Alfredo Cornejo está preocupado. Ostensiblemente preocupado. No lo demuestra, ni lo hará, porque detesta ostentar debilidad. Pero ciertamente está inquieto.
Sus desvelos son múltiples y variados, principalmente relacionados con la situación económica del país, cuyo derrotero impacta de lleno en Mendoza.
Los indicadores son elocuentes per se: el desempleo se encuentra en niveles récord en la metrópolis de la provincia y la pobreza no se queda atrás. En buen romance: la economía está totalmente paralizada.
En ese contexto, Cornejo carece de dinero fresco que le permita afrontar la situación. Y tampoco sabe cómo conseguirlo. Javier Milei no es Mauricio Macri, ni siquiera Alberto Fernández.
¿Cómo lidiar con una persona como el libertario, con quien no posee vasos comunicantes? ¿De qué manera pedirle fondos a alguien que insiste en decir que “no hay plata”?
El gobernador ha hecho todo lo humanamente posible para “tirarle onda” a Milei. En las palabras y en los hechos. Se ha mostrado proclive a acompañar algunas de sus alocadas aventuras, aún a riesgo de que Mendoza termine perjudicada por ello.
Y lo ha apoyado con elogios directos: por caso, cuando Milei cumplió 100 días en el poder, Cornejo dijo que se veía un “cambio” en la deliberación pública y que ahora se conversaban “en la sociedad cosas que eran tabúes”.
Pero nada de ello alcanzó, no al menos hasta ahora. Un botón de muestra son los fondos de la Nación a Mendoza, que han mermado de manera exponencial, tal cual ha publicado oportunamente la consultora Politikon Chaco.
Tampoco existen envíos discrecionales, como los Aportes del Tesoro Nacional que cobraron celebridad durante el kirchnerismo. Ni nada de nada.
Por eso Cornejo apela a la minería como tabla de salvación. Con más ilusión que certezas. Si bien hay discusiones en marcha y proyectos concretos, el dinero aún no llega a la provincia.
Es cuestión de tiempo, y el gobernador lo sabe, pero la plata la necesita ya mismo. Para poder resolver los quilombos que tiene la provincia. De todo tipo. Sobre todo salariales.
Ahora mismo le quita el sueño lo que ocurre con los Judiciales, que promete extenderse allende su paciencia. Dicho sea de paso, este mismo lunes habrá asamblea para ver cómo sigue el plan de lucha salarial.
En el pasado, Cornejo hubiera apelado a recursos de Nación o a algún crédito a tasas bajas. Pero ahora no puede hacer uso de ninguno de los dos recursos. Ergo, no tiene manera de resolver su principal contratiempo.
Hay que decirlo: la parálisis de la Justicia agrega malhumor al que ya existe por todos los otros problemas, incluso el tópico de la inseguridad.
Para coronar sus inquietudes, apareció en el horizonte la intestina disputa por el sello del PRO Mendoza, que tiene a maltraer a su vicegobernadora, Hebe Casado.
Es un tema del cual prefiere no hablar, ni tampoco quiere que le pregunten. Pero más temprano que tarde le explotará en el rostro. Porque las irregularidades que viene cometiendo la mujer son imposibles de tapar o disimular.
No obstante, esa es harina de otro costal. Ahora mismo Cornejo debe resolver demasiadas cuestiones que le urgen mucho más. Y aún le queda un largo tramo para gobernar la provincia. Más de tres años.
Por lo pronto, sólo puede cruzar sus dedos. Todo siempre puede ponerse peor.