Fue poco antes de cumplir 31 años que me quebré uno de los nudillos de mi mano derecha. Lo cierto es que eso me tuvo a mal traer durante casi 28 días. Los mismos en los que tuve que cargar con un incómodo y pesado yeso, el cual no me daba alternativa de negociación alguna, por lo cual tuve que aprender a hacer algunas cosas con mi mano izquierda.
Así es que, cuando me quitaron el mortificante accesorio, me fue muy difícil volver a escribir como solía hacerlo. Es más, nunca pude volver a hacerlo de la misma manera.
Los grafólogos, que analizan las características de la escritura a mano, dirían que mi personalidad ha cambiado solo por el hecho de que ya no hago los trazos como frecuentaba hacerlo. Una tremenda imbecilidad.
Quienes estudian grafología creen que la escritura manual es una manifestación física de las funciones mentales inconscientes y que puede revelar cosas específicas acerca de una persona.
Antes de decir semejante tontería, deberían saber que la grafología no cuenta con base teórica convincente: no hay evidencia de que el inconsciente sea un reservorio de la verdad acerca de la persona y, mucho menos que la grafología suministre –consecuentemente- una entrada a dicho reservorio.
Para acercarnos de alguna manera a la impresión que tiene la gente acerca de dicha doctrina, en su momento hemos armado desde ASALUP una sencilla encuesta “ad hoc”. De las 198 personas que se animaron a participar, el 30,30% nos aseguró que –para ellos- la grafología era una doctrina “nada confiable”. Un escalón más abajo, el 24,75% opinó que es “poco confiable” y solo el 11% se arriesgó a decir que es “una doctrina seria”.
Es innegable que los datos hablan por sí mismos…
De todos modos (más allá de la percepción de la gente encuestada), en el marco del análisis de las variadas -y no menos taxativas- técnicas utilizadas por los grafólogos, las interpretaciones de los "expertos" pueden reducirse a simples evaluaciones basadas en impresiones a través del entendimiento de los rasgos básicos de la personalidad: la presión ejercida sobre el papel, la separación entre palabras y letras, la cruz de la "T", el punto de la "i", y la medida, inclinación, velocidad y consistencia de la escritura. No gran cosa.
No sorprende que no haya evidencia empírica que correlacione alguna característica grafológica significativa con algún rasgo de la personalidad de interés toda vez que no han sido útiles las hipótesis acerca de como podría trabajar la misma.
No obstante lo dicho, aún los no especialistas son capaces de identificar correctamente, en el 70% de las veces, el género -masculino o femenino- de una persona a través de su escritura.
Luego de lo antedicho, es realmente impresionante saber que hay personas que creen que la grafología puede servir como procedimiento expeditivo para elegir pareja, averiguar quién cometió un crimen, elegir una carrera de estudio, encontrar un tesoro escondido o tratar de saber cuál es el próximo camino a seguir.
La grafología es solo otro de los falsos sustitutos del trabajo que exige esfuerzo y solo sirve a aquellos que son impacientes en asuntos problemáticos como es la investigación, el análisis de evidencia, el razonamiento, la lógica y la experimentación.
Para saber que tan eficaz es la grafología, el 19 de noviembre de 1997, Barry Beyerstein (quien ha escrito extensamente sobre el tema), se unió con Alan Alda -conductor del programa "Scientific American Frontiers" de la cadena PBS-, para una evaluación de la personalidad a través del Datagraph, un “importante” instrumento grafológico.
Y es que uno de los representantes de dicha firma (Datagraph) aseguraba que, en un análisis de 420 rasgos de escritura, acertaba el 90% de las veces; porcentaje –según él- suficiente para crear un "perfil mental" de cada individuo evaluado (hay que destacar que los propios psicólogos consideran normalmente que los perfiles de los tests de personalidad son "moderadamente confiables").
En consecuencia, se sometió a prueba a ocho personas revisando sus perfiles e intentando descubrir a quién correspondía cada uno de sus manuscritos. Como era de esperar… no pudo lograrse.
Cuando se realizó la valoración de los 14 caracteres de personalidad que utilizó Datagraph se encontró que 4 de ellos eran correctos, 8 eran equivocados y 2 estaban dudosos. El propio Alda se dio cuenta de que muchas de las evaluaciones grafológicas podían ser fácilmente influidas por el "pensamiento deseoso", es decir la subjetividad de interpretar hechos, eventos o percepciones de acuerdo a lo que uno quisiera que fueran en lugar de hacerlo en relación a la evidencia presente.
Dentro del mismo análisis, Alda advirtió cómo uno puede ser influenciado por el propio juicio empleado para confirmar el argumento, técnicamente conocido como "razonamiento selectivo" y alertó que el contenido de la escritura puede ser influido por el juicio del evaluador.
Es sabido que un verdadero análisis científico nunca podría someterse a tan confusas técnicas y medidas tan subjetivas para su evaluación.
Lo ideal, para lograr un correcto estudio sobre grafología, sería requerir que todos los sujetos de la muestra reproduzcan exactamente el mismo texto.
También habría que tener en cuenta algunos tipos de escritura de otras culturas como la china, japonesa y hebrea y, finalmente, habría que impedir a los sujetos usar sus propias impresiones subjetivas de los análisis grafológicos para determinar la validez de la lectura, evitando así el llamado “efecto Forer” (validación subjetiva).
Sólo teniendo en cuenta esos resguardos y, a través del bien ponderado y siempre temido “método científico”, se podrá hacer un verdadero muestreo sobre la real validez de la grafología.
Mientras tanto, seguiremos siendo testigos, entre otras cosas, de graves escenas de discriminación como las que se dan toda vez que, para ser seleccionado en un trabajo, se utiliza el -poco confiable- filtro de los "rasgos de escritura", algo realmente vergonzoso.
A esta altura no hay dudas: si queremos resultados inmediatos y sin certezas a nuestras inquietudes, la grafología es el método perfecto. Si, por el contrario, preferimos vivir con razonables probabilidades de incertidumbre y buscamos resultados más consistentes, podemos intentar otro método mucho más confiable de los tantos que ya se han demostrado eficaces.
soy perito grafologo y estoy haciendo mi tercer y ultimo año que al finalizarlo tengo el titulo de perito grafologo superior. no tenes idea de lo que hablas... sinceramente... lastima me da que te den un lugar para opinar a vos. siento que me estas faltando el respeto a mi. no estoy estudiando para tirar las cartas yo. sino para interpretar la escritura. no hay nada de raro en eso. entiendo tu ignorancia, lo mismo pasaba con la psicologia hace muchos años atras nadie creia en eso. sin embargo hoy es una ciencia muy bien parada y formada. investiga un poco mas y despues habla.
Este artículo es una broma. Se basa en prejuícios no justificables. El Grafoanálisis es una técnica empleada desde hace siglos y perfectamente estructurada.
Para el que caiga ahora quiero aclarar que este artículo no es broma como dice Juan Colmenero.
Sería interesante que si alguien comenta que está estudiando grafología pueda rebatir algunos de los argumentos del artículo.