¿Cuál es la idea del gobierno respecto de que hacer con el PRO? O mejor dicho, ¿cuál es la idea del gobierno respecto de lo que hacer con los ciudadanos identificados con el PRO?
A mi juicio seria una verdadera locura intentar ir contra ellos, especialmente en la provincia de Buenos Aires en donde un entendimiento civilizado de LLA y PRO puede terminar con la guarida kirchnerista por excelencia.
Rifar la posibilidad de remover esa remora del cesarismo marxista del cristinismo por la extravagante creencia de que solos, sin la conjunción del PRO, podrán terminar con esa anomalía, seria un formidable error de cálculo del gobierno.
La discusión por ficha limpia dejó en claro que la ciudadanía le presta tanta atención a las mejoras económicas como a un mensaje claro de que la corrupción políica no puede ser una opción electoral.
Por lo demás sería francamente contradictorio que un presidente que ha afirmado en cuanto lugar ha pisado en la campaña o después de ella que el problema de base en la Argentina es moral, reniegue de un acuerdo con una fuerza que ha sabido hacer lo que tenía que hacer para que buena parte de la ciudadanía la identifique justamente con eso: la defensa de los valores republicanos y la transparencia en el ejercicio de la función publica.
El PRO pudo haber fracasado en el manejo económico. Eso lo sabemos todos. Pero, reitero, ha dejado claro que es una fuerza que privilegia la limpieza. Lo demostró con el trabajo de Mariano Federico y Maria Eugenia Talerico en la UIF. Lo demuestra ahora con el liderazgo legislativo de diputados como Silvia Lospennato que deja la vida en cada intervención.
En ese sentido, resultó francamente sorprendente la declaración de ayer de Marcos Peña, manifestando su “respeto” por Cristina Kirchner. ¿Respeto?, ¿Respeto por una delincuente impresentable que le robó la comida de la boca a millones de chicos argentinos que hoy son pobres o incluso indigentes? No, Peña. Volcaste. Ya venías medio escorado por tu “pulcra” idiotez pero lo de ayer fue demasiado.
El presidente no perdió un minuto para salirle al cruce acusándolo de defender a los “kukas”. Es lo menos que podría decírcele.
Pero el ciudadano identificado con el PRO, tiene muy clara la insoportable tendencia de Peña a una insufrible corrección política. Entonces la picardía del gobierno sería centrarse en qué y cómo piensa ese arquetipo de elector que permanece fiel al partido creado por Macri, no en descalificar a Peña que no necesita la ayuda de nadie para ser descalificado.
La gente pensante de LLA debería estar trabajando ya mismo ese acuerdo con el PRO. Le daría a la parte de la ciudadanía que salvó al país del precipicio una enorme alegría. Que esa gente vea que un presidente popular como es Milei en este momento alcanza un acuerdo explícito con quien para ellos sigue siendo la encarnación de la moderación, de la urbanidad y de la buena fe (Mauricio Macri) sellaría una escenario de seguridad para el horizonte argentino que es, justamente, el que esta faltando para que el dinero fresco grande llegue al país.
Sin un entendimiento LLA-PRO la sombra del regreso de la hydra corrupta estará siempre pendiendo, como la espada de Damocles, sobre la proyección del progreso y de las inversiones económicas de envergadura.
Ignoro si alguien en el gobierno esta pensando esto y, si hay alguien, si lo que tiene en mente cuando piensa en el PRO son sus dirigentes o al ciudadano “de perfil PRO”. Porque el trabajo que debería estar haciéndose es ese: tener una clara identificación de ese perfil de votante.
Un descuido sobre los intereses, pareceres y gustos de ese personaje (que fue el que le dio el triunfo a Milei en Noviembre del año pasado) puede ser fatal, no ya para el gobierno, sino para el futuro del país.
La cohesion entre los que manejan las variables económicas para darle a la Argentina progreso material y aquellos que, con razón o sin razón, están siendo vistos hoy como el resguardo moral de la república, puede transformarse en la verdadera máquina que ponga el último clavo en el ataúd del kirchnerismo, con Cristina Fernández adentro.
No importa si ese es o no el objetivo que desvela a Milei: lo que sí importa es que ese es el objetivo más importante para entregarle a la comunidad internacional una prueba contundente de que el monstruo insaciable del delito ha quedado definitivamente fuera de la cancha.
Yo entiendo que puede resultar tentador políticamente para la LLA e incluso para el presidente, soñar con acabar con el kirchnerismo solo usando sus propias fuerzas (o incluso con su solo apellido). Pero el país esta en una instancia crucial en donde no puede darse el lujo de perder una sola de las voluntades que le dieron el triunfo a Milei en 2023. Ese núcleo de electores en donde el “perfil del ciudadano PRO” esta indisimulablemente incluido, no se puede perder por cometer errores tontos.
Los egos, cuando lo que está en juego es tan grande, deben quedar a un lado. Repito: aquí no se trata de aparecer simpático con Macri por Macri: aquí hay que mantener el amor “prestado” del votante “perfil PRO”.
Si ese coqueteo no se mantiene vivo, ese elector se creerá desdeñado por el gobierno. Y el programa de transformaciones profundas del presidente no puede darse el lujo de perder un solo voto por desdén.
La elección del año que viene, especialmente en la provincia de Buenos Aires, debe ser algo así como una avalancha de votos que respalde el capitalismo y la república. Porque el uno es inviable sin el otro.
Con esto no quiero decir que LLA no esté convencida de los valores republicanos. Lo que LLA crea en ese punto no es relevante. Lo relevante es cómo el ciudadano elector aprecia el escenario que tiene delante. Hoy en día esa apreciación indica que quien votó a Milei en el balotaje pero no lo había votado en la primera vuelta, le reconoce al gobierno la sapiencia económica para darle prosperidad a la Argentina, pero sigue confiando en que el PRO es quien mejor lo representa en cuanto a sus aspiraciones de moderación, de ecuanimidad, de altura y hasta -si se me permite la expresión- de prestancia.
Me animaría a decir que según se resuelva esta cuestión así serán los años por venir en la Argentina: si se actúa con inteligencia es muy probable que el experimento Milei salga bien y que el corporativismo populista sufra una derrota final, inapelable. Si, al contrario, predominan los celos y egos personales, es posible que un elector desencantado divida sus votos, dándole una chance impensada a los responsables de más de ochenta años de atraso y decadencia.