El viejo mito de la política dice que el “hijo” debe matar al “padre” para así dar nacimiento a un nuevo liderazgo. Algunos recuerdan que eso es lo que hizo Alfonsín con Balbín, Duhalde con Menem, Kirchner con Duhalde y así en una infinidad de ejemplos que muestra la historia argentina.

En una movida que se esperaba, ayer, Horacio Rodríguez Larreta, terminó de confirmar que las elecciones en CABA se llevaran a cabo con sistemas diferentes según se vote para presidente (tanto en primarias como en generales) o para jefe de gobierno.

Si bien la fecha será la misma el método y -todo parece indicar que también- las urnas serán diferentes. Mientras para presidente se seguirá votando con la tradicional boleta sábana de papel, para jefe de gobierno se votará con boleta única electrónica. A eso se le llama elecciones concurrentes.

Eso va a despegar físicamente los nombres de los candidatos a jefe de gobierno de la plancha de papel en la que aparecen los nombres de los candidatos a presidente.

Parece mentira, pero el sistema electoral argentino es tan diabólico que se presta para que  los partidos especulen con el efecto visual “arrastrador” que tienen los nombres de los candidatos a presidente sobre los demás que van listados abajo o al costado e incluso con la poca voluntad que la gente tenga para cortar la boleta (porque no tiene tijera, porque le aburre hacerlo, porque enlentece su tiempo de estada en el cuarto oscuro, porque se quiere ir rápido) y con eso lograr que la potencia que tiene la votación a presidente lleve votos a gente que se postula para otros cargos y que los ciudadanos no votarían si sus nombres aparecieran solos en papeles separados o en sistemas de votación distintos.

El PRO siempre hizo del cambio de ese sistema, una bandera. Lo hizo tanto que, en la jurisdicción que gobierna desde hace 16 años, logró aprobar una ley en la Legislatura de la Ciudad que impuso el voto por boleta única electrónica para Jefe de Gobierno. También anticipó que esa sería parte de su lucha en materia de reforma política a nivel nacional. Mauricio Macri inauguró ese camino.

Al lado de esos principios, en JxC, el PRO fogoneo la idea de que cambiar las reglas de juego electorales en un año de elecciones estaba mal, que no era ético (esto en comentarios referidos a las prácticas que, en ese sentido, seguía el kirchnerismo a nivel nacional y provincial).

El sistema de votación electrónica en la Ciudad tuvo una interrupción desde la pandemia, periodo en el que se volvió a votar con la boleta tradicional de papel a la vieja usanza.

Este año había que decidir si se volvía a lo establecido por la ley de la Ciudad o si se seguía con las boletas impresas con los nombres de todos los candidatos en ellas.

Por lo tanto se produjo la colisión entre dos principios defendidos por el mismo partido: que en la capital se vote por boleta única electrónica a jefe de gobierno y que en un año electoral no se cambien las reglas de juego. En realidad habría que aclarar que no se trataría en rigor de un cambio de reglas de juego sino en un regreso a las reglas aprobadas por la Legislatura que habían sido excepcionalmente interrumpidas.

Como sea, todos estos tecnicismos en realidad ocultan otra verdad. Mauricio Macri y todos los que en el partido que él fundó apoyan al ex presidente (Bullrich y Vidal entre otros) quieren que el futuro jefe de gobierno sea Jorge Macri, el primo del ex presidente. Horacio Rodríguez Larreta tiene, a su vez, un acuerdo con el radicalismo para que Martín Losteau pueda presentarse como candidato en las PASO de JxC en una boleta separada de la que contenga los nombres de los candidatos a presidente. Y el Jefe de Gobierno se dispuso a aprovechar el hecho de honrar ese acuerdo con la UCR para mostrar un acto de independencia respecto de Macri.

En todo el episodio, ninguno de los protagonistas puede levantar la mano y decir que está inmaculado y que siempre dijo lo mismo respecto del tema que se discute. Todos se han contradicho.

Mauricio Macri, que se declaró “desilusionado” por la decisión de Larreta, fue el impulsor del voto con BUE (Boleta Única Electrónica en todo el país) y promovió una ley en la Ciudad que gobernó ocho años que la Legislatura aprobó con una inmensa mayoría de votos.

De hecho, curiosamente, dos de los votos que esa ley tuvo en contra fueron los del espacio de Martín Losteau, el principal beneficiado actual de esta movida. En aquella oportunidad Losteau habló pestes del voto electrónico e incluso deslizó la sospecha de que el sistema era fácilmente hackeable. Ahora, Losteau defiende a capa y espada la oportunidad que la ley a la que él se opuso le da.

Horacio Rodríguez Larreta, hablando sobre las prácticas electoralistas del kirchnerismo, repitió hasta el cansancio que toquetear las reglas electorales en un año de elecciones estaba mal. Si bien este no es un “cambio” sino un regreso a lo que la ley de la Ciudad establece, lo correcto, siguiendo la propia lógica del jefe de gobierno, hubiera sido hacer el anuncio el año pasado o el que viene, pero no éste.

Jorge Macri, que en su momento se oponía a que un hombre de la Ciudad fuera candidato por la Provincia de Bs As (Diego Santilli) puso, en aquellos días (pretendiendo con eso dar un ejemplo claro de lo oportunista y fuera de lugar que esa movida le parecía) el ejemplo de él mismo que, siendo un hombre de Vicente López, pretendiera presentarse como candidato a Jefe de Gobierno en la Ciudad de Buenos Aires, que es, precisamente, lo que está haciendo ahora.

No hay inocentes en esta historia. Aunque el problema mayor, en este caso, no es determinar el mejor sistema para votar en la Capital sino la imagen que el PRO y JxC están dando a la sociedad como coalición supuestamente opuesta a las prácticas del gobierno kirchnerista.

No son pocos los que creen que estos espectáculos son celebrados en silencio por Javier Milei que sigue recibiendo votos como resultado de los desaguisados que cometen los demás.

Mientras JxC y el PRO sigan actuando como si las próximas elecciones ya estuvieran ganadas y que lo que tenga que ocurrir desde aquí hasta allí sea una mera discusión por quién va a ocupar qué cargos, aquella seguridad entrará en peligro. Solo la oceánica tragedia que significa tener a los Kirchner en el gobierno sigue operando como la mejor aliada para minimizar tantos errores infantiles, en un despliegue de lujos que no sé si la ciudadanía está dispuesta a permitir que se den.