Varios medios han expuesto en las últimas horas el complejísimo dilema en el que se encuentra
Hace tiempo que, desde Tribuna de Periodistas, se vienen exponiendo las causas reales de esta inflación; causas que, si bien tienen algún sustento en el comportamiento de los agentes externos, internamente pueden resumirse a una sola variable y es el verdadero desconocimiento en materia económica de quien decide realmente sobre los cursos de acción a seguir, cursos de acción que se sustentan en meras especulaciones para salir del paso y nada tienen que ver con la ciencia económica.
Conforme a como se está presentando el escenario actual en nuestro país en materia de política económica, es altamente probable que los precios en 2011 superen el 30 %, se pierda la ventaja cambiaria obtenida oportunamente con la devaluación y que, aún no manteniéndose fija, la depreciación del peso se produzca de manera más lenta que la suba del resto de los precios.
Este último dato no es menor en tanto permite interpretar que la inflación elevada redundaría en un importante deterioro de la competitividad externa.
Asimismo, puede preverse que para el próximo año, de mantenerse la paridad real de las monedas de nuestros socios comerciales más importantes en relación al dólar, nuestra competitividad externa caería por debajo de un 30 %.
En lo que va del 2010, la base monetaria del BCRA se expandió en más de mil millones de dólares ya que lo restante en activos, como se explicó en “¿Cuáles son las reservas reales del BCRA?” fue absorbido por pasivos, es decir que se colocaron títulos públicos generando pasivos para simular incremento de activos.
Desde enero, este organismo viene comprando divisas para que el tipo de cambio baje de los $ 3,95.- que alcanzó por unidad y se puedan recuperar reservas.
Sin embargo, esta compra compulsiva de la divisa norteamericana en la que se incurre para emparchar el sistema frente a la carencia de una política económica coherente, es lo que provoca la expansión de la base monetaria y más inflación, a lo que además hay que sumarle el déficit fiscal real que restringe de recursos genuinos al sistema.
En este esquema general, la única alternativa posible parecería ser la inducción al ahorro público a modo de contrabalanceo para sostener el tipo de cambio, y esto podría hacerse si se lograra mayor control de los llamados agregados monetarios, esto es, incrementar los encajes de los bancos en el BCRA o aumentando las tasas de interés.
No obstante lo expuesto, todo indicaría que desde el gobierno no se estuvieran estudiando acciones serias para frenar la inflación, sino siguiendo con la política del parche momentáneo y mañana ya se verá, por lo que resulta más que complicado para la máxima autoridad del BCRA poder actuar en el contexto del “deber hacer” frente a tanta restricción del “poder hacer” impuesta desde el Ejecutivo.
Nidia G. Osimani