Munido de encuestas que él mismo encarga y no publica en los diarios, el diputado nacional Francisco De Narváez medita por estas horas cuándo será el momento ideal para disolver oficialmente la sociedad política con Mauricio Macri, según fuentes de su entorno.
El procesamiento del jefe de Gobierno porteño —confirmado en segunda instancia— terminó de sellar la suerte de aquel dueto que, hace poco más de un año, le propinó la primera derrota electoral a Néstor Kirchner.
En el denarvaísmo de la Provincia dan como un hecho la ruptura a nivel cupular. Pero esperan cierto natural camino hacia esa decisión.
En las mesas de discusión política del sector, sin embargo, el que mete presión es el diputado Jorge Macri, vicepresidente de la Cámara baja bonaerense y primo de Mauricio.
Es que en estos días intensos, la tropa macrista en la Legislatura espera el gesto decisivo, salvador, de sus colegas porteños que responden a "El Colorado".
Daniel Amoroso y Mónica Lubertino, de ellos se trata, deben decidir si avalan o no, con su voto, el inicio del juicio político a Macri, que impulsa él mismo a modo de estrategia de defensa.
El Macri bonaerense, en la intimidad, sí que habla de posible ruptura total y esa es una diferencia con sus socios políticos, que prefieren separar la cuestión porteña de la provincial.
Según una fuente muy ligada a él consultada por este diario: "Si el Colorado le suelta la mano a Mauricio en esta situación crítica, es imposible la construcción conjunta hacia adelante".
Sabe Macri que a De Narváez le dolería ver escindidos los bloques legislativos de esa entelequia llamada Unión-Pro, que hasta ahora ha reconocido el liderazgo político provincial del "Colorado".
Algo que evidentemente no pasa al revés, dadas las dudas del tándem Amoroso-Lubertino respecto de alinearse con la orden que bajó Mauricio en la Legislatura.
En el interior
Como sea, y de cara a 2011, tanto como la unidad de los bloques provinciales a De Narváz debería preocuparle cómo puede impactar la eventual ruptura con Mauricio en los distritos de la Provincia, allí en los territorios, donde se pelean los votos con los que buscará llegar a la Gobernación.
Es probable, entonces, que el hombre esté pensando una estrategia para perder la menor cantidad posible de sufragios en un escenario de división con el macrismo. O, dicho de otro modo, cómo cobijar bajo su ala a la mayor cantidad posible de punteros macristas.
Macri, el porteño, tiene al menos 7 legisladores bonaerenses —entre diputados y senadores— que le responden, además de muchos concejales y demás dirigentes que se definen como macristas "químicamente puros".
Buscará testear esa fidelidad en breve: el próximo viernes, en un lugar a definir, juntará a esa tropa provincial junto a los diputados porteños y a los nacionales que comanda el conservador Federico Pinedo.
Ese cónclave puede sonar a demostración de fuerzas dirigida a De Narváez. Pero, según fuentes denarvaístas, el hombre que venció a Kirchner hace otros números: más que eventuales presencias allí, cuenta los procesamientos que penden sobre Mauricio para tomar una decisión final.
Por un lado, el hiperconocido camino de la causa que lleva adelante el juez Norberto Oyarbide, en el que está acusado de integrar una asociación ilícita y desencadenó la jugada del autojuicio político; por otro lado, un segundo procesamiento, en este caso por la concesión de parte del mobiliario urbano a una empresa ligada al macrismo, que sería avalado por la Sala VI de la Cámara en lo Correccional y Criminal de la Capital.
En esta última causa, Macri y los funcionarios implicados habían sido sobreseídos en primera instancia pero la Cámara apartó al juez y ordenó al nuevo magistrado que se enfoque en el Ejecutivo porteño.
Una tesis electoral
Dadas estas circunstancias, y partiendo de la base de que la ruptura con Macri llegará tarde o temprano, en Unión-Pro se escucha cada vez más fuerte la tesis según la cual De Narváez evalúa la conveniencia de presentarse a la elección de 2011 como candidato a gobernador pero sin un candidato a presidente adosado a su boleta.
Decepción para Felipe Solá, que incuba el sueño presidencial del llamado Peronismo Federal, en el que también ficha el Colorado. Sólo Carlos Reutemann, dicen, sería para De Naváez la opción viable para encabezar la pelea contra los K. Pero el Lole sigue, digamos, manejando sus tiempos con hermetismo crispante.
Es riesgosa la jugada ya que en todos los partidos traccionará mucho hacia arriba el candidato presidencial que toque en suerte.
Insumiría un enorme esfuerzo —político, monetario, propagandístico— para provincializar la campaña, acotarla a límites bonaerenses aún cuando la cancha grande sea la nacional.
Algo que, mirando las encuestas, sólo podría convenirle al gobernador y candidato a la reelección Daniel Scioli, quien al menos hasta ahora mide mejor en las encuestas que cualquiera de los integrantes del matrimonio presidencial.
Mariano Pérez de Eulate
NA