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Es tan fácil romper un corazón

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LA DESGARRADORA HISTORIA DE UN PADRE SEPARADO DE SU HIJO
LA DESGARRADORA HISTORIA DE UN PADRE SEPARADO DE SU HIJO

Julito tiene 10 años y una histo

 

    Julito tiene 10 años y una historia trágica. Durante años fue maltratado por su madre y alejado de su padre de manera injustificada. Parecía ser uno de esos típicos casos de "me desquito con el nene por todo lo sufrido". Pero no, la situación era peor que eso.

    Julito no sólo era basureado por su progenitora, sino que también fue sacado del colegio y alejado de todos sus afectos por parte de ella y sin motivo alguno. Hasta que no lo toleró más y se escapó de su casa. Como pudo, buscó a su padre —llamado Julio, al igual que él— y comenzó una nueva vida. Mejor dicho, intentó retomar su antigua vida junto a la persona que más quería.

    Julio padre devolvió a Julito la sonrisa perdida. Le costó mucho tiempo, pero lo logró. Lo reinsertó en la sociedad, lo volvió a anotar en un colegio y lo hizo atender por diversas especialistas relacionadas a la salud mental. Fue un arduo trabajo, del cual este periodista pudo ser testigo directo.

    La transición fue algo milagroso: un chico que no sabía sonreír, que se asustaba cuando alguien quería abrazarlo, en pocos meses se convirtió en un ser que podía volver a confiar en el mundo; en el mismo mundo que lo había maltratado hasta ese momento.

    Creció Julito, sin prisa, pero sin pausa. Y creció Julio, de la mano de su hijo. Juntos aprendieron y caminaron el sendero de la vida. No importaba si había un mundo ahí afuera, sólo importaban el uno para el otro. Y viceversa.

    Pero algo se truncó, fue hace pocas horas. La Justicia correntina, a pedido de la madre de Julito, Verónica Plano —ya denunciada por este periodista por los maltratos propinados oportunamente a su hijo—, arrebató de las manos de Julio a su querido hijo.

    La desgarradora escena conmovió incluso a los oficiales de la División de Búsqueda de Personas de la Policía Federal, quienes fueron los encargados de separar a padre e hijo por pedido de un juez ímprobo. La imagen de Julito aferrado a la pierna de Julio, llorando sin cesar —lo hizo por cuatro horas seguidas—, han sido fuertemente emotivas. Y sintomáticas.

    En estas horas, el pequeño es llevado a Corrientes contra su voluntad, mientras su padre, destrozado, permanece detenido en una celda de la calle Madariaga 6976, cerca del Autódromo Municipal de la Ciudad de Buenos Aires.

    De más está decir que Julio se encuentra devastado, inconsolable. Todo lo que había progresado la relación entre padre e hijo acaba de desmoronarse, al igual que el progreso personal y social del propio Julito.

    Lo más paradójico es que la causa judicial iniciada por el propio Julio para obtener la tenencia de su hijo estaba encarrilada a culminar favorablemente para él. Todos los informes periciales efectuados por las pertinentes profesionales dieron cuenta de la elocuente mejora presentada por el niño, por lo cual aconsejaron que debía permanecer con su padre.

    El daño que se ha hecho es irreparable. No lo dice este humilde cronista, sino las propias psicólogas, las cuales lamentaron lo sucedido.

    No hay palabras para describir semejante injusticia.

 

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