Esta semana, el hijo del ministro de Economía, Sergio Massa, fue parte de una inesperada polémica por un viaje a Qatar que estaba por hacer y quedó trunco, por las críticas recibidas.
“Esto, que era mi sueño, lo conseguí por mi cuenta, pero me comí el garrón de ser el ‘hijo de’”, dijo Tomás Massa en sus redes sociales.
Mal que le pese, su problema no es ser el vástago del siempre sospechado Sergio, sino una persona que ostenta un patrimonio que no puede explicar.
Por caso, en las últimas horas se viralizó un video de YouTube donde puede verse un galpón lleno (literalmente) de autos, algunos de ellos clásicos (ver al pie).
Son imágenes subidas hace dos meses por un joven llamado Ramiro Diz, cuyo “canal” en esa red social se dedica justamente a mostrar automóviles de todo tipo.
La cuestión es que los autos que aparecen en el video se atribuyen al hijo de Massa. De hecho, el tal Ramiro lo dice casi en clave: “Tomás, que es una masa”.
Sea verdad o no la versión, no debería sorprender. Porque la denuncia que este periodista hizo al ministro de Economía por enriquecimiento ilícito, lavado de dinero y otros delitos aún duerme el sueño de los justos.
De hecho, en el hilo de Twitter que se viralizó con el video en cuestión se hace referencia a aquella presentación, hecha por quien escribe estas líneas a fines de agosto pasado.
Dicho sea de paso, el juez Marcelo Martínez de Giorgi, tan afecto a avanzar raudamente en el expediente que investiga el financiamiento del ataque contra Cristina Kirchner, no ha tomado una sola medida de prueba en esta causa judicial.
No hay remate.