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Argentina busca un cambio: ¿Qué cambio?

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La periodista hace un análisis profundo sobre los resultados las elecciones PASO 2023.
La periodista hace un análisis profundo sobre los resultados las elecciones PASO 2023.

Sin dudas, la sociedad argentina viene buscando “un cambio” desde que se recuperó la democracia, pero en cada experiencia el cambio alcanzado en distintas épocas terminó en desilusión. En la última PASO una sociedad silente siguió una proa inesperada, la de Javier Milei, quien se impuso en 16 provincias argentinas por tratarse de una opción nueva, fresca, aunque imprevisible.

 

Ahora, el silencio se asentó en los refugios del oficialismo kirchnerista y de la principal oposición (Juntos por el Cambio), donde se mascullan los errores cometidos y las razones de sendas derrotas, en contraposición a la alegría irracional de sus candidatos electos por haber realizado una “gran elección”. Los guarismos de ambos fueron escuálidos en función de lo que se esperaba.

Vale repensar la idea de “cambio” que todos enarbolan y para comenzar es conveniente reflexionar sobre un concepto que todos los cambios requieren como principio: la confianza. Quien aspira a ofrecer “el cambio” antes debe analizar el grado de confianza de que goza en el seno de la sociedad.

El domingo pasado quedó claro que, en su conjunto, la sociedad argentina desconfía de los políticos, de la “vieja política”, esa que siempre está anunciado su defunción, pero se reproduce inexorablemente a causa del pensamiento y los manejos visiblemente burocráticos y anacrónicos que encarnan los aspirantes a la presidencia. Se refleja en los mismos rostros que aparecen, una y otra vez, en los mismos o en otros espacios, el disfraz es distinto, pero son los mismos, aunque al mismo tiempo resulte loable su persistencia y acumulación de experiencia.

“El cambio”. ¿Cuáles son los cambios que se prometen en un país donde la decadencia lo ha puesto en los peores lugares de los rankings internacionales? Es denigrante por donde se lo mire, pero no es recomendable hurgar en la historia para descubrir cuándo Argentina estuvo bien, lo que importa es el hoy, no hay nada que copiar porque los éxitos pasados no se acomodan al mundo presente.

Hoy, la preocupación es qué quiere ser y necesita el país para que 47 millones de habitantes se sientan parte de la evolución humana, y nunca más una nación que camina hacia atrás, que vive mirando hacia atrás, se queda en el camino y repite fórmulas trilladas y fracasadas. Es cierto que las deudas internas son innumerables, todo está pendiente de resolución, existe un desorden fenomenal; una lenta paralización productiva, industrial y comercial amenaza. Por suerte los argentinos supimos, al menos, preservar la democracia.

El cambio supone algo superior al mero hecho de poner en funcionamiento a la maquinaria interna, significa definir el rol que cumplirá en el actual reacomodamiento multilateral con una visión de futuro y en función de los movimientos geopolíticos que se suceden con gran velocidad. El punto es vital, porque de él dependen también la producción y el comercio exterior si el propósito del país es realmente crecer.

Otro cambio importante radica en la cuestión ideológica, cuya injerencia determina el o los caminos a seguir en el terreno internacional. Argentina se ha aislado en la última década y, además perjudicó sus vínculos con países vecinos a causa de una tendencia inconveniente para el amalgamiento en la región, además de fomentar -sin consulta al pueblo y sus representantes- lazos que requieren de una diplomacia menos ideologizada y más pragmática.

Juntos por el Cambio encapsuló por cuatro años la tendencia del actual oficialismo, luego de los cuales fue retomada y profundizada con la intención de zafar de los cánones de Occidente.

El futuro es incierto a esta altura de los acontecimientos, pero merece advertirse que la fuerza política triunfante, por escaso margen, se constituye probablemente en la introducción a la arena política de un populismo de derecha, inclinada a combinar las ideas liberales con temas populistas.

Se trata de una ideología política que tiende a dividir a las sociedades en dos entes homogéneos y antagonistas: el pueblo y las élites. Percibe a las elites políticas y al Estado como corruptos y burocráticos, apela a los individuos, se identifica como “antiestado” y es opositora a otras tendencias políticas. A veces llega a la segregación.

Por experiencias europeas respecto del populismo de derecha se desprende el riesgo de la constitución de una nueva grieta, de corte excluyente de determinados sectores de la sociedad, entre ellos los inmigrantes, pero a la vez debe preocupar la construcción de asociaciones reaccionarias, ultranacionalistas, y hasta de monstrificación de la justicia social, en algunos casos. En el plano social se destaca por su fuerte conservadurismo frente a derechos adquiridos por minorías.

Los planteos económicos del “anarcocapitalismo” suelen ser exacerbados, muy distantes de las posiciones de izquierda, descalifican los impuestos por considerarlos “rémoras de la esclavitud”, son negacionistas del cambio climático, o adhieren a los movimientos anticuarentena en ocasiones de pandemia, entre otras cosas.

Los partidos populistas de derecha nacieron en la década del 80, pero en la del 90 ya tuvieron presencia en las legislaturas de varias democracias, como en Australia, Brasil, Canadá, República Checa, Dinamarca, Francia, Alemania, Suecia, entre otros países. Formaron coaliciones de gobiernos los mismos países, además de Bélgica, Chile, Grecia, Italia, Países Bajos, Nueva Zelanda, Suiza, etc. Finalmente formaron gobiernos mayoritarios en India, Turquía, Hungría y Polonia.

Lo de Milei es incipiente, y se entiende su discurso medido -pero no tanto- orientado a proponer “libertad, carajo”. El 50% de los votantes del domingo eran personas menores de 40 años, especialmente jóvenes entre 20 y 30 años, de modo que su aceptación estuvo atravesada por un condicionante generacional, que interpretaron que la “libertad” suponía elegir sin necesidad de que alguien los incite respecto de lo que tenían que votar.

Sus votantes interpretaron “grosso modo” que la dolarización supone volver a la convertibilidad, al uno a uno, en su corta y mejor etapa de felicidad sin inflación, pero jamás se acordaron de la debacle final. Es probable que cuando él habló sobre el Estado nadie entendió que supone achicarlo al extremo; sí entendieron que bajar ministerios es ventajoso, pero no que se despedirán empleados por miles.

Lo más claro de Milei fue la impugnación a la política, porque todos estaban hartos de los políticos y los aparatos, incluyendo a los que no lo votaron. El uso de la palabra “casta” dio mejor resultado en Argentina que en España con el partido Podemos, que es de donde él la extrajo. También fue más novedosa su campaña exenta de construcción de agrupamientos en las provincias. Apeló a los “individuos” sueltos, “libres” de votar lo que quisieran. Ellos fueron los silenciosos, los que no dijeron ni a último momento, que iban a votarlo a él. Voto vergonzante. Sus actos de estrella de rock atrajeron a los más jóvenes, nuevos consultantes de los padres acerca de a quién votar (¿?)

Y algo que debería auscultarse: ¿en qué medida las redes influyeron para construir semejante afluencia de votantes? ¿Si los expertos fueron capaces de organizar la salida de Gran Bretaña de la Comunidad Europea a través del Brexit, de lo cual están extremadamente arrepentidos los mismos ingleses, porqué no creer que aquí se produjo la misma magia?

Milei no hizo una gran campaña, no recorrió todas las provincias, no tenía plata, estructura ni candidatos provinciales potables. Obviamente, el hartazgo de los políticos tradicionales contribuyó, pero muchos gobernadores retuvieron sus provincias y Juntos por el Cambio se llevó unas cuantas. El enigma por este lado no se resuelve.

Tal vez convenga dilucidar cual será la versión de Javier Milei como líder de extrema derecha en Argentina, a la luz de sus predecesores, a los cuales admira: Donald Trump (Estados Unidos), Jair Bolsonaro (Brasil), Vícktor Orbán (Hungría), entre otros.

 
 

25 comentarios Dejá tu comentario

  1. Que la gente no cree en la gran mayoria de los politicos no es novedad.Sobrados motivos han dado.Alfredo Palacios,Lisandro de la torre,Arturo Illia no existen mas.Definamos entonces que queremos.Si aceptamos vivir en un sistema con virtudes,pero tambien con muchas cosas negativas,tengamos por lo menos la sabiduria para votar,no a la ligera,porque si,para joder al otro,Porque si estoy enjado,con mayor razon para votar con raciocinio.Ya paso el voto castigo.Ahora tiene que venir el voto pensado.No se puede votar jodiendo,La oferta electoral es la que hay.Comparar y pensar¿Quien esta mas cerca de darme solucion a algunos problemas en el menor tiempo posible?¿Quien tiene mas estructura,lease presencia en las camaras,gobernadores,intendentes?¿Quien promete cosas concretas y quien imposibles de poner en practica?.Y despues de hacer ese analisis de conciencia obremos en consecuencia..No es una eleccion mas,como para revolear alegremente el voto.Y el que tiene hijos adolescentes que votan(una locura total)les expliquen todo esto.,porque como decian hace años los artistas amigos del gobierno,la patria esta en peligro.

  2. El periodismo tiene mucho que ver con la soberbia de Milei. De ser un panelista del canal de Vila y Massa hoy se la pasan haciéndole la campaña en A24 porque simplemente Milei es Massa y no olvidemos que uno de los amigos de Massa es Brito, el banquero que financia a Milei. . Si el trastornado Milei es el candidato más votado, marca a las claras el grado de esquizofrenia del, absolutamente muy pelotudo y peligroso, votante argento. MILEI NO ES LIBERAL. Y un día te desayunás con que los que viven en grandes proporciones desde hace más 70 años del empleo público, eran liberales que están a favor de un candidato que promete eliminar la coparticipación... ¿locura o ignorancia? Veníamos bien hasta que el formoseño que habitualmente vota a Gildo le puso el voto a Milei, una pena. Milei es un incapaz que llevaría a un estado de violencia política que por ahora solo se lee en libros de historia, además Milei tiene sexo con la hermana. Incesto y zoofilia. Un presidente así sería como tener un Calígula en el país. Todo el día A24 haciéndole la campaña a Milei, el socio de Massa precisamente en el canal del panqueque. No hay dudas de que Milei es Massa. Javier Milei no es liberal, es un pobre muchacho con severos problemas sexuales. El incesto es perjudicial para la salud mental de cualquier ser humano.. Javier Milei: “Patricia Bullrich es menos que mi segunda marca” . El delirante está desesperado por sacarla de la cancha para quedar con Massa (su padrino político). Ya mostró todo el juego. Si este energúmeno llega a presidente se legaliza el incesto y la zoofilia. -

  3. Tenés razón jorge. En los noventa había un cuento que era como un meme. Cuando se trataba de armar un negocio o un proyecto, se llegaba a un punto en que había tantos a los que había que sumar, que el proyecto resultaba imposible. El dicho era que si se suben tantos en la canasta el globo nunca va a despegar. En realidad la situación es mucho peor, porque no estamos eligiendo opciones de crecimiento sino planes de supervivencia. No hay que dejarse engañar por las apariencais o por los dichos. Por sus hechos los conoceréis. La presente clase política, la administración pública, los medios, y gran parte de la dirigencia, piensan y actúan como un adicto, como un jugador compulsivo o como un acumulador compulsivo. El presente demuestra que no es cuestión de aplausos ni de confianza, esta gente es incapaz de hacer otra cosa que lo que nos ha dejado en esta situación. Hay que tener la madurez suficiente para reconocer que con cierta gente hay cosas que se pueden y hay cosas que no se pueden. Tenemos que darnos cuenta que si hubiera una licencia de conducir gobiernos, nuestra dirigencia la tendría que tener revocada y tendría que estar inhabilitada hace mucho tiempo. Es momento de meter al estado en un programa para librarlo de sus adicciones.

  4. Las dudas de algunos presuponen que lo que se elige son caudillos o tiranos, y que son todos enemigos. Si comprendieran que la democracia es elegir prioridades y que el compromiso de los políticos es con las prioridades que representan y no con el poder, nadiedudaría que si Patricia o Javier proponen algo ahora, eso mismo también lo van a defender ganen o pierdan. El truco de meter miedo al votante no demuestra otra cosa que la baja moral de quien lo hace, sea un partido o un periodista. Si Milei o Bullrich tienen un compromiso real con su propuesta frente al electorado, lo tienen que defender gane quien gane.

  5. Milei es todo lo contrario del populismo, porque el populismo nos dice que el gobierno en control del estado nos va a dar y nos va a cambiar y nos va a transformar, y el populismo nos pasa los costos pero nunca se hace cargo de su fracaso. Lo que dice Milei es que ni el gobierno ni el estado pueden solucionar nada más que sus propias cuentas y que por eso hay que empezar por bajar los costos del gobierno y los impuestos.

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