Los obispos se reúnen por última vez en el año con una misión casi imposible, juntar a Cristina Fernández y a Julio Cobos en la basílica de Luján, y demostrar así al mundo que la convivencia pacífica es posible, como posible fue aquella mediación papal que hace 30 años evitó una guerra fratricida entre Argentina y Chile por el Beagle.
La presidenta ya le dio el sí al cardenal Jorge Bergoglio en la audiencia que mantuvieron en la Casa Rosada la semana pasada, cuando se abrió una nueva etapa en la siempre tensa relación Iglesia-Gobierno.
Ahora, el Episcopado comenzó a movilizar su protocolo para lograr el voto positivo del vicepresidente y titular del Senado, quien —según fuentes eclesiásticas— "ya fue invitado" para la misa del 22 de diciembre en el santuario de la patrona nacional.
Los mismos voceros consultados por Agencia DyN precisaron que a Cobos se le cursó una invitación "genérica", como al resto de los miembros del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, pero anticiparon que "está semana se le enviará una comunicación puntual" para que asista al acto cívico-religioso.
Fernández de Kirchner y Cobos no dialogan, ni siquiera se cruzan, desde el voto "no positivo" del 17 de julio por las retenciones agropecuarias. Diferencias que se acrecentaron desde que el referente mendocino radical comenzó a perfilarse como candidato opositor en las futuras elecciones, echando por tierra aquel pluralismo trasversal que uno y otro vendieron para ganar las elecciones de 2007.
Desde la Iglesia consideran que Argentina no dio un buen ejemplo democrático durante el acto en Monte Aymond, Santa Cruz, para colocar la piedra basal del futuro monumento a la integración argentino-chilena.
"Fue una vergüenza, o al menos desprolijo, que no haya ido nadie de la oposición, eran todos oficialistas k", reflejó un obispo. "En cambio (Michelle) Bachelet dio muestras que la reconciliación es posible, aunque más no sea en gestos", comparó.
Pese a no ser el punto neurálgico de la reunión que la comisión permanente del Episcopado, presidida por Bergoglio, tendrá los días 16 y 17 de diciembre, el tema surgirá "inevitablemente" cuando se trabaje en la organización de la misa en Luján, confirmó a DyN un vocero habitual.
"Es muy difícil construir la democracia, construir la Argentina, si el diálogo no existe o está enrarecido, sea en el ámbito que sea", comentó en una charla informal el arzobispo Agustín Radrizzani (Mercedes-Luján).
Las dos jornadas servirán, según se desprende del temario oficial, para seguir avanzando en la puesta en práctica del reciente documento "Hacia un bicentenario en justicia y solidaridad", que demanda a las autoridades políticas más diálogo y menos confrontación en pos de la consecución del bien común y la contención de los sectores más empobrecidos.
"Hay que comenzar a dar los pasos que sugiere ese documento, que tienen más elementos constructivos que destructivos, y apunta a construir ciudadanía y al desarrollo humano integral", subrayó el prelado mercedino.
La veintena de obispos se abocará, además, a la preparación de los informes sobre la realidad socio-político-pastoral del país que cada obispo llevará al Papa entre el 7 de marzo y 23 de abril.
Los diagnósticos eclesiásticos, que suelen molestar a los gobiernos de turno, se enmarcan en la visita ad límina que debe cumplir cada cinco años y que esta vez se postergó por la agonía de Juan Pablo II, el cónclave que eligió a Benedicto XVI y el posterior reordenamiento de la curia vaticana.
El viaje, en tres tandas de no más de 24 obispos y de diez días de extensión cada uno, significará además el primer contacto diplomático formal de los obispos con el embajador argentino ante la Santa Sede, Juan Pablo Cafiero.
Guillermo Villarreal