Reuniones hasta altas horas de la noche, llamadas telefónicas y armados estratégicos de último momento. Así se lo ve a Eduardo Duhalde en estos días, corriendo de un lado a otro, desconfiando de casi todo el mundo, pero abriendo su juego a la política nuevamente.
En público bendice la alianza entre Mauricio Macri, Felipe Solá y Francisco de Narváez, en privado los descalifica uno por uno: "Macri no tiene alcance nacional", "Solá es ciclotímico: un día está bien y otro está deprimido; aparte no supo armar en seis años ninguna estructura", "De Narváez es impresentable", son algunas de las frases que escuchan los ocasionales interlocutores de Duhalde en estos días.
Pero, más allá de sus insólitas apreciaciones personales acerca de los mencionados dirigentes, el caudillo de Lomas de Zamora confiesa que no hay dirigentes potables que puedan ser una alternativa real al kirchnerismo de estos días. En una íntima charla con el CEO del grupo Clarín, Héctor Magnetto, llevado a cabo hace apenas una semana, Duhalde aseguró que veía corta vida al gobierno de Cristina Kirchner.
"Esto se va a la mierda en seis meses", arriesgó Duhalde.
"Si eso ocurre, va a asumir (Julio) Cobos y va a tener que llamar a elecciones anticipadas, donde usted será el candidato natural para sucederlo, es lo que espera la gente, igual que en el año 2001", respondió Magnetto, intentando hacer futurología.
"Será lo que tenga que ser", finalizó lacónico el dirigente bonaerense.
En los últimos meses, Duhalde se encargó de dejar en claro ante diversos medios de información que no volvería a la política, que sólo le interesa ser un estadista. En privado, su discurso ha comenzado a cambiar.
Sólo en la semana que pasó, se reunió con diversos referentes políticos —algunos de ellos ya olvidados por el imaginario popular— a efectos de armar una suerte de estructura en caso de que naufrague la gestión kirchnerista —de acuerdo a su propia autoprofecía— y deba asumir el Vicepresidente.
A uno de sus interlocutores le confesó que quiere traducir su libro Memorias del incendio al idioma inglés, presentarlo en Estados Unidos y, luego de la repercusión en la Argentina, volver al ruedo político.
Casi igual al año 2001, cuando anticipó en ese mismo país del norte que antes de fin de año sería presidente argentino.
Para entender a Duhalde hay que conocer la leyenda de la rana y el escorpión, donde la naturaleza de este último le juega una mala pasada al anfibio y provoca que ambos mueran ahogados.
En 2001, el caudillo fue el principal conspirador para que cayera el gobierno de Fernando de la Rúa. Hoy la historia se repite.
Es la inevitable naturaleza de Duhalde.