![El kirchenrismo empezó a destrozar al "mejor oficio del mundo". Milei llegó para completar la tarea. El kirchenrismo empezó a destrozar al "mejor oficio del mundo". Milei llegó para completar la tarea.](/aimages/202502/37623-la-nueva-prensa-militante-mileista-el-periodismo-argento-de-mal-en-peor-696x603.jpg)
En la Argentina, el periodismo está dejando de ser periodismo. Poco a poco, se va convirtiendo en propagandista de diversas corrientes ideológicas.
Se trata de un fenómeno que arrancó con el kirchnerismo y se profundizó en los últimos tiempos con la llegada de Javier Milei al sillón de Rivadavia.
Por definición, el trabajo de la prensa es el de cuestionar y analizar el discurso del poder, poniendo el foco en la transparencia del manejo de la cosa pública. De ahí surge la idea de que el periodismo es el “cuarto poder”.
Para hacer propaganda de sus actos, los políticos tienen diversas herramientas, que hoy en día se potencian con la llegada de las redes sociales. No precisan de cronistas que ponderen sus acciones.
Cuando ello ocurre, se termina confundiendo la ciudadanía, que espera de los periodistas una mirada honesta y descarnada del discurso político. Para saber qué decisiones tomar en el corto, mediano y largo plazo.
Por caso, si un funcionario roba y el periodismo, en lugar de mostrar sus desaguisados lo ensalza, ¿está haciendo bien o mal su trabajo? Es un ejemplo extremo, pero ejemplo al fin.
La última camada de periodistas de La Nación Más y TN, muchos de los cuales decidieron mudarse a la señal A24, del incombustible Daniel Vila, son muestra cabal de ello.
Basta ver las complacientes entrevistas que le realizaron al propio Milei para comprobarlo. Ni una sola pregunta incómoda. Tampoco repreguntas. Los exponentes son varios, y variados: Luis Majul, Antonio Laje, Esteban Trebucq, Pablo Rossi, Alejandro Fantino, Jonatan Viale y otros.
Los reportajes que le han hecho en los últimos tiempos al presidente de la Nación es de una pobreza que abruma. Y preocupa. Porque, como se dijo, el periodismo es otra cosa.
Por lo pronto, no es militancia. El militante tiene todas las respuestas, y el periodista tiene todas las preguntas. Jamás debe confundirse una cosa y la otra. Ni aún cuando los “grandes” exponentes de los medios intenten hacernos creer semejante disparate.