Hugo Moyano, jefe de los camioneros y de la CGT, sigue demostrando, más allá de cualquier otra consideración de valor, que en materia de desenvolvimiento político lleva clara ventaja tanto sobre sus aliados como sus enemigos en el mundo gremial.
Claro que Moyano tiene en su favor, en principio, que es el mandamás de un gremio estratégico al que nadie quiere tener en la vereda de enfrente y que se jugó desde el principio por el kirchnerismo, aprovechando también el recelo, a los postres ficticio, que el oficialismo mostraba por el sindicalismo ortodoxo.
En ese marco, también supo Moyano tener paciencia para esperar que se cayera el telón del supuesto favoritismo del oficialismo por los dirigentes de la central alternativa -la CTA- que se regodeaban con las lisonjas que recibía en 2003 y enseguida pasaron a ser parias que no son reconocidos ni siquiera a pesar de las resoluciones de la OIT que le exigen al Gobierno que le dé el visto bueno.
Así se consolidó la alianza moyanista-kirchnerista, incluidos beneficios económicos para los gremios amigos, y el líder camionero-cegetista se entusiasmó con la historia de Lula, el obrero metalúrgico que llegó a ser presidente de Brasil, el máximo mastodonte latinoamericano y uno de los más robustos del mundo.
Por estos días, Moyano reforzó sus lazos con el kirchnerismo, hasta prestándole la histórica sede de la CGT al Consejo Nacional Justicialista para que sesione bajo la batuta del ex presidente del período 2003-2007, algo que no ocurrió ni en las etapas épicas del peronismo, con su líder y fundador vivo.
Además, Moyano se encuentra ante una circunstancia muy especial, que es la de ejercer virtualmente la jefatura del PJ bonaerense, en su carácter de vicepresidente, a partir del drama atravesado por su titular, el vicegobernador provincial Alberto Balestrini.
Pero en su embestida política el dirigente camionero seguramente tendrá que hacer una evaluación mucho más profunda, observando casos análogos del exterior y, por supuesto, el panorama local.
Aunque suene contradictorio, merced incluso a todo lo mencionado anteriormente, el ser líder gremial y estar varios cuerpos delante de sus colegas, así como el ser considerado hijo y no entrenado por quienes están en el poder, no significa tener garantizado un futuro como político.
Uno de los recuerdos vernáculos más contundentes es el de Saúl Ubaldini, quien después de llegar a la cúspide de la CGT de la mano de Lorenzo Miguel fue creando un perfil propio y ello le permitió moldear la ilusión de arribar a la gobernación bonaerense. Pero tras el recuento de votos quedó muy lejos de los puestos de vanguardia y al final, con el correr de los años, tuvo que conformarse con una banca de diputado nacional obtenida en una lista sábana, lo cual, por supuesto, no opacó su actividad sindical que le permitió tener un lugar en la historia del gremialismo argentino.
El caso de Lula tiene sustanciales diferencias históricas, sociológicas y personales con el de Moyano. Por poner un ejemplo central, el brasileño, que fue obrero metalúrgico, no pasó por etapas de vínculos políticos y empresariales tan estrechos como sí lo hizo el camionero local, y se redefinió como un estadista que causó asombro y admiración a nivel internacional.
Habrá también quienes resuciten el caso del polaco Lech Walesa, el obrero de los astilleros de Gdansk que terminó siendo gobernante de su país y pieza fundamental en el tablero político mundial, pero las circunstancias políticas y el rol estratégico de Polonia en los 80, en los años previos a la caída del Muro de Berlín y el archivo de la Guerra Fría entre el capitalismo y el comunismo, no tienen parangón con las cuestiones domésticas.
Las dudas también son abonadas por otras circunstancias, como el hecho de que quienes aspiran a ocupar en principio el mismo lugar que Moyano -la gobernación bonaerense- tienen, según los sondeos, importante predicamento en la sociedad, como el diputado Francisco de Narváez.
Quizás en el fondo lo que está haciendo Moyano es una típica acción de presión para seguir avanzando en la tarea de obtener concesiones del poder político.
De hecho, en los últimos días, justo cuando está por concretarse una reunión con la presidenta Cristina Fernández, el Gobierno derivó 361 millones de pesos -y cambio- (alrededor de 92 millones de dólares) a la Superintendencia de Salud, de los cuales la mayor porción iría a la Asociación de Prestaciones Especiales (APE). Y de allí a las obras sociales hay solamente un trámite burocrático.
De tal manera, como pasó en el almuerzo de fin de año con la primera mandataria, el nuevo encuentro se traduce como un “besamanos”, ya que en esa ocasión la reunión estuvo precedida por otro beneficio para las obras sociales y todos salieron haciendo una buena digestión.
Lo del nuevo mínimo no imponible no es sinónimo de obstáculo, pues de antemano se estableció consenso absoluto para impulsar el aumento del límite salarial para la aplicación del impuesto a las Ganancias.
Y entretanto, en general, las paritarias se están desarrollando por ahora sin mayores conflictos, dentro de los parámetros finalmente otra vez impuestos por el Gobierno y Moyano. Con el adicional de que el dirigente camionero tiene previsto firmar su nuevo convenio salarial después de lo haga la mayoría de sus colegas.
Aunque en esta ocasión, también ocupado en menesteres políticos, con algunos virtuales testigos de lujo que, desde la cuna sindical, llegaron a verdaderos lugares de privilegio en sus países y en el planeta. Como Lula y Walesa, nada menos.
Lo que lo diferencia de Lula y Walessa es que estos eran trabajadores antes que políticos, en cambio Moyano dudo que sepa manejar un camión. Además Walessa despues que dejó la presidencia volvió a tra bajar como si nada. Saludos.
Si este groncho logra escalar un peldaño más que el de presidir su gremio, yo soy Borges. Lo primero sería exigirle un certificado de sexto grado. En segundo lugar hacerle blanquear los testaferros que titulan las escrituras de sus campos en el sur. Y la tercera, la más ríspida : obligarlo a darse "un baño en el Jordán", para conseguir que algún mísero argentino, exageradamente "ebrio y dormido" le meta un voto en la urna. Colofón : náaaaa. . . tas perdido negro ! !
No sé..., en principio: cuantos camioneros hay afiliados en el país?. Ese sería el número de votos que obtendría ese energúmeno, presionando de vaya saber que formas mafiosas a sus afiliados para que lo voten. Saludos.