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Berni, la seguridad, Zaffaroni, el kirchnerismo y el papa Francisco

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Todo tiene que ver con todo.
Todo tiene que ver con todo.

Lo que ocurrió ayer con el secretario de seguridad de la provincia de Buenos Aires en uno de los tantos límites que La Matanza tiene con la Ciudad de Buenos Aires, luego de que dos asesinos mataran a un colectivero en Virrey del Pino, es una muestra en pequeño del grado de disolución al que el kirchnerismo y toda la runfla de progresismo inútil al que la Argentina ha estado expuesta en los últimos 20 años, han llevado al país.

 

La escuela de Zaffaroni (el elogiado amigo de Bergoglio) proveyó de una base intelectual hueca a generaciones de zombies formados como chorizos en las escuelas de leyes del kirchnerismo e inundó miles de puestos en la Justicia (supongo que el Papa debe estar encantado con eso) que liberaron delincuentes, asesinos, violadores y ladrones que sometieron a un desasosiego permanente a las barriadas más populares del conurbano bonaerense, empezando, justamente por La Matanza: la gran avivada progresista de identificar a los pobres con los derechos humanos terminó mandando ejércitos de marginales a esos barrios a asesinar pobres (de nuevo, entiendo que Bergoglio rezará por ellos todas las noches, dado que fue la mano de su amigo Zaffaroni la que les encontró un atajo para que llegaran antes de tiempo al cielo).

En ese barro al que esta mezcla de ideología berreta, incompetencia, retraso mental y corrupción galopante condenó a millones de argentinos, muchos de ellos mueren por día a cambio de nada, simplemente porque la vida allí no cuenta, no sirve, no vale.

En ese contexto, Berni aparece como un personaje de mil disfraces. Quiere dar la apariencia de un Rambo, implacable contra “los malos”, pero se declara un fiel soldado de Cristina Fernández de Kirchner y del kirchnerismo, la madre de todo el problema contra el que él quiere aparecer como un “duro”.

Del mismo modo defiende a su gobernador Kicillof, un marxista antiguo que cree, como Zaffaroni, que la ley penal es un insulto a la democracia, en lugar de ser una legislación de orden y justicia para proteger y brindar respuestas a las víctimas.

Los colectiveros de La Matanza, que ya han visto caer a varios de ellos en sus puestos de trabajo bajo las balas de los asesinos que el kirchnerismo manda a las calles, explotaron en pleno rostro del ministro de seguridad de la provincia. Literalmente le destruyeron la cara. Es más, si la Policía de la Ciudad no lo rescata, lo habrían matado a golpes contra el piso.

Berni, declaró luego que todo el episodio había sido armado por el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta. Supongo que tanto él como Zaffaroni, Kicillof y el Papa supondrán que matar a un colectivero para desprestigiar la desastrosa gestión provincial es un precio razonable para conseguir un objetivo político.

Los colectiveros de la UTA antes y después de la llegada de Berni gritaban “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. La voz del escarmiento, tantas veces prevista por Perón, parece asomar nuevamente en las internas del peronismo.

Cuando un cronista sicario de C5N le insinuó a uno de los manifestantes que el problema lo había originado la Policía de la Ciudad, uno de los colectiveros lo quiso trompear al grito de “vos defendés a este gobierno corrupto… esto no es peronismo”.

Las semillas del mal plantadas por Néstor y Cristina Kirchner cuando apenas comenzaba el siglo XXI se están empezando a cosechar ahora. Fueron 20 años de odio clasista, de políticas de seguridad que favorecieron el crimen y la introducción de la droga en la sociedad y de un discurso que enfrentó a unos argentinos contra otros.

En el proceso murieron miles de inocentes como el Sr Barrientos ayer. Parecería que los derechos humanos de la gente que trabaja tienen una entidad menor a la de aquellos que ensangrentaron la Argentina y que ahora gobiernan el país luego de cobrar millonarias indemnizaciones por haber “desaparecido”.

Esa infección, de la cual el Papa es cómplice, ha gangrenado el organismo argentino a tal grado que ya no hay límites, ni si quiera cuando el escenario posible sea matar a un ministro a trompadas en la calle enfrente de las cámaras de televisión.

Vivir con el corazón en la boca es lo que ha provocado el kirchnerismo en estos últimos veinte años. Ni hablar en la provincia de Buenos Aires, en el conurbano profundo. Pero es lo que siente en general el argentino hoy: una desprotección completa y un favoritismo atroz por los delincuentes que defienden las teorías del amigo del Papa.

Si la única conclusión que Berni va a sacar de un episodio en el que podría haber muerto es que se trató de una operación contra él y contra Kicillof del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, los ciudadanos de la provincia en la que él se supone que sirve y a los que tiene que proteger, seguirán perdidos y muriendo por la calle sin que nadie se ocupe de ellos.

Toda esta mentalidad de mierda -incluida la de Bergoglio- debe ser arrasada de la faz de la Tierra. Ya no debe morir más gente fruto de este laboratorio de experimentos sociales que ha tomado a los trabajadores más pobres como conejitos de indias para ver cómo funcionan “en el campo” las “ideas” de un grupo de teóricos trasnochados.

Una de las tareas más importantes del próximo gobierno será salir a la calle a cazar poco menos que con gigantescos medios mundos a delincuentes a granel y a meterlos (con todas las garantías de la Constitución) en cárceles de máxima seguridad para que estén allí mientras un juez los juzga y los condena por los crímenes que cometieron, por la gente que mataron y por la destrucción familiar que provocaron. Mientras ese orden elemental no sea repuesto la Argentina no tendrá paz, sino “lio”, el mismo lío que quería que ocurriera Bergoglio en cuanto asumió su lamentable y dañino papado.

 
 

9 comentarios Dejá tu comentario

  1. Por que gente que estuvo en un acto de Patricia Bullrrich en la Matanza , aparece acá ? Por que aparece alguien vinculado al caso Luciano Arruga ? Son los indignados y violentos de siempre. Es el odio que destila LN+ y TN.-

  2. Los kirchneristas no pueden terminar con la inseguridad porque son parte del problema de la inseguridad el mal no puede terminar con el mal inventaron todo un relato una conspiración para poner en duda la muerte del colectivero los testigos desmintieron todo lo que dijeron los corruptos kirchneristas no hubo ningún complot fue un echo de inseguridad que sufren las personas todos los días los chorros que liberan matan personas todos los días y roban todos los días te compras un auto nuevo y al otro día te lo roban te compras una moto nueva te la roban la gente no puede salir de su casa por miedo a morir pero igual tienen que salir porque hay que comer y pagar impuestos todoa los días impuestos que van a los planeros vagos y a los chorros también porque los chorros tienen derechos también y esos derechos que tienen los chorros es con plata de las víctimas con los impuestos

  3. En cuanto a lo que dice Roberto, que puede ser cierto, voy a intentar la explicación más corta. Antes de la creación de la Iglesia Católica, la religión del imperio romano era la muerte, preferiblemente la de los demás. El lugar de culto donde se transmitía el mensaje y se convocaban y educaban las voluntades era el Circo Romano. Y el mensaje del Circo como institución es simple y claro: 1- El dolor y la muerte se toleran y se celebran, mientras sean ajenos. 2- El Emperador es dueño de la vida y la muerte de todos y cada uno, sean humanos o animales. 3- Como corresponde esperar de todo imperio que se precie de tal, hay una demostración de dolor y muerte para todas las razas y especies, en todas las regiones del mundo conocido. Hasta la creación de la Iglesia Católica oficial por Constantino, las expresiones religiosas eran toleradas como costumbres populares, con excepción del cristianismo que era más disruptivo porque no adoraba la muerte ajena. Pero desde su origen la IC fue una fusión del cristianismo con las religiones precedentes. Como era de esperar, siendo una de las primeras decisiones democráticas de un emperador, la IC era la religión oficial del imperio y debía abarcar todas las expresiones religiosas y no solo el cristianismo. Pero como toda institución oficial del Imperio, la IC nunca fue solo cristianismo ni solo religión. Por eso hasta nuestros días, y con algunas variantes según las épocas, la IC combina el cristianismo con algunas otras creencias, porque lo mundano no es un concepto astronómico, es simplemente lo que “todo el mundo” hace o dice. Lo que parece evidente es que cuando los papas como Bergoglio abordan lo mundano y circunstancial, no lo hacen desde el cristianismo ni desde un intento de objetividad crítica, sino desde la versión ideológica que suponen mejor establecida. El problema es precisamente ese, la falta de objetividad crítica y el respeto por una ideología que suponen establecida. Pero la IC no es la única institución social que se somete y se encomienda a reproducir las estructuras del poder existentes; el sistema educativo también lo hace y basta con hojear el libro de S. Gvirtz, “La educación Ayer Hoy y Mañana”, de lectura obligatoria para todo docente en nuestro país.

  4. En cuanto a la delincuencia y los pensamientos delirantes, podríamos ir directamente a las fuentes de Zaffaroni y la progresía local en tipos como Sartre y Foucault, pero tal vez reforzaríamos la idea equivocada de que cada autor es producto de una sociedad que crea cosas nuevas. El problema es “la cultura clásica” y la idolatría de las figuras de la historia. Todo empezó con el mítico encuentro entre Alejandro de Macedonia y Diógenes. Alejandro es bastante conocido, un príncipe “educado al modo griego” por Aristóteles, ya siendo adolescente se convierte en el más genial de los generales y en quince años conquista medio mundo, y se muere, obviamente luego de haber destruido todos los ejércitos que le salieron al cruce. Diógenes era el inventor del cinismo: el hijo de un comerciante exitoso que de joven fue condenado por falsificador, se retira a vivir a lo salvaje. La leyenda de Diógenes lo muestra como un filósofo que se liberó de la opresión del sistema. La leyenda de Alejandro lo califica como Magno o el Grande, pero también como un Apollión, o Abbadón, los que tal como describe Ernesto Sábato, eran apelativos para referirse al exterminador mitológico que era el dios Apollo, “el que hiere de lejos” según Homero; el dios que mataba y exterminaba a distancia con flecha o con enfermedades. Por eso Apollion o Abbadón el exterminador eran títulos que también se le dieron a Alejandro. Más tarde, en la época de Nostradamus, Alejandro ya era identificado como el primer anticristo. La leyenda da cuenta de un encuentro entre Alejandro y Diógenes, y de cierto respeto por parte de Alejandro. Lo que tienen en común no es muy difícil de entender, ambos se reconocen como personas que solo atienden a sus necesidades y decisiones personales sin importarles nada de los demás. Lo que tienen en común el abuso de poder con el abuso de no poder, es el abuso, por eso cuando se encuentran se refuerzan mutuamente. Lo mismo ocurre cuando se encuentra la izquierda lumpen con el socialismo feudal o imperialista. El resto es la multiplicación de los charlatanes, escuela y biblioteca.

  5. Lo que dice Praguense sobre Sábato no se entiende mucho. Recuerdo haber leído esa novela de Sábato en los setenta, uno tiene mejor vista de adolescente. Lo que no recuerdo es que haya alguna profecía en esa novela. En algún punto Sábato acierta a relacionar los colectivismos y el idealismo absoluto con las abstracciones las esencias y las categorías del neoplatonismo, pero creo que hasta yo acabo de ser más claro que Sábato en su novela.

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