otra vez a comprobarlo Miro el día de verano y el mar reflejaba el cielo .. y camino hasta la orilla , metió su pie en el agua y se sentía delicioso ... La mentira arremetió otra vez , Estaría bueno darse un buen baño verdad?- Y la verdad encantada con la idea ,se quito sus ropas y se metió de lleno a esas preciosas aguas ... Las dos nadaban a gusto hasta que la mentira Sale del agua y viendo la ropa de la verdad se las pone , la verdad cuando ve que la mentira usaba sus ropas se entristece y sale del agua sin atreverse a usar la ropa de la mentira ...por eso desde ese día la verdad sale desnuda y a los ojos no es linda , pero es la verdad... Y LA MENTIRA DISFRAZADA DE VERDAD CONFUNDE A LOS CIEGOS....porque no hay verdad que se oculte tras unos trapos , siempre sale a la luz

  3. En cuanto al discurso de odio, Christian, si te considerás periodista no tenés ninguna autoridad para hablar del asunto si nunca lo denunciaste en los medios y en tu profesión. No pueden hablar de discurso de odio los que abiertamente aceptan y apoyan que la política es como la guerra. Hablo de periodista comentarista politólogos y filósofos de sexos y géneros más inciertos que variados. Porque la política como la guerra ya la comentó Carl Scmitt, replicado por Laclau, precisamente uno de los referentes del “pensamiento” de CFK. La guerra no es por economía ni por justicia, la guerra siempre se trata de la destrucción con el fin de la apropiación. La guerra es el intento de destruir el pasado y el presenta para apropiarse del futuro, y la política como la guerra también. No hay mayor discurso de odio que el discurso de guerra, no hay más odio que el resentimiento que se inculca a los seguidores para asegurar su obediencia y fidelidad, porque el castigo es ser colocado del otro lado, del lado que todos odian. Por eso no hay mayor discurso de odio que el lenguaje de guerra de la militancia. Las “agrupaciones” y sus “líderes”, los “búnkeres”, Los “ismos” atribuidos a cualquiera que se quiere encasillar detrás de cualquier tipo o tipa, las “columnas que marchan o avanzan con sus pancartas”, todo eso es lenguaje típico del periodismo y eso no es propio de la democracia ni de la república, eso es lenguaje de guerra y es lenguaje de odio. Pero los cortes, y las demostraciones de fuerza aunque sean ficticias y armadas con gente a sueldo, no sólo son lenguaje de odio, son hechos de odio. Odio es pretender crear hegemonías donde no corresponde. El mejor ejemplo de discurso d odio es que ahora un diputado o un senador que circunstancialmente ocupan el lugar del coordinador de sesiones es elevado al nivel de “presidente” de la Cámara, o incluso le llaman presidente al jefecito de un bloque pedorro. No existe un poder ejecutivo dentro de cada Cámara del Congreso y por lo tanto no hay una presidencia, ni el coordinador tiene la función y mucho menos la atribución de corregir a los demás legisladores. Pero para todos parece ser algo natural que la gallina que se sienta en la silla más alta cague a todas las demás. Esa intención de fabricar autoridades donde no las hay, o es un discurso autoritario y también es discurso de odio. La misión y el mandato de un presidente no es imponer el dominio de su facción sobre todos los demás, eso sería una declaración de guerra y también el mejor ejemplo de discurso de odio. Pero, con una breve pausa, hace décadas que tenemos este gobierno que le habla solamente a sus seguidores y que identifica como enemigos a todo el resto. Eso no es no “capacidad” ni “inteligencia” para la política, tampoco es política, eso es y siempre fue la guerra y siempre fue discurso de odio. Pero la cultura del odio da para todo. Así como el ladrón piensa que todos son de su condición, los imbéciles y los hijos de puta pensarán que el violentado se pone violento y también ejerce violencia, o que el odiado no puede dejar de odiar al que lo odia. La lógica de los brutos suele presuponer las simetrías, si A odia a B obviamente B odia a A. Sin embrago cuando quieren victimizarse no importa que hayan declarado una guerra y se hayan otorgado grados militares truchos; si hay guita de por medio, estarán dispuestos a declararse víctimas inocentes. La guerra es costosa y destructiva, y la política como la guerra también. Nadie puede negar que los datos objetivos del estado de este país lo prueban ampliamente y en detalle. El rechazo y el desprecio de quienes de manera irresponsable promueven y realizan esas acciones, puede tener muchas causas y razones perfectamente racionales y justificadas que no tienen ninguna relación con el odio. Que unos odien la racionalidad y la libertad de los demás no significa que los demás los odien a ellos. Simplemente son una enfermedad que hay que superar por cuestiones de supervivencia. La dignidad humana desaparece con la guerra, con la política como la guerra también. Por eso sin justicia no puede haber civilización, ni tampoco dignidad humana. Por eso, cuando para eludir a la justicia una banda responde con discurso de odio y hechos de guerra, y nos los quiere atribuir a todos los demás, lo que corresponde no es salir a presuponer que hay dos bandos que se odian sino un repudio unilateral al estado de guerra y al discurso de odio que nos quieren imponer. No vamos a aceptar que otra vez inventen y nos impongan otra guerra imaginaria, sólo para eludir la justicia. Que vayan todos presos y que no vuelvan.

  4. En cuanto al discurso del odio, es mucho más grave el discurso de la estupidez que siempre le da el gusto a los provocadores. Se debería hablar del aparente o supuesto intento de magnicidio, porque todavía no está esclarecido. Si hubiera sido un magnicidio, se podría afirmar el hecho, pero al haber fracasado por circunstancias cada vez más sospechosas, el intento es supuesto y aparente hasta que la justicia no lo confirme o descarte. En el caso que haya sido un fraude, también sería un hecho gravísimo pero los culpables serían los que intentaron repartir culpas generales o ideológicas.

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