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Urge mirar cómo Brasil genera consensos y sustenta su desarrollo

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¿COSTARÁ SEGUIR EL EJEMPLO?
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Brasil se ha puesto de moda y su periplo de los últimos años desactualiza todas las hipótesis que en el pasado se tejieron sobre las causas del subdesarrollo de los países latinoamericanos.

 

Es posible iniciar un camino sustentable hacia el desarrollo, simplemente consensuando un proyecto nacional y convocando al conjunto de los sectores políticos y sociales a sostenerlo y la acción política debe servir para preparar y acompañar ese consenso, garantizando su continuidad en el tiempo.

Lula da Silva estuvo en Madrid en la reciente cumbre UE-América latina y fue el único presidente invitado a participar en un seminario especial organizado por el diario El País sobre la nueva potencia regional emergente.

El presidente resumió en una frase su versión sobre el modo de alcanzar el éxito: “Brasil es un país serio y éste es una camino sin retorno”.

Los resultados que arrojan sus ocho años de gobierno son espectaculares. Durante ese período se han creado 14 millones de puestos de trabajo y 30 millones de pobres han ascendido a la clase media. Con unas tasas de crecimiento moderadas pero sostenidas, la economía brasileña ha conseguido recuperar un buen equilibrio macroeconómico, alejándose de los riesgos de un default a los que le acercaba una deuda pública elevada.

Actualmente, Brasil es autosuficiente en el suministro de petróleo y la Casa Civil del gobierno brasileño -dirigida por la aspirante a suceder a Lula, Dilma Rousseff- ha diseñado un ambicioso plan de inversiones en infraestructuras -carreteras, líneas de ferrocarril, tendidos eléctricos- abierto al capital extranjero.

Según las previsiones del Banco Central, la inversión extranjera directa alcanzará los 45.000 millones de dólares durante 2010.

De acuerdo con un estudio elaborado por la consultora AT Kearney, basado en la opinión de ejecutivos de las principales compañías del mundo, Brasil es en este momento el cuarto país favorito en el mundo para invertir, detrás de China, USA y la India.

El gran proyecto vertebrador de Brasil diseñado por el equipo de Lula -denominado PAC- está dando resultados extraordinarios y canaliza ingentes cantidades de dinero hacia mejoras en logística, energía y proyectos sociales en áreas urbanas.

Son 200.000 millones de euros invertidos entre 2007 y 2010 que se materializan en 2.471 obras. El 55% ya ha sido concluido, 32% aún está en ejecución y tan sólo 13% se encuentra todavía en proceso de licitación. Durante este año, se ejecutará el mayor volumen de obras previstas en el PAC y además arrancarán los trabajos de las infraestructuras necesarias para los Mundiales y los Juegos Olímpicos.

Según un informe especial publicado recientemente por el semanario The Economist, Brasil podría convertirse en una de las cinco economías más potentes del mundo antes de mediados de siglo.

“Brasil está en racha”, dice el análisis del semanario británico, al subrayar que este país nunca había conocido una situación en la que convivieran democracia, inflación controlada y crecimiento sostenido.

Preguntado en Madrid sobre las razones del éxito, el presidente Lula ha utilizado la palabra “seriedad” que es otra manera de hacer referencia a la previsibilidad.

Los países que ganan credibilidad internacional son aquellos que anuncian planes y proyectos y luego los confirman con una acción de gobierno coherente con los objetivos anunciados. La previsibilidad genera confianza y estimula las inversiones productivas que demandan largos períodos de maduración.

Un buen resumen de la estabilidad institucional que ha alcanzado Brasil lo hizo el propio presidente cuando afirmó que “a nadie inquieta quién va a ganar las próximas elecciones”. Es el gran cambio de Brasil, añadió, que alejado del maniqueísmo característico de los populismos latinoamericanos, se permite una alternancia tranquila y sin sobresaltos.

Mérito indudable de Lula, quien sucedió al socialdemócrata Henrique Cardoso sin modificar los lineamientos básicos de modernización que éste había impreso a su gestión.

Pero cuando la acción política, lejos de trabajar en la búsqueda de consensos, se empeña en levantar falsas antinomias y juega a la deslegitimación permanente de los adversarios, el resultado no puede ser más desalentador.

En ese clima vociferante de aullidos y reproches, se encuentra hoy la Argentina, en medio del festejo del Bicentenario. El ejemplo de Brasil debería invitar a hacer una reflexión serena, alejada de la algarabía que rodea los fastos.

 

Aleardo Laría
DyN

 

2 comentarios Dejá tu comentario

  1. No, pero no es solamente previsibilidad. Es seriedad. El término dice mas que simplemente crear condiciones que hagan previsible la marcha de los negocios. Es mucho mas. Es cumplir con la palabra empeñana, tanto para adentro como para afuera. Es tener continuidad en las políticas básicas de estado. Es trabajar incansablemente para mejorar la posición internacional del país y el bienestar de sus habitantes. Es planificar a mediano y largo plazo de manera sensata y realizable. Es concebir políticas que sean aceptables para la mayoría de los intereses en danza y buscar sinergismos entre esos intereses en pos del bien de la nación. Creo que esto siempre lo tuvo Brasil, se notaba cuando uno hablaba con empresarios brasileños, con diplomáticos especialmente del sector de promoción del intercambio, cuando hablaba con la gente común, con los dirigentes sindicales, hasta con los jugadores de fútbol. Porque, hay que reconocerlo, la imagen del fútbol brasileño es Pelé, mientras que la imagen del fútbol argentino es Maradona. Comentarios sobran. Un abrazo a los amigos periodistas y a mis amig@s del foro.

  2. Amigos, la clave del exito de Brasil no está en la figura de Lula, ni en la de ninguno de sus dirigentes, sino en el sentido de profundo patriotismo de todo su pueblo, patriotismo del que carecemos los argentinos, con dolor lo digo. Brasil ha tenido, durante su historia, gobiernos de todas las tendencias políticas, tanto civiles como dictaduras militares, sin embargo todos ellos han seguido una línea de defensa a ultranza de los intereses de su país. A su lado nosotros somos patéticos. ¿Cerrarnos a sus importaciones?, por favor, se nos cagan de risa, si los perjudicados seremos nosotros, que no tendremos a quien venderle nada. Si hasta los chinos nos cerraron la puerta, por piolas. Además, la mitad de nuestra economía está en sus manos. Sigamos así, y vayamos aprendiendo a hablar en inglés, por la Patagonia, y en portugués, por el resto. Saludos.

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