Esta semana, por primera vez, me di cuenta de que, frente al Correo Central de mi ciudad, existe la escultura de un cartero. A pesar de que paso más de veinte veces al mes por ese lugar, nunca me había dado cuenta que existía tan significativo monumento.
Lo mismo nos sucede en la vida diaria. Algunas cosas que se reiteran cotidianamente ya no las registramos. Tal vez por la misma repetición, tal vez por cansancio, quien sabe.
Lo cierto es que ese dogma, llevado a nuestra pelea contra las pseudociencias, hace que ya casi no prestemos atención al constante acto de presencia que hacen tantos “dotados” -léase delincuentes- en los medios de comunicación.
Hemos llegado a un momento en que los chantas son moneda tan corriente en la pantalla de televisión -y nos es tan habitual- que nos pasan totalmente inadvertidos.
Uno de los exponentes más elocuentes de lo antedicho es el viejo e inmortal astrólogo Horangel, quien no se cansa de dar vueltas por diferentes canales de televisión diciendo una y otra vez las mismas e inexactas tonterías.
Es hora de que alguien le recuerde la cantidad de pifiadas que ha tenido a lo largo de su carrera de las que parece desentenderse bastante bien.
Vamos a algunas de las pruebas:
Confiado en sus dotes de adivino, en su libro de predicciones astrológicas para el 2000, Horangel hundió sus zapatos, optimista, en las arenas del conflicto árabe-israelí. Recurrió a las cartas natales del líder palestino Yasser Arafat y del primer ministro de Israel, Ehud Barak, y desentrañó: “En las cartas natales de ambos mandatarios, los efectos de fuertes disonancias astrales se acentuarán entre enero y junio del 2000. De inmediato, una prolongada armonía de Júpiter (beneficios) posibilitará llevar a cabo una política de cordial vecindad”. Los hechos ocurridos en los últimos meses evidenciaron que israelíes y palestinos tienen una peculiar y peligrosa manera de mostrarse buenos vecinos.
Antes de eso había augurado que el relator deportivo José María Muñóz iba a tener una era de éxitos en el mismo año en que falleció.
Como si fuera poco, un año más tarde aseguró que Argentina pagaría la deuda externa.
Lamentablemente esas fallidas predicciones son olvidadas por mucha gente y, lo peor, es que no son solo potestad de Horangel.
Si se hubieran cumplido las predicciones de los astrólogos más leídos por los argentinos, el 2000 nos debería haber deparado, entre otras miles de cosas, los siguientes acontecimientos:
-Una primera figura de la política italiana habría sufrido un atentado en la primera semana de julio. ¡Estamos en 2007 y todavía no nos enteramos!
-Varias islas del Caribe habrían dejado de existir ayudadas por el paso de un huracán. Las agencias de turismo aún no lo han advertido.
-Una invasión de abejas asesinas habría asolado una región de Sudamérica. Y yo que soy alérgico.
-Slobodan Milosevic, presidente de Yugoslavia, habría tenido que superar épocas cruciales para su gobierno. Eso sí... en septiembre del mismo año–seguramente a propósito, para hacer fallar los pronósticos– una rebelión popular lo obligó a abandonar el gobierno y a fugarse.
-Habrían descendido las tasas de desocupación en todos los países. Más que el cumplimiento de una predicción, esto hubiera sido un verdadero milagro.
Más allá de la ironía, creo sinceramente que ya es hora de que los medios masivos de comunicación dejen de ser cómplices de tanta estafa espiritual y económica.
Aún cuando los dividendos compartidos por unos y otros sean bien suculentos.