La advertencia sonó casi a amenaza: “O habilitás una mesa de diálogo o esto termina mal para vos”. La frase la escuchó Alberto Fernández por parte de uno de sus principales asesores, Juan Manuel Olmos, a la sazón vicejefe de Gabinete de la Nación.
Al jefe de Estado no le quedó más remedio: debió inaugurar un amplio espacio de diálogo a efectos de debatir las candidaturas de cara a 2023 dentro del Frente de Todos. Allí abrevarán los diversos sectores: el albertismo, el cristinismo, el massismo, los sindicatos, los gobernadores e incluso los movimientos sociales. Será una ensalada imposible. Un “politburó” en el cual todos intentarán “mojar” e imponer a sus propios candidatos.
Por las dudas, se ha decidido que los detalles de las discusiones dentro de aquel ámbito no serán públicas. Por las dudas, Alberto puso sus límites: “Solo discutiremos candidaturas y estrategias de campaña, nada de decisiones de gobierno”, expresó.
Por lo pronto, ya empezaron a gestarse los primeros contactos entre el mandatario y Cristina Kirchner, que habían quedado truncos desde mediados de noviembre pasado, cuando sufrió un problema de salud. Quienes obraron el milagro del reencuentro fueron, por un lado el mencionado Olmos. Por el otro, Eduardo “Wado” De Pedro.
Ambos se juntaron en Buenos Aires y se pusieron de acuerdo en el armado de marras. Por ahora, no hay mayores precisiones al respecto, solo un proyecto de algo que hay que ver cómo se empieza a diagramar y qué alcance tendrá.
Ciertamente, será un foro de discusión sobre la nada misma, ya que el Frente de Todos está condenado a desaparecer. A su vez, el peronismo tradicional no logra ponerse de acuerdo respecto del candidato que debe representarlo.
Por su parte, como ya se reveló en esta misma columna, Cristina Kirchner les ha confesado a sus íntimos que apostará a que gane la oposición. Para que la bomba no le estalle al kirchnerismo.
“Lo que viene es imposible de sortear, no hay chance ni siquiera de pagarle al FMI las cuotas que se acordaron para 2024. De ahí para abajo, imaginate que todo va a volar por los aires”, reconoció un mediático referente K ante la consulta de Tribuna de Periodistas.
Y agregó: “Cristina lo dijo desde el primer momento, el acuerdo con el FMI es un grillete que condiciona cualquier posibilidad de crecimiento del país. No hay manera de cumplir con lo que se acordó. Fue un error de (Martín) Guzmán, que luego continuó Massa con la venia de Alberto”.
Ello echa por tierra las pretensiones de aquellos que creen que Cristina terminará presentándose para competir por la presidencia de la Nación. Jamás ocurrirá.
Esa posibilidad solo cabe en las afiebradas mentes de puntuales camporistas, que están aterrados por el hecho de que perderán sus millonarios conchabos en estratégicos puestos del Estado. Más aún: saben que saldrá a la luz el desmanejo de dinero que llevaron adelante durante años y años. Por eso avanzan en la “Operación clamor” para que Cristina sea candidata.
Entretanto, Alberto Fernández recorre el país en “modo candidato”, al tiempo que graba videos en los cuales asegura que solo muestra su obra de gobierno. Si es que ello puede calificarse de tal manera.
Desvaría el presidente, y empieza a preocupar a propios y ajenos. Asegura que hay provincias con pleno empleo y jura que las únicas colas que hay en el país son las de los restaurantes por parte de intrépidos comensales. Como si no hubiera una legión de pobres e indigentes.
En ese contexto, prepara la baja de más planes sociales. Se lo ha pedido en reserva a la ministra Victoria Tolosa Paz. Le encomendó que busqué irregularidades en la adjudicación de los mismos. Con esa excusa, ya se dieron de baja unos 160 mil beneficios.
Ante lo inminente, un grupo de movimientos sociales bajo denominación de “Unidad Piquetera” prepara una jornada de protesta con unos 130 cortes en todo el país. Será el próximo martes y promete caos por doquier.
El recorte de planes es parte de lo que se acordó con el FMI, un ajuste de las cuentas públicas, que incluirá a las jubilaciones, como es usual. Pero jamás rozará las millonadas que cobra la política. Una postal de la hipocresía argenta.
Quien observa en silencio es Sergio Massa, quien espera agazapado para lanzarse como candidato a presidente. Antes, necesita que la inflación baje al 4% mensual, como prometió que ocurriría en marzo. Un objetivo de difícil cumplimiento.
Confía en la eficacia de los Precios Justos, un programa que nació muerto, como todo control de precios. Sabe el ministro de Economía que la única manera de cortar con la inflación es detener la impresión a mansalva de pesos. Pero ello no ocurrirá, porque el Estado gasta mucho más de lo que recauda genuinamente.
Ello explica el acting de esta semana, donde Massa habló ante empresarios sobre la necesidad de un gran acuerdo entre empresas y el gobierno. Todos los que estaban allí sabían que eran palabras al viento, pero igualmente pusieron caras de compungidos.
La Argentina se convirtió en una gran ficción finalmente, donde unos mienten y otros hacen que creen las mentiras. Así es el camino al fracaso.